Cap.10: Sucesos Inesperados.
Sentía como el viento azotaba los arboles cercanos, como las hojas se movían desesperadas tratando de llevar susurros a la fría noche, la luna mi fiel compañera brillaba en lo más alto hermosa y esplendorosa, su luz era lo único que calmaba a mi agitado corazón. Llevaba 3 noches enteras en vela, sin poder si quiera cerrar los ojos y dormir unos instantes, estaba aterrada por todo lo que había pasado la noche del viernes en el baile de principios de curso. Aun podía sentir como sus labios se amoldaban a los míos, como todo mi ser se estremecía al contacto con su piel, esa era la parte bonita de la noche del viernes pero después venia lo peor estaba totalmente desconcertada primero por la muerte del Sr. Lerner y después por ese lapso de oscuridad que me había envuelto.

Le recordaba perfectamente, recordaba el frío a mi alrededor como todo se ponía en un ambiente tenso, la puerta del otro extremo del pasillo abriéndose, las voces de William y Baltasar hablando a Caleb que me sacara de ahí y sobre todo recordaba la oscuridad, una oscuridad infinita, me hallaba en tinieblas abandonada sin ser alguno a mi alrededor, sin vida. Así me sentía al recordar aquello, sentía que mi vida se extinguía tenia terror de lo que me ocurría o podría llegar a ocurrir, sabía que algo malo pasaba. Ya era hora de empezar a arreglarme para el instituto estaba un poco ida asique decidí salir de mis pensamientos y evocarme a tratar de arreglar el desastre que era mi rostro, estaba horrible mi piel que había sido de un lindo color durazno, estaba pálida y apagada, mis ojos estaban marcados por unas ojeras gigantes que dejaban entrever a una chica con una mirada de miedo, mis ojos marrones estaban atemorizados.

Me duche y empecé a ponerme mi loción favorita de fresas, mientras me arreglaba pude ver que mi collar no se encontraba donde lo había dejado la ultima vez de hecho no estaba por ninguna parte, me puse a buscarlo desesperada por la habitación, debajo de la cama, en la mesita de noche, en el closet, en la cajita azul, por todas partes pero simplemente no estaba se había esfumado como por arte de magia. Me termine de vestir rápido, cepille mi cabello y lo ate en una coleta, baje desesperada las escaleras y vi a mamá.

-Mamá ¿has tomado tú el collar de la abuela?

-¿Ah?

-¿Qué si has tomado el collar de la abuela? estaba en mi mesita de noche, y pues ahora ya no está – dije con histeria en la voz.

-Oh cariño debe seguir ahí, nadie ha entrado en tu cuarto más que tú además no puede haber desaparecido así como así de la casa.

-¡Pero mamá es el collar de la abuela!

-Leticia te he dicho que no he tomado ese estúpido collar, ya basta.

-¿Cómo dices eso? Argh!! Te odio.

Salí de la casa dando un portazo enorme, ¿Cómo podía ser tan indiferente? ¡Como podía serlo! ¡Era el collar de su madre, de mi abuela! – gritaba en mi fuero interno. Estaba muy ofuscada me cargaba que registraran mis cosas y después se hicieran los desentendidos, seguramente mientras mamá buscaba la ropa sucia en mi cuarto lo tomo o tal vez Frederick se metió a mi cuarto, estaba segura que fue durante el día ya que en la noche yo estaba despierta asique nadie podía haber entrado sin que yo lo viera ¿o tal vez si entro? ¿Quizás alguien entro sin que yo me diera cuenta? Esta sola idea me aterraba, sabía que algo extraño pasaba pero no tenía idea de lo que era.

Debía llegar pronto al instituto quizás Baltasar podía darme respuestas, sabía que no era algo tan grave pero si alguien se había metido a mi cuarto y si no fue alguien de mi familia, él debía saberlo. No quería alarmarlo demasiado, solo que estuviera al corriente por eso esperaría a verlo en el instituto, siempre que quisiera podría ir a su casa eso lo tenía claro pero la verdad es que preferiría no toparme con William, todavía me afectaba la tensión que teníamos.

Iba demasiado absorta en mis pensamientos que no me fije en que ya me encontraba en el umbral de la puerta principal del instituto hasta que oí la voz de la arpía de Sam hablando con sus amigas.

-¡Ahí chicas William Lazareto es un dios! Realmente es lo mejor que hay en este lugar créanme fue súper atento conmigo, reíamos todo el tiempo y… - hablo Sam mientras me daba un empujón.

-¿Y qué? Dinos Sam no nos dejes con la intriga- hablo Susan.

-Pues yo les contesto chicas. Nada, así de simple, su estúpida amiga les está haciendo creer que paso algo entre ella y William Lazareto pero la verdad es que él se fue a casa conmigo y sus hermanos y dejo a la tonta e ilusa de Sam esperando – hable con rabia.

Esa arpía me las pagaría.

-¡Ja por favor! Sí, es cierto se fue contigo pero luego regreso a buscarme, hay niña si supieras lo ingenua que eres por eso el se aburrió de ti, por tu ingenuidad y torpeza, al igual que Cristian lo hiso, ellos buscan una mujer no a una niña – hablo Sam regalándome una sonrisa de suficiencia.

Susan me miraba de forma burlona, pero Erín me miraba de forma compasiva como si el dolor que yo sentía ella también lo hubiese sentido antes. Me dio un coraje, podía sentir la rabia como venía a mi cuerpo y también podía sentir la pena, las lagrimas iban a desbordar mis ojos, entonces ocurrió algo que jamás me había pasado; pequeñas corrientes de electricidad se sentían en mis dedos, fueron creciendo hasta llegar a toda la palma de mi mano, toque a Sam y esta se desplomo en el suelo, agitándose y chillando del dolor.

¡Dios! ¿Que había hecho? ¿Qué fue eso? Erín y Susan trataban de calmar los espasmos de Sam mientras que yo las miraba horrorizada por lo que allí ocurría ¿Acaso yo era la culpable de aquello? El pasillo se empezó agolpar de gente, todos hablaban de lo que estaba pasando mientras yo estaba inmóvil de pie junto al retorcido cuerpo de Sam, los demás solo me miraban con una rara expresión y me señalaban.

-¡Que le has hecho maldita! ¡Bruja! – grito Susan.

-Yo… yo no le he hecho nada, yo solo la toque y ella se retorció.

-¡Bruja! ¡Esta celosa! No es culpa de Sam que ningún chico en este lugar te tome en serio – volvió a gritarme Susan.

Todos escuchaban los gritos alocados y las blasfemias que me decía Susan, mientras Samanta se retorcía llena de espasmos, Erín solo me miraba preocupada. Entonces vi la cara de William con dolor, lleno de preocupación ¿acaso estaba preocupado por Sam? ¿Era cierto que le quería a ella? Mi corazón se reprimió y quise llorar de la rabia, entonces otra vez vinieron las pequeñas descargas de electricidad a mis manos. William se acerco a Sam y la puso entre sus brazos como si acunara a un recién nacido, los espasmos empezaron a disminuir y su cuerpo empezó a relajarse, esta imagen me enojo aun mas, las descargas ya no solo estaban en mis dedos sino que se extendían por todo mis brazos, vi que Baltasar se apresuraba hacia mí y reaccione, Salí corriendo de ahí para que nadie me encontrara, debía estar sola, necesitaba estar sola, si alguien volvía a tocarme mientras sentía esas descargas magnéticas en mi cuerpo podría hacerle daño a alguien.

¿A dónde iría? ¿Con quién lloraría? ¿Qué me sucedía? ¿Por qué sentía esas mini descargas? ¡Acaso era un fenómeno! ¡Acaso me estaba volviendo loca! Las lagrimas empezaron a salir por montones, sentía frío, me sentía sola después de mucho tiempo me volvía a sentir sola. Llegue a la plazoleta que se estaba convirtiendo en mi refugio, me tumbe en el pasto mojado y llore como nunca antes lo había hecho, saque todo lo que tenia dentro, la pena por recordar a mi abuela y su collar, llore por el miedo que sentía por las cosas extrañas que estaban sucediendo a mi alrededor, por no poder volver a hablar con William, por no haber confiado en Baltasar y contarle lo del ángel y sobre todo lloraba por él, por ese estúpido chico, el ángel destructor de mis sueños él que me había besado con desesperación el pasado viernes, él que quizás nunca volvería a ver.

Mi corazón se ilusionaba cada vez que pensaba en él, mi mente desvariaba entre la razón y la desesperación de no tenerle.

Ilusa ¡como lloras por un chico que apenas conoces! Como derramas lágrimas por un estúpido chico, tú no eres así Leticia Camile Bertoglia, tú no eres una llorona – pensé o quizás sí lo era. Suspire al cielo y me di cuenta que el sol estaba sobre mí, pero una sombra cubría mi cabeza, era un chico, Caleb susurre.

-Creo que deberías volver al instituto, no está bien que pierdas clases y menos que una señorita tan linda derrame lagrimas por una estupidez – dijo dedicándome una cálida sonrisa.

Era una de mis sonrisas favoritas, una de las que de verdad me hacían sentir segura. Había olvidado lo segura y tranquila que me sentía con Caleb, había olvidado su apacibilidad esto me hiso sonreír sin esfuerzo alguno.

-Lo mejor es que me aleje de las personas, ya viste lo que paso con Sam ahora todo el mundo tendrá miedo de acercarse a mí.

-Yo no.

Respondió con voz firme y se empezó a acercar más de lo necesario, lo tenía a menos de un centímetro de distancia, podía escuchar su respiración como cambiaba de estar tranquila y acompasada, para volverse desbocada y entrecortada. No podía negar que mi cuerpo quería besarlo, Caleb era un chico muy guapo era perfecto pero no lo suficiente, entonces el ángel vino a mi mente y a mi corazón, estaba imaginándomelo cerca. Rápidamente aleje a Caleb de mí.

-¿Cómo me has encontrado? – pregunte tratando de salir de esa situación.

-Sabia que estarías aquí, es como un sexto sentido, siempre se donde estas – dijo riendo mientras ponía un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

-Ja ¡que gracioso! ¿Recuerdas que fue aquí donde nos conocimos?

-Cada segundo de mi vida – contesto él, cambio rápido la dirección de sus pensamientos y dijo – creo que mejor nos vamos al instituto, ya es tarde el descanso se nos está acabando.

Solo asentí, me ayudo a pararme para dejar atrás toda mi tristeza y rabia. Ahora que había sacado todo lo que estaba dentro de mi corazón me sentía más ligera, sentía que el día transcurriría de forma más fácil, o al menos eso creía. Llegamos justo al toque de campana para entrar a nuestras siguientes clases, Caleb iba al aula de historia y yo al aula de literatura, asique nos despedimos en el pasillo con un beso en la mejilla. Golpee a la puerta pero la clase ya había comenzado asique tendría que esperar los 15 minutos reglamentarios para poder entrar, esa regla era totalmente estúpida pero no podía hacer nada, en vez de lamentarme me puse a pensar en todo lo que me había ocurrido aquel día y en todas las cosas extrañas que me rodeaban; de repente vino a mí como un estallido eléctrico un recuerdo, recordé que cuando hablaba con Baltasar el me confesó que tenía un don para manejarlo todo, humores, sentimientos y auras, quizás el sabría lo que me había ocurrido hoy el tendría una respuesta, podría manejar mi aura y sentir aquellas descargas ¿o no? Esperaría hasta la hora de almuerzo para preguntarle y salir de dudas, estaba segura que él me ayudaría.

La profesora me abrió la puerta para dejarme entrar solo me miro y creo que por la pinta que traía no me dijo nada, me senté en el primer asiento frente al mesón del profesor no tenía ni ánimos ni ganas de mirar atrás para sentarme con Florencia, todos cotilleaban pero no sabía porque la verdad no le di importancia ni a los cotilleos, ni a la clase, estaba demasiado sumergida en mis pensamientos y en como empezaría mi conversación con Baltasar a pesar de que el confiaba en mí y yo en el las cosas siempre eran extrañas con él.

Por fin termino la aburrida clase (bueno siempre me había gustado pero esta vez se había hecho eterna) puse todos mis libros en el morral y Salí pitando de ahí, sentí como Florencia gritaba mi nombre pero la verdad no tenía tiempo para hablar con ella debía encontrar a Baltasar de inmediato en la cafetería o fuera de alguna de sus clases. Llegue a su clase de biología pero no se encontraba en el salón, asique me apresure a la clase de Eloana quizás estuvieran juntos pero tampoco estaban ahí asique me dirigí a la cafetería seguro estaban ya haciendo la fila o esperando para comer. Entre rápidamente y hice la fila que estaba súper larga, todos me observaban y hablaban bajito para que no los escuchara pero yo sabía que hablaban de lo que había ocurrido con Sam no preste mucha atención sería lo mejor, me compre un jugo de naranja, una ensalada de frutas y un brownie mi favorito con chispas de chocolate, me acerque a la mesa despacio y tratando de verme lo más normal posible debido a lo ocurrido esta mañana no quería verme como la loca del instituto.

Iba con la mirada gacha y aun pensando en lo que hablaría con Baltasar, levante la mirada y me petrifique ahí estaba él sentado con mis amigos y las personas que quería, mi ángel demoniaco, el verdugo de mis sueños, sus ojos verdes me miraban con un brillo de ¿misterio? ¿Desesperación? ¿Picardía? Mi bandeja se deslizo de mis manos y lo único que sentí por segundos las chispas electromagnéticas de nuestras miradas y mis manos que emitían ondas eléctricas a todo mi cuerpo haciéndome temblar.
Cap.9: Mascarada.
Estuve todas las horas de clase pensando en la respuesta que le daría a Caleb, sabía que él esperaba un sí y de hecho mi mente deseaba con todas sus fuerzas darle un sí, pero mi corazón quería un No, me molestaba que hubiese recurrido a Stefan había sido un tramposo, ambos lo eran pero ya me las pagaran – pensé. Pero la realidad era otra, yo no quería ir con Caleb quería ir con William o con mi ángel pensé dando un suspiro, deseche rápidamente ese pensamiento ¿Qué me ocurría? ¿Por qué vino ese chico a mi mente así de repente?

Salí de clases directo a la plazoleta había quedado de verme ahí con Caleb asique tal vez estaría esperándome, no podría demorarme demasiado porque Eloana y Florencia me ayudarían a comprar un vestido, ellas también debían encontrar el suyo. Llegue con la respiración a flor de piel, pero él no estaba. Me senté en el pasto a esperarlo.

-Hola – susurraron detrás de mí.

Me gire bruscamente pensando quien era porque estaba segura de que Caleb no era. Y ahí estaba mi diabólico y endemoniado ángel. Rogaba en mi interior para que alguien llegara a sacarme de mis delirios, porque realmente debían ser delirios los que tenía, no podía ser real aquel chico.

-¿Qué haces aquí? ¿Acaso me estas siguiendo? – dije con la voz al borde de la histeria.

-No, solo vengo a disculparme… sabia que te podría encontrar por aquí asique decidí venir a ofrecer mis más sentidas disculpas por haberte asustado.

¿Qué estaba pasando? ¿Aquel chico había ido a buscarme para ofrecer disculpas? Ahora sí que debían ser verdaderas alucinaciones, realmente estaba volviéndome loca.

-No juegues de nuevo conmigo, lo que sea que estés haciendo por favor déjalo ya. Todo el mundo me creerá loca, peor aún ahora que te estás apareciendo por todas partes.

-¿Crees que soy una aparición? – dijo en tono triste.

-Claro que lo eres. Como no vas a serlo si soy la única que puede verte- dije con pesar en mi voz.

-Lamento causarte tanto pesar Leticia.

Me miro entristecido y pude ver por fin esos hermosos ojos verdes con un sentimiento real, no un sentimiento de suficiencia o burla, sino que realmente sentía tristeza. Me encantaba la forma en que mi nombre sonaba en su voz, es mas quería que siguiera diciéndolo por toda la eternidad, sus labios color rojo amaranto eran perfectos se veían tan dulces y embriagadores, aquellos mechones de pelo que caían desordenados en su rostro, las pestañas largas, su piel que parecía de terciopelo. Mi autocontrol se encontraba hecho añicos, había olvidado lo hermoso que era ese ser, lo perfecto y misterioso que era; por sobretodo había olvidado el deseo que tenia de mantenerlo cerca, las ganas de que me rodeara con sus brazos, que me besara.

-Debo irme, nos volveremos a ver pequeña aunque tenga que quedarme sin alma – río de forma sarcástica.

No me dio ni siquiera tiempo de preguntar su nombre cuando ya había desaparecido como si la tierra se lo hubiese tragado. Mi corazón se aprisionaba, quería volver a verle como la primera vez que lo había visto en mis sueños, haría cualquier cosa por tenerlo cerca, esa sensación de desesperación era nueva para mi, jamás la había sentido antes y esto realmente me asustaba.

Me quede tumbada pensando miles de tonterías cuando alguien me hablo y por fin fui capaz de volver a la realidad.

-¿Leticia? Que haces ahí tirada en el pasto.

-Oh Caleb, no me había dado cuenta que habías llegado. Te estoy esperando desde hace bastante
–dije en tono de reprimenda.

-Lo siento es que el Sr. Lerner nos llamo a todos para ayudar a las chicas a llevar las cajas con la decoración del baile al gimnasio – dijo apenado.

-Okey no te preocupes, de todas formas ya estoy retrasada…

-¿Para qué? –interrumpió.

-Pues para escoger mi vestido o ¿quieres que me aparezca desnuda en el baile?

Él sonrió avergonzado. Entonces dijo:

-¿Eso quiere decir que vendrás conmigo?

-Claro que sí – le sonreí y le di un fuerte abrazo- pero si no llego antes de las 6 a casa las chicas me mataran, les prometí que llegaría temprano para reunirnos fuera de mi casa e ir a comprar los vestidos.

-¿Te puedo acompañar?

-¡Claro que no! Se supone que será una sorpresa.

-Okey creo que tendré que aguantarme hasta la próxima puesta de sol – dijo guiñándome un ojo.

Yo solo sonreí y me marche rápido a casa, las chicas ya deberían estar ahí desde hace rato. Y así fue, ahí fuera estaba Florencia y Eloana conversando animadamente quizás de chicos, vestidos, peinados y otros temas, mientras que yo no podía ni siquiera concentrarme en hablarles debido a mi fugaz encuentro con mi ángel misterioso. No podía dejar de visualizarlo en mi mente una extraña fuerza se aferraba a su recuerdo, como si le necesitase para respirar.

-Hola chicas, lamento el retraso pero…

-Nada de peros mejor si nos vamos rápido para comprar vestidos miren que el baile es mañana – dijo Florencia.

-Bueno a mi me encanta hacer compras de último minuto - soltó Eloana con una sonrisa.

-Okey vamos en mi auto, agradezcan que mi padre me lo presto.

Nos subimos al carro del papá de Florencia y nos dirigimos al centro de la ciudad ahí podríamos encontrar más de algún vestido entre tantas boutiques. Las chicas hablaban de cómo querían sus respectivos vestidos y de los accesorios que podrían usar podía oír todo eso pero a lo lejos, mi mente estaba fuera de ese ambiente se encontraba lejos pensando en aquel chico que había ido a pedirme disculpas por haberme asustado el otro día, en realidad yo lo odiaba desde aquel día que apareció con sus estúpidas ocurrencias pero ahora solo sentía compasión, pena por haber visto esos lindos ojos verdes llenos de culpabilidad. Cuando llegamos a la primera tienda trate de concentrarme solo en los vestidos para poder olvidar todo lo que ese chico me recordaba y hacía sentir.

Y empezamos la cacería de vestidos habían unos muy bonitos de color rosa pastel, verde limón, fucsia, negro, rojo, azul, largos, cortos, plisados, englobados de todas las formas y cortes posibles. Florencia se probó alrededor de 10 vestidos de diferentes colores hasta que por fin escogió uno de color rosa pastel, largo sin tirantes y con pedrería en la cintura. Le quedaba fabuloso, pero la verdad es que ambas nos vimos opacadas cuando Eloana salió a mostrarnos como se veía con el único vestido que se iba a probar, realmente parecía una diosa, era largo muy ceñido al cuerpo de color negro y pedrería plateada por todo el borde del busto de unos tirantes muy finos.

-WOW si que te ves fabulosa Eloana – dijo Florencia.

-Tú también Florencia, ese vestido te queda magnifico… creo que me llevare este ¿tú qué opinas Leticia?

-Pues me han encantado los dos vestidos, ambas se ven preciosas – conteste sinceramente.

-¿Tú cual has elegido? – preguntaron ambas.

-Pues no lo sé chicas, la verdad no me gusta ninguno de los que me he probado.

-Bueno no te preocupes, podemos ir a otra tienda y comprar uno muy lindo para ti – hablo
Eloana – ah y debemos comprar los zapatos y las mascaras.

-¿Mascaras? – pregunte.

-Claro, ¿Qué no sabías que la fiesta era una mascarada? – dijo flo.

-No, la verdad no tenía ni la menor idea.

Y era cierto, había estado tan absorta en mi misma que ni siquiera me había fijado que este baile seria con mascaras, de hecho no importaba mucho realmente pero me sorprendí de mi misma al ver que había olvidado por completo todo lo que ocurría en la escuela.

Eloana y Florencia tomaron los respectivos vestidos y fueron a pagarlos, salimos de la tienda directamente a otra que se hallaba al frente no era tan glamorosa como la primera pero quizás allí podría encontrar algún lindo y sencillo vestido. Entramos y al ver que no había nadie nos dirigimos rápidamente a la salida, entonces justo cuando procedíamos a irnos apareció una mujer de la nada dándonos un gran susto.

-Hola ¿Puedo ayudarlas en algo?

Las chicas me miraron para que hablara, pero aun estaba un poco exaltada para pronunciar palabras, aquella mujer era muy imponente. Eloana hablo por mí.

-Bueno la verdad sí, quisiéramos encontrar un vestido adecuado para la señorita – me dirigió una mirada mientras hablaba.

-Oh, claro creo que aquí podrían encontrar unos cuantos. Han venido bastantes chicas para comprar vestidos para el baile, tal vez encuentres uno que te guste- hablo la mujer en tono amable.

La vendedora nos dirigió a una parte especial donde se encontraban todos los vestidos de gala, tal como en la otra tienda había cientos de vestidos de diferentes colores y formas. Esto tomara una eternidad –pensé. Mi cara de pesimismo se noto demasiado.

-¡Oh vamos Leticia! Ya verás como encuentras algún vestido – dijo Florencia.

-Sí pero esto tomara horas además faltan los zapatos y las mascaras.

-Toma pruébate estos por mientras- dijo Eloana pasándome un montón de vestidos de diferentes colores.

Empecé a probármelos uno por uno, salía a modelarles cada vestido a las chicas – muy corto, no muy largo, demasiado escotado, horrible- fueron algunas de las criticas que me dieron.

Realmente de todos los vestidos que me probé no quedaba ni uno solo que pudiera decir que me gustara, esto era frustrante jamás me había preocupado tanto por el vestido para un baile, de hecho siempre compraba el primero que veía y si me quedaba bien lo llevaba. Cuando me había dado por vencida llego la vendedora con una bolsa de ropa en sus manos.

-Creo que este es el indicado para ti, lo estaba guardando para alguien que realmente lo necesitase – dijo la amable señora abriendo el cierre de la bolsa y sacando un magnifico vestido
color perla.

Era realmente hermoso, con encajes de color perla en el corsé, tenia diminutos brillos alrededor del corsé, una falda estilo medieval que caí en ligeros pliegues. El corsé tenía dos tirantes simulando unas mangas de hombro caídos, eran hechas de un genero transparente de color Gris perla. En la parte de atrás llevaba cordones de color plateado para apretar el corsé. La vendedora me lo tendió para que pudiera probármelo, Salí disparada al probador y me lo puse con mucho cuidado. Cuando estaba lista me mire en el espejo y apenas podía reconocerme, realmente me sentaba bien el vestido, me sentía como una verdadera doncella, me apresure a mostrárselo a las chicas y ellas me miraron con la boca abierta.

-Perfecta, te ves perfecta Leticia – dijo Florencia.

-Toda una princesa de época – dijo Eloana.

-¿Deberás? ¿No es muy anticuado? – pregunte.

-¡Claro que no! Es perfecto para la mascarada a Will… lo siento –dijo Florencia.

-No te preocupes Flo se que no quisiste decir eso.

Eloana nos miraba a ambas con tristeza, no sabía el porqué pero no quise preguntárselo. Seguí dando vueltas con mi vestido, me sentía guapa y nadie arruinaría aquel momento, ni siquiera el pensar en William, ni en mi ángel. Suspire.

-Bueno creo que podríamos comprar los zapatos aquí ¿No? – dijo Eloana al ver la sección de zapatos de gala que estaba a unos metros de la de los vestidos.

Nos probamos millones de zapatos, reímos y jugueteamos entre nosotras. Me lo estaba pasando súper con las chicas, Florencia fiel a su tono de vestido escogió unos zapatos de color rosa metalizados, Eloana escogió unas lindas zapatillas de taco aguja de color negras, mientras que yo escogí unas de color plateada con un taco regular, a pesar de que Caleb era lo bastante alto para mi, si escogía unos zapatos de taco como el de Florencia o Eloana quizás me vería más alta de lo que ya era. Pagamos nuestras compras y la vendedora nos deseo suerte, Florencia salió disparada a la tienda de accesorios donde podríamos encontrar las mascaras pero Eloana la detuvo.

-Florencia vamos a casa, ahí tengo algo que darles, créanme no se arrepentirán – dijo Eloana riendo.

Cuando llegamos a casa de Eloana todo estaba en una dulce quietud, eran alrededor de las 8 de la noche asique subimos directamente a su cuarto ni siquiera volteamos a saludar a los chicos cuando los vimos en el salón. Eloana se dirigió rápidamente a su armario saco un cofre de color rosa pastel con incrustaciones de plata en la parte superior, lo puso sobre la cama y saco miles de mini tesoros cada accesorio era único y especial, podía darme cuenta de que aquellas delicadas piezas no tendrían una gemela, eran únicas. Primero se dirigió a Florencia entregándole una máscara de color negro con unos brillos a su alrededor de colores rosa y plateados estos combinaban perfectamente con su vestido para el baile, también le dio un collar de perlas con sus respectivos aros, eran fabulosos.

-¡Gracias Eloana! Son unas perfectas perlas de imitación.

-¡Como crees que te daría perlas de imitación! Son reales y es mi obsequio para ti – dijo ella sonriente.

A Florencia y a mí se nos callo la cara al piso del asombro que ambas demostramos, Eloana le había regalado perlas carísimas a Florencia ella sí que era genial ninguna persona haría eso - al menos ninguna persona cuerda – pensé. Recordé cuando mi madre le prestó a Emilia sus pendientes de perla, casi se murió mi madre cuando supo que los había perdido, aquellos eran un regalo de bodas.

-¡Gracias Eloana eres un SOL! – salto Florencia a sus brazos.

-De nada y bueno pues ahora es el turno de Leticia, ni creas que te irás con las manos vacías – dijo mientras sacaba un cofre de color bronce.

-Eloana muchas gracias pero de verdad no es necesario.

-Claro que sí, no seas tonta además quiero hacerlo.

Me dedico una cálida sonrisa de esas que me recordaban tanto a William – Oh William – pensé y pegue un suspiro. Rápidamente dirigí la mirada a lo que Eloana estaba sacando del cofre, primero unos lindos aros de perlas me los paso para que los pudiera ver bien, luego una hermosa mascara del color de mi vestido con unos pequeños brillos de color plateado por todo el borde y por ultimo lo más hermoso que había visto, era una pieza única, delicada y perfecta, parecía irreal; era un hermoso adorno para el cabello en forma de Orquídea de color plata.

-Es hermoso, perfecto. No sé si lo sabías Eloana pero amo las orquídeas.

-Por eso te lo doy, además es una pieza única, es especial y delicada como tú. Está hecha de plata envejecida – hablo sonriéndome.

Parecía una boba, no podía dejar de ver aquel hermoso adorno lo tocaba una y otra vez con miedo de que de un momento a otro fuese a desaparecer. Tanto Florencia y yo estábamos sorprendidas por el hermoso detalle de aquella magnifica chica, de tan solo 15 años.

-¿De veras no te importa darnos estas cosas? – pregunte a Eloana cuando estábamos solas, debido a que Florencia se había ido a ver a Stefan.

-No, de hecho las tenía guardadas desde hace mucho y sé que ustedes les darán mejor uso que yo.

-Gracias de verdad nunca antes me habían hecho un regalo tan bonito –admití.

Después de eso bajamos juntas para yo irme a casa, se hacía tarde y como Florencia se quedaría un rato mas con los chicos preferí irme para no asustar a mamá, además había pasado la noche anterior durmiendo fuera asique lo mejor sería que diera señales de vida en mi casa. Al despedirme y salir al jardín de la casa me fije de nuevo en una de las ventanas, de hecho la misma que hace un día atrás se encontraba con la luz apagada inmediatamente cuando yo había llegado, ahora era igual, la tenue luz que alumbraba aquel cuarto se apago de golpe, podía sentí que entre las cortinas alguien me observaba. Camine rápido a casa, cuando al fin llegue entre y salude a mis padres, hablamos un poco de las actividades que realice en el día, les mostré mi magnifico vestido y después me fui a dormir. Antes de cerrar mis ojos me asegure de que no hubiese nada extraño en mi cuarto, a pesar de que Baltasar fue durante el día a inspeccionar la casa quería asegurarme por mi misma que no se encontraba ninguna sombra rara.

Mi sueño fue pasivo; hace cinco minutos atrás había sonado el despertador, sabía que tendría que ir a clases aunque solo fuera por medio día ya que a la tarde no tendríamos clases debido al baile. Me duche y arregle, la mañana seria aburrida quizás ni siquiera tendríamos clases. Cuando llegue al instituto llevaba 15 minutos de retraso y todos los alumnos de distintos años estaban fuera cotilleando acerca del gran evento de esta noche.

-¡Leticia, Leticia! Por acá Leticia - me llamaba una chica, era Florencia.

-Hola chicos, perdón no los he visto.

-No te preocupes si acabamos de llegar.

-¿Porque llegaste tan tarde?- pregunto Stefan.

-Me quede dormida solo eso ¿Por qué no ha entrado nadie a clases?

-Creo que la mayoría de los profesores están en consejo por lo del baile y no tendremos demasiado que hacer – contesto Stefan.

-Ah pues mejor me voy a mi casa ¿oye y los demás?

Me parecía extraño que no estuviera ni Eloana, Baltasar, Caleb y William.

-Eloana y Baltasar se han quedado en casa, Caleb aun no ha llegado y William esta por ahí – hablo Stefan apuntando a un grupo de chicos de ultimo año.

-Ah pues qué bien. Bueno lo mejor será que me vaya además tengo que ordenar mi cuarto antes de salir de casa hoy en la noche.

-Okey nos vemos a las 9 recuerda que pasaremos por ti – recordó Stefan.

Solo asentí y me gire, me fui a casa para tumbarme de nuevo en mi cuarto puse el estéreo a todo volumen y me olvide del mundo por unas horas, cuando mi estomago empezó a rugir baje a la cocina por algo de comer, vi una ensalada, tenía nervios por el baile de hoy no sabía porque pero los tenia asique mejor comería algo liviano. Me volví a encerrar en el cuarto y dormí un rato hasta que fuese la hora para empezar a arreglarme para el dichoso baile, eran las 7:30 y los chicos pasarían por mí a las 9 asique estaba bien. Tome una refrescante ducha después me bañe en loción con olor a fresas, me puse el vestido lentamente para no tirar de alguna de las costuras ahora el rollo seria como peinarme porque mi cabello estaba hecho un desastre, decidí que lo mejor sería empezar por un poco de maquillaje asique convine colores plateados con unos perlas formando un degrade en mis ojos, puse rímel, me delinee los ojos de color negro, por ultimo aplique el brillo labial, me puse el collar de mi abuela y las perlas que me regalo Eloana. Ahora faltaba mi cabello, no sabía si alisarlo o hacerme rizos, si llevarlo tomado o suelto, en estos momentos me hubiese gustado que estuviese Emilia ella sabría cómo arreglar mi cabello, de hecho ella era la que me asesoraba cuando necesitaba ayuda, debía reconocer que la extrañaba por muy alejadas que estuviésemos la extrañaba. Suspire, empecé a desenredar mi cabello me hice unos bucles y alise mi flequillo luego con unas simples trabas de color negro tome del lado derecho unos mechones de pelo y los agarre a la nuca para poder mantener firme el adorno de orquídea que me regalo Eloana. Estaba lista parecía una princesa sacada de un sueño, de mi propio sueño. Reí tontamente y baje las escaleras para modelarles a mis padres el atuendo completo.

-Te ves hermosa – dijo mi madre entre lágrimas.

-Una verdadera princesa, mi pequeña princesa se está convirtiendo en una reina –dijo papá.

Mientras me abrazaban y lloraban de emoción sentí que tocaban el timbre asique nos separamos rápido y fui a abrir; ahí estaba Caleb parado frente a mí con sus lindos ojos azules sonriendo como un bobo cuando me vio esto también me hiso reír a mí.

-Lista para irnos princesita – dijo

-Claro joven.

-Prometo que cuidare de ella – hablo Caleb dirigiéndose a mis padres. Ellos solo asintieron.

Nos montamos a una gran limosina blanca que estaba fuera de mi casa, me quede con la boca abierta porque pensé que iríamos todos en el auto de los chicos pero en realidad iríamos todos en la gran limosina. Caleb abrió la puerta para mí, entre y ahí pude ver a todos juntos a Stefan con Florencia que perecían unos actores de cine, Eloana y Baltasar (ellos irían juntos porque Eloana había rechazado a los demás chicos que la habían invitado) entonces en una esquina vi a William y el estaba riendo a carcajadas con una chica de pelo rubio, tan plástica como siempre, era Samanta mi rostro se descompuso inmediatamente y unas lagrimas delatoras trataron de caer de mis ojos, me puse inmediatamente la máscara para que no rebelara mi tristeza. Eloana fue la única que se dio cuenta y apretó mi mano fuertemente para demostrarme su apoyo. Entonces la oí hablar.

-Creo que la máscara se usa cuando estemos en la mascarada, no cuando compartes con tus amigos en el auto ¿No crees Will? – hablo la estúpida de Sam

Quería sacarle los ojos y peor aun quería sacarle los ojos no solo a ella sino que a William también, ¿Cómo podía hacerme esto? ¿Por qué ella? Habiendo tantas chicas lindas en el instituto porque tenía que haber escogido a la estúpida de samanta, yo había confiado en él, le había contado todo acerca de esa chica, sabía que nos llevábamos mal ¿acaso este era su castigo para conmigo? Eloana me salvo del mal rato diciendo que era decisión de cada uno usar o no la máscara a la hora que se le antojara. Asique Sam no volvió a hablar en todo el camino, mientras que las otras tres parejas que estaban ahí se la pasaban de lo mejor yo iba absorta en mis pensamientos, tenia rabia mucha rabia, Caleb sentía la tensión que había a mi alrededor asique tomo mi mano y me apoye en su hombro, era tan apacible estar a su lado.

- Gracias – le susurre al oído.

-De nada preciosa.

Pude ver como William nos miraba de reojo cuando yo estaba apoyada junto a Caleb. Esto me molestaba ¿que se creía? ¿Por qué me miraba después de todas las actitudes horribles que tenia? Lo mejor para ambos seria mantenernos distanciados ya había tenido suficiente por esta noche. Por fin llegamos al instituto la limosina aparco justo en la entrada del gimnasio asique no tuvimos que recorrer todo el patio para poder llegar, Caleb tomo mi mano y bajamos para proceder a entrar al baile. Mientras caminábamos mi mirada se poso en un chico, muy alto y que llevaba una máscara de color negro y rojo, era realmente atrayente, sentía una fuerza magnética frente a aquel chico. Rápido volví mi mirada a Caleb al ver que ese chico misterioso posaba sus ojos en mí.

Todo estaba maravillosamente decorado habían mesas con ponche y pequeños dulces en cada
esquina, un lugar especial para sacar fotos con un fondo de corazón, pequeñas mini estrellas de papel brillante decoraban todo el techo del lugar una esfera gigante en el centro de la pista y el escenario parecía un teatro decorado con cortinas de color rojo y múltiples mascaras colgaban por todo alrededor.

-¿Quieres bailar? – pregunto Caleb.

-Claro.

Me guio de su brazo hasta la pista de baile y empezamos a bailar, me aferre a sus hombros al ver que Sam estaba a nuestro lado a punto de darle un beso a William, él solo me sostuvo delicadamente y empezó a bailar lejos de aquel lugar, estuvimos casi dos horas completas bailando sin parar asique era tiempo de un descanso. Caleb fue por unas bebidas y yo le esperaba sentada en una esquina del gimnasio cuando lo vi otra vez, aquel mismo chico de la entrada estaba ahora en la otra esquina cruzando la pista observándome fijamente entre las sombras. La curiosidad me mataba quería saber quién era y porque me atraía tanto, no me lo pensé ni dos veces y me dirigí hasta el.

Estaba de pie en el centro de la pista de baile con mi magnifico atuendo para la fiesta, todos me observaban yo solo le buscaba, había perdido el contacto visual. De pronto alguien apareció frente a mí con un traje negro, una máscara de color negro y rojo, me observaba posesivamente tomo de mi cintura y empezamos a bailar. Me sentía como en las nueves flotando delicadamente con cada giro que daba junto a mi pareja de baile podía sentir las miradas de todo el mundo pero en ese instante solo éramos él y yo, la canción termino él se esfumo por entre las personas y yo me quede ahí parada esperando que regresara, los mismos sentimientos que me invadían con el ángel destructor me invadían con este chico y la misma pregunta se hacía en mi cabeza ¿Quién
era?

Cuando vi que Caleb aun no regresaba con las bebidas decidí ir a buscar al misterioso chico de la mascarada. Empecé mi búsqueda por las mesas de bebidas, luego por la pista de baile pero no estaba, había perdido las esperanzas cuando lo vi apoyado a la puerta que juntaba el gimnasio con las aulas de clase, entre las sombras me hiso una seña y yo le seguí mi corazón latía desbocado al haberlo visto, a escasos metros de distancia vi que abrió la puerta dirigiéndose al pasillo que conectaba a las aulas lo seguí sin preguntarme porque lo había hecho ahora por fin podría saber el nombre de aquel desconocido. Me pare en seco cuando llegue a una de las escaleras que daba al segundo piso, sentía una extraña presencia detrás de mí. Me gire y ahí estaba observándome con sus posesivos ojos.

-¿Cómo te llamas? – pregunte rápido.

-Eso no importa ahora – contesto.

Me quede en shock, su voz era extrañamente familiar, era la voz del ángel estaba segura de eso. Todo paso muy rápido, me empecé a marear, me sentía confusa entonces él se acerco a mí, me tomo con una mano por la cintura y con la otra acarició mi mejilla. Lo tenía a centímetros de mi, su olor era embriagador tal y como le recordaba su piel se veía tan suave y delicada, los ojos verdes relucían a través de la máscara, sus labios rojos, perfectos mezclados a su frío aliento me hacían desearle cada vez más, mi mente divagaba de lo racional a lo irracional, cada vez perdía más la parte racional. No me resistí no pude ni siquiera decirle que se alejara o pegarle para que me soltara; me beso con la misma pasión que había estado deseando desde el primer momento en que lo vi, su beso sabia a dulzura con una mezcla de peligro, nuestra respiración era una sola su mano se deslizaba desde mi mejilla hasta mi cuello, nos complementábamos como dos piezas de un rompecabezas. Se separo lentamente de mí y se saco la máscara.

-Lo siento Leticia pero no podía más – dijo en su melodiosa voz.

Yo no podía hablar, estaba sumergida en un mar de pensamientos cuando le escuche gritar desde el otro lado del pasillo, era Caleb junto a William y Baltasar. Aquello sí que era raro.

-Hey tú, suéltala! – grito Caleb desde el otro extremo.

-Debo irme, nos vemos el lunes – dijo él. Y se marcho subió las escaleras, se fue sin dejar rastro.

Me quede ahí saboreando mis labios que aun tenían su dulzura y su aroma, estaba tan absorta en ese ángel que ni siquiera me había dado cuenta de cuánto tiempo llevaba fuera del baile, Caleb se acerco y me abrazo con fuerza como si temiese por mí.

-¿Qué sucede? ¿Por qué están tan alterados? – pregunte

-¿Qué te ha hecho? ¿Te ha dañado Leticia? – preguntaron William y Baltasar.

-No, claro que no. Solo… yo solo… estábamos hablando y luego aparecieron ustedes.

No podía decirles todo aquello que me había sucedido ahí, no podía decirles que había sido mi ángel, el mismo de mis sueños y el mismo de mis apariciones de días atrás. Baltasar se preocuparía demasiado si le decía, además él era el único que confiaba en mí ¿Debería decirle? ¿O mejor me quedaba callada? Me sentía fatal, sentía que lo traicionaba, el que había sido el único que había creído en mis delirios pero no podía contarle acerca de mi beso con ese misterioso ser, eso era algo intimo. Suspire. William me lanzo una mirada envenenada, como si hubiese escuchado todo mi dilema interno.

-Creo que lo mejor será que nos vayamos – dijo William serio.

-Sí es lo mejor – hablo Caleb.

-¿Pero qué ha pasado? ¡DIGANME! – les grite.

Todos me miraron con pánico en los ojos y me asuste de ver sus rostros.

-Han encontrado al Sr. Lerner muerto detrás de escenario, todos están muy desconcertados.
Debemos irnos Leticia este lugar puede estar con algún sicópata –dijo Baltasar.

-Me tenias tan preocupado Leticia pensé que algo malo te había sucedido – hablo Caleb mientras me abrazaba.

Cuando nos dirigíamos a la puerta de salida un viento helado se metió por una de las puertas que estaba al otro extremo del pasillo y el miedo empezó a invadirme, me sentía mareada y todo me daba vuelta escuchaba a William diciéndole a Caleb que me sacara pronto de ahí, después de eso todo quedo en Oscuridad.
Hellousss! ^ ^
Hola Niñas ... duuuh primero me disculpo por Tenerlas abandonadas por tanto tiempo
segundo me disculpo POR QUE MI QUERIDO AMIGO no subio los caps como debia porque
se fue de Farra... pero bueno no entrare en discuciones con esto! Jajajaja!

Chicas he vuelto de mis mini-vacaciones con MIL kilos de más y un dolor de estomago enorme pero no me Arrepiento de haber comido como si fuera el fin del mundo, en realidad es el fin de mi peso... jejejeje... Esta entrada era para informarles que llegue sana y salva (para las qe kisieran saber) y que Hoy en la noche subire el capitulo que les debo! Asique preparense para el cap. numero 9 !!

Cuidense muxo !

Atte.

Yop!
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Cap.8: Discusiones, Secretos y Citas.
Llegamos a la cafetería, tenía claro que Florencia iría a sentarse con Stefan y que William estaría en aquella mesa, tal vez esa sería la oportunidad para conversar. Debía hacerlo de alguna forma asique trate de no darle tantas vueltas al asunto, me prepare para decirle todo lo que pensaba acerca de él y de sus actitudes para conmigo. Cada vez nos acercábamos más a su mesa pero algo extraño pasaba ya no la ocupaban dos personas sino que cuatro, Baltasar se sentaba al lado de William y a su costado se hallaba una muchacha; no debía tener más de 15 o 16 años era totalmente perfecta, hermosa en cada ángulo que se le mirase, rubia de cabello largo que le llegaba a la cintura, unos ojos grandes de color azul cielo como los de Baltasar, su mirada era cálida y sincera, la piel del color de la tiza se veía tan suave que daba miedo tocarla, su sonrisa era como la de William casi tanto o más atrayente. Era una diosa.

-¡Hola! ¿Tú eres Leticia no? – me pregunto aquella chica.

-Sí, soy Leticia perdón pero ¿Quién eres?

-¡Oh chicos! ¿Cómo no le han hablado de su maravillosa hermana a Leticia? – dijo en tono de reprimenda.

-Claro que le hablamos de ti, pequeña entrometida – contesto Stefan mientras acariciaba el cabello de Florencia.

Ellos estaban totalmente sumergidos en sus miradas, Stefan en la de Florencia y ella en la de él. Por el contrario Baltasar solo miraba a aquella joven y por lo que había escuchado ella era su hermana menor, Eloana, aquello realmente estaba muy raro, Baltasar no le miraba como una hermana sino que como si fuese lo único importante, como si ella fuese su razón de vivir. Y ahí estaba él, William con su mirada perdida sin siquiera dedicarme una sonrisa o un simple hola, esto sería peor de lo que pensaba, más cuando había tanta gente en aquella mesa. Me dedique a ser simpática y dirigirme la mayor parte del tiempo a la nueva chica, trataría de ser lo más sociable posible.

-Asique tu eres Eloana, pues gusto en conocerte ¿Cuándo llegaste?– le dije sentándome al lado de William, como si nada hubiese pasado entre nosotros.

-Pues sí, esa soy yo, la pequeña y linda Eloana. Llegue este lunes pero hoy me incorpore a clases – dijo ella sonriente.

-Querrás decir la pequeña entrometida – volvió a repetir Stefan.

Todos nos miramos y reímos, trate de mostrarme lo más indiferente posible a William y estuve a punto de conseguirlo pero algo ocurrió. Me tomaron por el brazo, me petrifique, creí que era aquel chico de nuevo, sentía como todo me daba vueltas William noto mi reacción y casi por arte de magia se paro y aparto de un empujón a la persona que me había tomado del brazo. Casi me sentí aliviada al principio pero después me arrepentí, no era aquel ángel destructor sino que era Caleb, mi supuesto nuevo mejor amigo.

-¡Oh Caleb! – exclame.

Me pare rápido para ayudarle a incorporarse, después de todo se lo debía. Mire a William con recelo y me apresure a ver si Caleb tenía alguna herida o algo, sabía que estaba exagerando pero prefería cerciorarme por mi misma. William me miro desconcertado.

-¿Oye que te pasa? – le dijo él a William.

-Que acaso no te fijas que las ha asustado, aléjate de ella – hablo William con una voz imponente, como si yo le perteneciera.

-No es cierto - dije – no me ha asustado tú has sido el que lo empujo sin razón. Además no tienes porque decirle que se aleje de mí.

-Ahí por favor Leticia deja de fingir ¿quieres? Sé que te ha asustado, lo vi en tus ojos.

El tenia razón, me había asustado pero solo porque yo pensaba que era otra persona y no el simpático de Caleb, pero él no se saldría con la suya no después de haberme ignorado todos estos días. Él no era nadie para decirle al resto que se aleje de mí. Podía sentirlo, sentía como el vomito verbal iba a salir.

-No interpretes nada de lo que veas en mis ojos, no te metas en mi vida, no tienes porque decirle a las personas que se acerquen o se alejen, no tienes derecho sobre mí… Tú que me has ignorado todos estos días, que ni siquiera has sido capaz de decirme que no quieres ser mi amigo para así yo poder quedarme en paz conmigo misma y no recriminarme que yo soy la culpable de todo. Tú no sabes nada de mi William Lazareto asique ¡Déjame en Paz!

Se lo solté, le solté todo lo que había guardado durante estos días, me sentía tan bien al haberle dicho todo lo que pensaba, me había quitado un peso enorme o al menos eso sentía por el momento.

Agarre todas mis cosas y tome la mano de Caleb que me miraba atónito; en todo caso no era el único, todos me miraban con el asombro marcado en los ojos, todos menos Baltasar. Era como si él hubiese sabido todo el tiempo que aquello iba a pasar, pero en realidad en este momento me importaba un comino lo que el resto pensara. Procedí a salir de ahí mientras William solo articulo dos palabras.

-Leticia perdón – fue lo único que salió de su boca.

Me dirigí al pasillo aun con la mano de Caleb entrelazada a la mía, el solo me seguía sin decir nada, podía sentir la presión de su mano cuando yo ejercía más presión sobre la de él. Entonces me desplome, las lagrimas salieron anegadas, mi vista se había nublado completamente yo solo quería llorar por la rabia contenida en mi cuerpo. Una reacción inesperada de parte de mi acompañante, mejor dicho no inesperada sino que me sentí asombrada frente a aquel abrazo; sentía sus brazos tan firmes rodear mi cuerpo, el apoyaba su mentón en mi cabellera y yo ocultaba mi rostro en su pecho. Me sentía en paz, aquel chico me hacía sentir protegida. Lloraba como una niña cuando le quitan su muñeca favorita.

-¡Vamos cielo, llora! Desahógate todo lo que quieras.

Me llevo fuera del instituto, caminamos un poco hasta llegar a la plazoleta que se encontraba a unas cuantas cuadras y nos recostamos en el pasto, yo apoye mi cabeza en su pecho mientras él me acariciaba suavemente los hombros. No sé cuánto tiempo estuve llorando, quizás fueron horas pero podía sentir que la rabia y la pena se apaciguaban en mi corazón; por fin estaba lista para hablar, lo primero que dije fue una niñada pero sabía que Caleb reiría después de aquella horrible situación por la que le había hecho pasar en su primer día de instituto.

-Creo que tendré que regalarte una nueva camisa, esta ha quedado arruinada por mis estúpidas lagrimas… aparte de todo aquello, ya debes odiarme – le dije con una voz más tranquila.

-No seas tonta, jamás podría odiarte y por la camisa no te preocupes, tengo otras- dijo él en tono burlón.

-¿Qué ha pasado con aquel chico? ¿Porque te ha dejado de esta forma? ¿Qué te ha hecho?

-Me ha rechazado – susurre.

-Es un tonto al haberte rechazado, eres la mujer más hermosa del planeta. Espera que se las verá conmigo.

-No te burles Caleb, además yo sola me ilusione con la posibilidad de ser amigos o algo más.

-En primer lugar no me burlo, eres hermosa y en segundo ¿él te gusta mucho no? – dijo en tono triste - La verdad me gustaba bastante pero por su forma de ser conmigo, con el sentía que por fin tenía un verdadero amigo, podía ser yo misma, pero todo quedo reducido a cenizas y lo peor es que no sé porque.

-Tranquila pequeña, ya verás como todo se calma y pueden volver a hablar.

-Gracias – susurre.

Sentí como su pecho se hinchaba. Entonces me acomode hasta llegar a su hombro izquierdo, el me abrazo, yo solo cerré los ojos y suspire. Con Caleb todo era tan apacible, lo conocía apenas hace unas horas atrás pero le quería. Caí media inconsciente, en un sueño tranquilo a su lado, podía sentir como acariciaba mi cabello, mis pómulos, mi nariz, mi mandíbula, mi cuello y luego mis labios; su dedo índice no se separo de mis labios, trazaba líneas en ellos una y otra vez, como si quisiera recordarles por siempre. Y sucedió, en un solo segundo sentí sus cálidos labios sobre los míos, todo mi cuerpo se crispo, me desperté de un salto y lo aleje de mí.

-¿Qué has hecho? – hable asombrada.

-Lo siento Leticia es que no podía más – respondió el avergonzado.

-Esto no está bien Caleb, apenas y nos conocemos además no deberías haberme besado ¡Yo no quería!

-Lo siento pequeña, perdóname por favor.

-¿Sabes? Creo que lo mejor será que me vaya, se ha hecho bastante tarde- dije tratando de suavizar esa incómoda situación, le había tomado mucho cariño a Caleb pero yo no deseaba que él me besara. Tal vez le he dado una mala impresión – me dije a mi misma.

-Leticia por favor discúlpame, no he querido hacerlo sin tu consentimiento.

-Pues si ese hubiese sido el caso no lo habrías hecho – le dije algo ofuscada – lo mejor será que me vaya y no te preocupes por mí. Adiós.

Se quedo ahí viendo como me paraba y me iba. A pesar de todo no me había enojado tanto con él, pero de veras que con aquel estúpido beso las cosas habían cambiado un poco, hubiese sido tan distinto si William, en vez de Caleb, me hubiese besado hace algunos días atrás. Suspire al cielo mientras caminaba de regreso a casa. Se había oscurecido bastante tenía claro que mi madre debía de estar preguntándose donde estaba, peor si había llamado a Florencia para preguntar si me encontraba en su casa.

Llegue a casa a eso de las 8 de la noche, lo más extraño era que no había nadie en casa, ni mamá, ni papá, ni siquiera estaba el hostigoso de Frederick. Me fui rápido al cuarto de baño para tomar una ducha caliente, mi cuerpo lo necesitaba casi con urgencia, asique empecé a llenar la tina mientras iba a buscar mi toalla. Me quite la ropa y me metí a la tina, oh dios se sentía tan relajante, por fin sola me dije a mi misma. Después de haberme aseado y relajado fui a mi cuarto a ponerme el pijama, de repente mi habitación estaba fría como un cubo de hielo, procedí a vestirme lo más rápido posible para ir a comer algo, baje las escaleras. Cuando entre en la cocina pegue un grito ahogado, vi una sombra horrenda de espaldas a mí parada junto a la puerta, trate de ocultarme dentro del armario que estaba cerca, para que aquella cosa no se fijara en mí – aunque sería un poco difícil con el grito que pegaste Leticia – pensé.

Tenía miedo, podía sentir como mis músculos se contraían, primero había sido aquel chico de mis sueños en la mañana y ahora esto; algo raro me estaba pasando, lo sabía, lo peor era que solo yo veía aquellas cosas todos me tomarían por una loca si les contaba, todos menos una persona, alguien que si se había preocupado por la visita del ángel, Baltasar. Trate de salir sin hacer el menor ruido, la sombra seguía en el mismo lugar, me dirigí a la puerta de la calle y Salí pitando de casa, sabía que tal vez Baltasar no me haría mucho caso pero al menos debía intentarlo.

La casa de la abuela quedaba como a 15 minutos, me apresuraría lo mas que pudiera para llegar hasta allí, el miedo me estaba consumiendo, mi corazón se aceleraba con cada latido hasta que por fin llegue, la casa se veía tan iluminada, no la recordaba de esa forma desde que la abuela se había ido era tan frustrante saber que al entrar ahí de nuevo ella ya no me estaría esperando. Golpee la puerta como una histérica, la verdad no tenía ni la menor idea de que pinta traía pero no me importaba, lo único que quería era poder hablar con la única persona que había creído en mis delirios, mientras golpeaba la puerta la luz de uno de los cuartos se apago rápidamente y pude ver a alguien escondiéndose entre las cortinas. William pensé.
Por fin me abrieron la puerta, era un hombre muy alto y como de unos 36 años hermoso como todos los demás de su familia, en realidad no sabía quién era pero no me importaba lo único que quería era a Baltasar. Me miro algo asombrado y por fin me hablo.

-Buenas noches ¿Qué desea? – hablo en tono muy educado.

-Disculpe la interrupción pero necesito hablar con Baltasar, es urgente.

-Claro, pase por favor.

Me hizo pasar dentro de la casa, estaba tan cambiada, la habían remodelado completamente pero se veía realmente mágica. Parecía una lujosa casa sacada de catalogo. Me senté en el sillón de la sala mientras él me pasaba una manta.

-Creo que lo mejor será que te abrigues, ahí afuera hacía mucho frío, tus labios están morados – me dijo el sonriendo. Tenía la misma cálida sonrisa que William y Eloana. Su padre pensé.

-Gracias – dije mientras me enrollaba dentro de la manta. Hasta ese momento no me había dado cuenta que en realidad tenía mucho frío.

-Iré por Baltasar, me dices tu nombre por favor.

-Soy Leticia.

El señor me miro algo esperanzado y asustado, en realidad se fue inmediatamente a buscarle, como si al decir mi nombre hubiese provocado alguna reacción extraña. Tal vez el ya sabía de mi, por los chicos - me dije.

Llegaron al instante me asuste al verlos a todos ahí rodeándome, no solo estaba Baltasar, sino que William, Stefan, aquel hombre y Eloana también. William se acerco a mí con el dolor marcado en el rostro, me abrazo tan fuerte que pensé que me iba a romper al sentir sus brazos rodeándome. Se separo rápidamente y hablo. Los demás solo observaban.

-¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?

-Perdón William pero quisiera hablar a solas con Baltasar – dije en tono cortante.

Él me miro con más pena y dolor, la verdad es que a mí me dolía más decirle aquello, pero no era posible poder entenderle y él no me creería si le contaba lo sucedido. Debía dejar de tratar de ser amiga de William el no me había dicho nada, pero entendía que quería mantenerme lejos, por eso me extrañaba sus reacciones.

-Claro – dijo él.

Todos procedieron a irse y me dejaron con Baltasar. El se acerco a donde yo estaba sentada y me tomo la mano como lo había hecho esa vez que habíamos hablado en mi casa, sentí tranquilidad al fin. Le sonreí y a pesar de que no éramos amigos, de hecho yo pensaba que él me odiaba, me tire en un abrazo hacia su persona. Río junto conmigo, me sorprendí de todo eso.

-Lo siento – le dije separándome de él.

-No te preocupes, además no estás aquí para pedir disculpas o ¿me equivoco?

-Pues la verdad no. Baltasar necesito que me creas, por favor. Sé que nunca me has soportado pero de verdad necesito que creas en mí, creo que me estoy volviendo loca – dije en tono triste.

-Leticia no es que no te soporte, es que tu no me haces caso cuando te he advertido, eres una chiquilla muy terca, pero no estás aquí para hablar de esto asique te escucho – lo dijo con tanta seguridad que al fin le solté todo.

-Debo empezar por la vez que soñé con mi ángel o debería decir mi demonio, es horrible, fue horrible la sensación de desesperación que sentí Hoy, luego esta aquella sombra que vi hace unos momentos atrás en casa… pensé que me iba a morir del miedo. Y no se...

-ALTO – dijo él – ¿de qué hablas? Explícate Leticia.

-Aquel ángel del que yo hablaba en mis sueños, se me apareció Hoy en la mañana en carne y hueso, me dijo cosas muy extrañas, sentía pánico de estar cerca de él pero no por lo que ocurría sino porque le deseaba, lo quería junto a mí, quería que me tocara, que me besara con desesperación. Luego está el tema de que él quería beber mi sangre, pensé que estaba jugando cuando dijo aquello entonces le dije que ya había bebido demasiado en mi sueño su cara se helo y solo me miraba desesperado y ahora aquella sombra que hay en casa, estaba histérica Baltasar, nunca me habían ocurrido cosas tan extrañas, sentía que si no salía rápido de casa, algo malo me pasaría. No sabía a quién recurrir y luego recordé que tu habías sido el único que creyó en mi… y pues vine a buscarte – dije sincerándome con él, lo máximo posible.

-Leticia, no debes volver hoy a tu casa, no hasta que sepas que pasa ahí – dijo en tono sombrío.

-¿Qué? Pero que les digo a mis padres ¿Dónde quieres que me quede?

-Aquí – contesto él.

-Baltasar no puedo, la situación con William se me hace insostenible, como quieres que me quede en su casa, además no se qué pasa en casa y mis padres se enojaran si no me ven. Creo que jamás sabré que pasa en casa.

-Yo sí, Leticia te contare un secreto, pero debes jurar que jamás lo revelaras.

Aquello realmente se me estaba yendo de las manos, yo sabía que podía confiar en Baltasar, de hecho por eso lo había ido a buscar, pero no entendía porque. Ahora el me diría el motivo.

-Leticia, tengo un don, puedo controlarlo todo. Cuando digo todo es todo, sentimientos, actitudes, reacciones, incluso puedo distinguir el aura de las personas. Yo puedo saber que ocurre en tu casa.

-¿Hablas en serio?

-Sí, se que te parecerá una locura pero es la realidad. Nadie debe saberlo.

El me miraba como si esperase una reacción de asombro o ridiculez, la verdad yo igual esperaba esa reacción, pero en realidad yo siempre había sabido eso, en el fondo yo sabía que Baltasar era especial y quizás sus hermanos también. Por ahora solo podía creerle.

-Está bien, te creo. De hecho creo que siempre lo supe, pero ahora no es momento de hablar de aquello, debo echarles una muy buena mentira a mis padres. Además se supone que es un secreto y de los secretos no se puede hablar- le dije sonriente.

-Gracias – dijo él.

-¿Cómo le digo a mis padres? ¿Qué les digo?

-Creo que deberías llamarle a Florencia y decirle que si tus padres llaman les diga que te quedaras a dormir ahí por un trabajo para el instituto. Luego llamas a tus padres y les dices que dormirás en casa de Florencia, por un trabajo.

-Pero no me dejaran, los conozco, además mañana hay instituto y no tengo nada para ponerme, no puedo faltar Baltasar – dije caprichuda.

-No te preocupes, Eloana y mi madre, Camile pueden prestarte algo de ropa.

Lo mire algo ofuscada, pero después de todo el plan no estaba mal, la verdad no quería volver a dormir en casa, al menos por hoy. Estaba aterrada por lo que sea que me estuviese pasando.

-¿Mamá? Soy Leticia.

-Leticia Bertoglia ¿dónde te has metido?

-Lamento preocuparte pero me quedare a dormir aquí en casa de Florencia, debemos terminar un informe importante para mañana no te enojes ¿vale? – trate de sonar lo más convincente posible.

-mmm… ¿estás segura que estarás en casa de Florencia?

-Sí mamá.

-Bueno si es por un trabajo para el instituto, está bien puedes quedarte, nos vemos mañana cariño.

-Okey mamá, buenas noches.

Colgué rápido para que no siguiera con el interrogatorio y me dirigí de nuevo al sillón donde ahora estaba Baltasar y Eloana.

-Listo, se lo trago.

-Bueno eso está pero muy bien creo que eres una buena mentirosa – dijo Eloana regalándome una de esas sonrisas que me recordaban a William.

-¿Dónde dormiré? – pregunte.

-Pues conmigo – dijo Eloana – te encantara mi cuarto es precioso. Aunque no es el mejor pero aun así está bien.

Y claro que tenía razón, el cuarto de Eloana era precioso, dormía en el antiguo cuarto que ocupaba mi hermana Emilia cuando íbamos de vacaciones allí. Tenía una cama estilo medieval, muy grande con un cobertor de color blanco invierno, un hermoso closet sacado de la época medieval junto con un tocador y su banquito, encima de este había un espejo y cepillo muy antiguo de plata pura. Entrar en aquella habitación era como entrar a un mundo paralelo de magia, me sentía una verdadera doncella del siglo XVI. Ella me sentó en su banquito frente al tocador y empezó a desenredar mi cabello con aquel cepillo de princesa; me sentía extraña, por momentos pensé que ella no era una chica de 15 años, parecía más bien una mujer adulta que cepillaba el cabello de una hija o una hermana.

-Estas hecha un Lío ¿no? – pregunto ella.

-La verdad si, lamento que tengas que dormir conmigo hoy.

-Oh no seas tonta, me encanta la idea a veces me aburre pasar tanto tiempo con puros Hombres, hoy será diferente podremos ser como hermanas – hablo mientras cepillaba mi cabello.

Al ver el contraste de mi pelo castaño con sus pálidas manos me recordaba lo distinta que éramos, ella era hermosa mientras que yo era solo una típica adolescente mediocre.

-Vez has quedado hermosa, como una verdadera princesa.

Cuando mire en el espejo, me sorprendí de mi propio reflejo, ella había trenzado mi cabello de una forma extraña, que se usaba hace siglos atrás, realmente me veía bien. Luego de eso me paso un camisón de seda blanca con encajes, muy bonito para que pudiera cambiármelo; mi ropa estaba hecha un lio, la verdad que el pantalón de mi pijama estaba completamente sucio. Me lo puse sin siquiera reclamar. Entonces Eloana me miro y sonrió.

-Ven, vamos para que los chicos te vean.

-¿Qué? No, estás loca. Como vas a mostrarme en camisón, se supone que voy a dormir no a exhibirme.

-Ah Leticia no seas niña, además todos deben ver lo hermosa que eres.

Me empujo fuera del cuarto para arrastrarme por las escaleras, estaban todos abajo. Stefan estaba junto a Baltasar en el sillón, el señor de la puerta estaba de pie al lado de una mujer de unos 34 años igual de hermosa que todos los que se encontraban en aquella habitación y ahí estaba William mirando al piso sumido en un mar de pensamientos.

-Les presento a la nueva y renovada Leticia – hablo Eloana, como si presentara a su más grande obra.

Todos me observaban con el asombro marcado en el rostro, como si hubiesen visto a un fantasma. Sentía como mis mejillas se iban poniendo rojas de la vergüenza ¿Qué les pasaba? ¿Tan mal me veía? Además ¿solo estaba en pijama, no era la gran cosa?

-Perfecta – dijo William, me miraba como si le recodara a alguien.

-Lo sabía, sabía que te verías hermosa en pijama – sonrió Stefan haciéndome una broma.

-Bueno creo que Leticia está harta de sus miradas, mejor será que te presentemos a el resto de la familia – dijo Baltasar dirigiendo una mirada hacia mí – ellos son Alistar y Camile, nuestros padres.

-Gusto en conocerte Leticia – dijeron ambos al mismo tiempo.

Les devolví el saludo con una sonrisa, ellos luego se excusaron que estaban muy cansados asique subieron a dormir. La verdad no podía concentrarme porque la mirada de William era realmente absorbente, era como si cada partícula de mi ser hubiese sido absorbida por su mirada, a los instantes él se retiro asique trate de controlar mi nerviosismo. Rápidamente le dije a Stefan que quería hablar con él, asique nos acercamos al sillón para poder hablar. Le había prometido a Florencia que iría con Stefan al baile de este viernes, asique debía cumplir mi promesa fuese como fuese.

-Stefan yo quería pedirte algo – comencé.

-Alto, sé que soy irresistible – dijo burlándose – pero sí creo que me invitaras al baile te digo que No porque Florencia es mi prioridad, mañana se lo pediré.

Casi me leyó el pensamiento, realmente me sentía aliviada porque él la llevaría por su cuenta y no porque yo se lo hubiese pedido como un favor.

-No seas tonto, yo solo iba a pedirte que invitaras a Florencia al baile y pues me has facilitado el trabajo. Jamás iría contigo. Pero debo preguntarte ¿porque no se lo pediste antes?

-Pues porque quería que se desesperase un poco – dijo el guiñándome un ojo. Reí como una estúpida.

-Eres un tarado lo sabes ¿no?

-Claro que lo sé, por eso te caigo tan bien.

-Tienes razón, me vuelves loca… no se qué haría sin ti – le dije tirándome en sus brazos mientras los dos reíamos.

-Oye y tú ¿con quién iras? – pregunto él.

-Con nadie, yo no iré al baile además ni siquiera tengo un vestido, ya está muy encima para poder encontrar uno.

-¿Entonces aun no tienes pareja? Cool

-No no la tendré, como te dije ni siquiera tengo un vestido.

-Yo puedo ayudarte, además tengo que comprar el mío – salto Eloana.

Realmente Stefan tenía razón al decir que era una entrometida, siempre estaba pendiente de todo lo que pasaba a su alrededor, pero me caía bien. La mire y negué con la cabeza, ella solo asintió y se quedo conversando con Baltasar en el otro lado del salón.

-Stefan, puedo preguntarte algo.

-Claro pequeña.

-¿William ya tiene pareja?

-No lo sé, pero creo que sí – contesto muy serio.

-Oh… - fue lo único que pude articular. La expresión de mi rostro cambio drásticamente.

-No te pongas así Leticia, se que ustedes están peleados pero William es muy terco.

-No te preocupes, no me afecta. Bueno pues ya es tarde creo que lo mejor será que vaya a dormir.

Eloana me tomo del brazo y subimos rápido a su cuarto, me arropo como una madre arropa a su pequeña hija y caí rendida. Mi sueño fue apacible pero a pesar de todo sentía que alguien me observaba tal vez realmente estaba paranoica.


Ya era de mañana, Eloana me despertó muy suavemente con su melodiosa voz, me senté en la cama, mientras miraba como ella sacaba ropa del closet escogiendo entre millones de blusas y jeans. Me recordó a mi hermana cuando estaba horas buscando algo para ponerse.

-Bien esto será perfecto para ti – dijo cuando yo volvía de la ducha.

Me paso unos jeans rasgados y una blusa azul de hombro caído, tendió unos accesorios en el tocador y me sentó para arreglarme.

-Alto, deja al menos vestirme.

-Está bien pero no te demores – dijo con emoción en la voz.

La verdad ya estaba pensando que ella me creía su muñeca de porcelana que vestía, peinaba y llevaba a todos lados, lo peor era que yo era de tamaño real asique quizás que haría conmigo. Me vestí rápido en el baño de su cuarto y Salí, ni siquiera me dedique a mirarme en el espejo; me volvió a sentar en el banquito del tocador para ahora arreglar mi cabello. Lo desenredo por partes, después trenzo unos mechones de mi cabello, para crear Diminutas trenzas de distintos anchos que arrancaban desde la frente y luego mi cabello castaño caía por detrás con grandes ondas que me llegaban hasta la cintura; puso unos chiches que tenían mini orquídeas alrededor de mi pelo. Me maquillo con colores marrones suaves, un poco de brillo en los labios y estaba lista. Me veía hermosa, la blusa azul me encantaba, la piel de mi hombro de color durazno se veía bien con el contraste de la blusa.

-WOW me has convertido en toda una modelo – le dije bromeando a Eloana.

-Claro, solo necesitas arreglarte mas y tener presente que eres guapa.

Reímos juntas y luego ella se fue al baño a cambiarse, cuando termino bajamos al salón a esperar a los chicos para irnos todos juntos al instituto. Baltasar estaba abajo junto a otro joven a su lado no sabía quién era porque él estaba de espaldas, se dio vueltas y mire la cara de Caleb. Me sorprendió verle ahí más aun tan temprano y junto a Baltasar.

-¿Caleb? ¿Qué haces acá?

-Leticia creo que lo mejor es que hables con él y se vayan juntos al instituto, por lo que he podido conversar con él, tiene que hablarte – dijo Baltasar sonriendo.

¿Baltasar me sonreía? Okey sabía que nuestra relación había mejorado un poco pero nunca pensé que a tal grado que él me tratara como una amiga o algo así. Realmente esto estaba raro, pero no me importaba mucho, no sabiendo que en realidad debía hablar con Caleb asique solo asentí y salí por la puerta de camino al instituto.

-¿Qué hacías aquí? ¿Cómo me has encontrado?

-No te enojes vale, pero Stefan me ha hablado esta mañana.

-¿Qué Stefan hizo qué? – realmente estaba sorprendida, no entendía que tenía que ver Stefan en todo esto.

-Pues nos hemos conocido entre clases y me ha caído muy bien, aunque su hermano es un pesado, jamás pensé que les conociera y menos que te gustara el tal William. Bueno como te decía, yo le comente a Stefan que me gustaría ir al baile pero como no conocía a nadie más que a ti, no sabía cómo preguntártelo y el dijo que averiguaría si tu ya tenias pareja o no.

-Alto – dije – ¿tú le hablaste de mí?

-Sí es que pensé que tal vez el te conocía y yo… pues yo quería invitarte a salir. Por eso le pedí información a Stefan – admitió avergonzado.

-Entonces te llamo para que te apuraras en invitarme ¡Maldito Stefan! No jugó limpio, por eso anoche quería saber con quién iría al baile.

-¿Estas enojada?

-No, la verdad no pero esta situación me parece estúpida ¿Por qué no solo me invitaste y ya?

-Ayer iba a hacerlo, pero tú te enojaste por lo que yo hice y pues después no tenia como decírtelo.

-Pues nada de eso hubiera pasado si tú no me hubieses besado, quizás yo te hubiese dicho que sí – dije tratando de ser burlesca, quería jugar un poco con Caleb que pagara por el beso de ayer y más aun Stefan me las pagaría.

-¿Eso quiere decir que no vendrás conmigo al baile?

Ya habíamos llegado al instituto era bastante temprano asique no habían muchos alumnos, me pare en el umbral del pasillo que me dirigía a mi clase de Calculo y lo mire fijo.

-Creo que me lo pensare. Espérame en la plazoleta hasta la salida del instituto y te daré la
respuesta – dije con una sonrisa malévola en mi rostro y me marche a mi clase.
De viajeee...!
Hola chicas!! bueno el título de esta entrada esta más que claro no??? jejeje ... tal como dice me desaparesco por un periodo de UNA semana (más o menos) me voy a visitar a mis tios por lo de Fiestas Patrias (Chile) asiqe comere muxo asado, anticuchos, empanadas, curanto, y tomare muxa COCA-COLA (the best) y si es posible despues de hacer todo eso me sentire culpable por haber tragado tanto ... subire de peso y llorare en mi cama ! jejejejeje....

Bueno como NO soy la unica que se preocupa de enxular el Blog (contando k mis dos amigos revisan los capis) dejare a cargo a ... xan xan... Willi... se preguntaran ¿por qué?
Es simple... es el unico k no viaja se quedara aqui y tendra su Laptock a mano ! Yo y Maca nos vamos de viaje cada una con sus respectivas familias asique sera más dificil que alguna pueda subir capitulos...

Tambien quiero dejar en claro que él chico no va a estar pegado TODO el día a la compu como yo lo hago asiqe les pedire paciencia con él... ustedes saben a veces se retrasara un poco como todos porqe ademas del Blog cada uno tiene una Vida.

Se subiran solo DOS Capitulos esta semana... Primero porqe no quiero agobiar tanto a mi amigo recordandole cada 5 minutos por telefono para qe suba capis... jejeje... y en Segundo lugar para... HACERLAS SUFRIR muajajajaja (risa malvadilla) ... !! Quiero dejar en claro que tengo escrito hasta el capitulo 15 de la historia asique en estos días escribire en mi cuaderno las ideas o cosas para continuar con el resto y a mi regreso pasarlos a la compu!

Bueno eso es todo por HOy! gracias por su atencion y nos seguiremos viendo por el mismo medio, a la misma hora y por el mismo BLOG!

Os quiero, Os Amo, Os adoro!!

Besitos!

P.d: Para cualquier reclamo, idea o sugerencia escriban a nuestro email (el k esta en el costado derecho)!
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Cap.7: ¿Ángel o Demonio?
Mis ojos no podían despegarse de aquel ser, no podía parar de verlo, el me veía con brillo en los ojos. Yo solo le veía como una boba. Hay dios porque me pasa siempre esto a mí, porque me fijo en gente que recién conozco y peor aun porque es tan guapo.

-¿Yo qué? – dijo él.

-Tú… - no podía articular palabra, me sentía una idiota diciendo solo Tú, tú, tú un millón de veces en la cabeza ¡Acaso no tenia mas monosílabos!

El se me quedo observando, se reía de mi como un idiota, esto me hiso enojar, bueno igual la culpa era mía por solo haber dicho TÚ. ¿Realmente que había pasado conmigo? ¿Acaso William me había afectado el cerebro y este tipo me había desquiciado más?

-Creo que debes de estar pensando que soy retrasada, pero me gustaría que me entregaras mis cosas por favor- dije haciéndome la que no pasaba nada.

-Si las quieres debes pagar un precio – dijo él con burla en el rostro.

Me dio una rabia que lo único que deseaba era poder sacarle los ojos. Que se creía aquel chico, como que debía pagar un precio para que me devolviera mis cosas, eso no era justo, eran mis cosas el no tenia porque comportarse así. Tarado.

-¿Ah sí? ¡¿Y que sería según tú?! – ¡Maldición! había vuelto a decir Tú, ya me estaba exaltando, mi voz sonaba como la de una histérica.

-Tú SANGRE – dijo serio y con aquel brillo en los ojos.

-¡Estas de broma o que! Pues fíjate que no es graciosa esta situación, me estoy retrasando y todo por tu culpa – le rete.

-¿No me crees? ¿Crees que estoy jugando? – se reía.

Este tarado se estaba burlando de mi, ya me tenia harta y peor aún me volvía loca de una manera irracional, sabía que tenía que irme, es mas era consciente de eso pero no podía, simplemente no podía hacerlo. Algo me impulsaba a quedarme cerca de él, algo que ni siquiera entendía era como si una fuerza sobrenatural me hiciera estamparme ahí junto a él. Me empezaba a poner nerviosa, entonces me atreví a decirle lo que no le había dicho al principio, le hable de mi sueño, sueño en el cual había aparecido.

-Pues claro que no y si fuese así, te diré que ya bebiste bastante sangre de mi en mis sueños – dije molesta y con una sonrisa malévola saliendo de mi cara.

Si quería jugar a ser un desquiciado, yo también podría hacerlo de hecho ya mi familia lo pensaba por aquel estúpido sueño, pero aquello me divertía, le gustaba jugar, pues yo también podía jugar.

Su semblante se helo, parecía un fantasma, un ser sin expresión alguna, el brillo de sus ojos desapareció inmediatamente aquellos lindos ojos quedaron sin vida, me miraba desconcertado con la vista fija en mi rostro. Entonces acaricio mi mejilla, sentí su fría piel pero era como sentir fuego, su contacto quemaba, bajo lentamente por mi mandíbula, mi cuello y se detuvo, tomo mi collar con una de sus níveas manos, lo acaricio con la esperanza en los ojos y solo articulo una palabra.

-Tú… - dijo él.

-¡No te burles de mi! Ya basta, es en serio estoy harta de esto devuélveme mis cosas y déjame en paz.

Agarre mis libros y empecé a caminar no quería mirar atrás, sabía que si lo hacía volvería corriendo hasta donde ese ángel destructor. Porque eso era, un ángel destructor, había destruido toda las ganas de querer verle, tocarle y por sobre todo sentía cierto recelo en tenerlo cerca de mí. Dolía dejarlo ahí, podía sentir que mi corazón se quemaba. No entendía nada, de nada, hace 5 minutos atrás yo pensaba en William en como poder hablar con él, pero todo cambio con haber chocado con ese simple chico, un torpe he idiota chico.

-Espera, espera… - gritaba él con su melodiosa voz.

No te des vuelta Leticia, no lo hagas, sigue adelante, sigue, te queda poco para llegar al instituto- me decía a mí misma. Entonces se me crispo la piel, sentí su fría mano apoderándose de la mía, su frio aliento cerca de mi cuello, no podía respirar, me sentía tan mareada, su olor era embriagador quería que me besara con todas las fuerzas posibles, quería sentir sus labios sobre los míos, que nuestra respiración fuera una sola. No podía pensar en nada más que en ese ángel o demonio, el se estaba apoderando de mi de una forma que nadie podría causar jamás. Mis sentidos me decían que me fuera, que me alejara de él, que jamás seria para mí pero no podía hacer caso a todo aquello, no teniéndolo tan cerca de mí. Mi corazón latía desaforado, podía sentir como mis mejillas estaban más coloradas. Todo su ser quemaba al contacto con mi piel.

-Adiós Leticia. – susurro cerca de mi cuello y luego beso mi mejilla.

Se aparto de mí, yo me gire y vi su rostro con una sonrisa de triunfo gigante, empezó a alejarse por el camino que dirigía al lado contrario del instituto. ¡¡Arrg!! Quería partirle la cara en ese instante ¿qué le pasaba? O mejor dicho ¿Qué me pasaba a mí? ¿Por qué aguante todo esto? ¿Por qué deje que se apoderara de mí? ¿Cómo era posible?

Me odiaba en ese minuto, lo único que quería era irme a casa y llorar, lamentablemente así son mis reacciones, cuando me enojo demasiado en vez de ser fuerte y orgullosa, me pongo débil y llorona. Lloro por cualquier insignificancia. Sabía que no podría explicarle a mi madre porque llegaba a casa, o porque lloraba, me tomaría por loca si le decía que había visto al Ángel… no, al DEMONIO de mis sueños, porque en eso se había transformado en un Ángel o demonio destructor, destruyo completamente mi autocontrol me sentía enojada conmigo misma por haber deseado con cada célula, poro y diminuto organismo querer besarlo. Aquellos deseos y sentimientos se habían agolpada dentro de mí, fue como magia. Claro eso era magia, algún hechizo debía haber hecho ese chico para que yo le deseara con tanto ímpetu.

Una frase vino a mi mente como un relámpago.

“El amor es un continuo subir y bajar, una guerra sin tregua ni paz.”

Era tan tonto pensar en ello justo en el momento de haberme encontrado con el chico más
interesante, deslumbrante y misterioso del mundo, porque era así Misterioso en cada partícula, ¿como un ser así podía ser tan insoportable?, era guapo pero insoportablemente misterioso ni siquiera le había preguntado su nombre – ALTO – pensé – el si sabe mi nombre, ¿de dónde lo sabe? Yo no se lo dije. Los nervios empezaron a atacarme, sentía mis piernas como la gelatina, todo me daba vueltas, rápidamente me senté en el piso, ya sé que era raro ver a una muchacha sentada en el piso de la calle, pero la verdad no me sentía nada bien, estaba total y completamente mareada. Apoye mi mejilla en mis rodillas y trate de respirar acompasadamente, tenía miedo, esa era la verdad, tal vez aquel chico si hablaba en serio y no estaba jugando cuando dijo que quería beber mi sangre.

-¿Te sientes bien? – dijo una dulce voz, una que no había escuchado jamás.

Levante mi rostro para poder verle, era un joven, como de 17 o 18 años, alto de cabello castaño, con ojos azules, era muy hermoso tenía una cara angelical.

-No, la verdad no me siento bien – respondí, mi voz sonaba horrible.

-Pues no tienes buena pinta, quieres que te lleve a algún lado.

-No, no te preocupes, se me pasara, solo ha sido un ataque de pánico que sufrí recientemente.

Se me quedo mirando con los ojos abiertos como platos y respondió.

-¿Te han hecho daño? ¿Alguien te ha robado algo?

La cordura pero aparte de eso nada mas, no te preocupes ha sido solo un chico o no estoy segura tal vez un demonio que ha querido beber de nuevo mi sangre, claro no te comente que también se me apareció en un sueño y ahí sí que bebió mi sangre, estuve mal por unos días pero ya paso, no hay de que alarmarse – pensé. Realmente me estaba volviendo paranoica.

-No, solo me he sentido mal – dije tratando de sonar mejor.

-Oh, claro. ¿Quieres que te lleve a algún lugar?

-Pues te molestaría acompañarme hasta mi instituto, es que no estoy segura de llegar viva hasta allá – hable tratando de sonar graciosa.

El me dedico una sonrisa y me ayudo a incorporarme. La verdad lo que le había dicho era cierto, no estaba segura de llegar viva al instituto por el miedo que me provoca ver a aquel chico extraño, ya había quebrado mi autocontrol una vez, si lo volvía a encontrar no sería capaz de contenerme o peor aun si sus “palabras” fueran ciertas, el quizás bebería mi sangre. Deseche rápidamente estos pensamientos y procure ser lo más normal posible, aunque me sería difícil con tantas cosas en la cabeza.

-Bueno y ¿cuál es tu nombre?

-Caleb, soy Caleb Mondragon. Y ¿Tú?

-Bueno yo soy Leticia Bertoglia.

-Un gusto pequeña Leticia.

Con esas palabras me recordó a Stefan, como el primer día que les había visto a aquellos tres hermosos chicos. Esto me hizo recordar inmediatamente a William y mi corazón se aprisiono. Para que no se notara mi pena empecé a hacer preguntas a Caleb porque nunca lo había visto por aquí.

-¿Eres nuevo aquí?

-Sí, acabo de llegar hoy a Dover, de hecho voy al instituto ahora, igual que tu.

-Oh, seremos compañeros entonces ¿en qué año estas?

-Estoy en cuarto año y ¿Tú? – pregunto con un brillo en los ojos.

-Estoy en tercero, que lata que no estés en mi mismo año, podríamos haber sido buenos amigos – le dije.

-Pero igual podríamos ser amigos ¿no crees? – me mostro una encantadora sonrisa y no me pude negar.

-Claro que sí.

-Bueno entonces no se diga mas, desde ahora seremos muy buenos amigos pequeña Lety.

Sonreímos el uno al otro y nos dirigimos al instituto, hablar con Caleb se me hacia fácil, era un chico muy simpático aparte de ser un caballero.

Nos despedimos en la entrada del pasillo ya que él iba al gimnasio y yo me dirigía al aula de literatura, habíamos quedado a la salida del instituto a conversar un rato de camino a casa, asique ese día no sería tan malo, después de todo tenia a Florencia y a Caleb como amigos y seguro se caerían bien, lo que si sería un punto aparte era mi situación con William; no lo había visto en todo el día y de seguro sería un gran problema tratar de hablar con él, pero estaba dispuesta a hacerlo costase lo que costase. Entre rápido al aula de literatura porque a la Sra. Bernard le cargaba la impuntualidad, procedí a tomar asiento y a escuchar la clase. La mañana entera estaba transcurriendo de lo más aburrida, después de literatura me tocaba introducción a la física y de ahí tendría que partir a gimnasia.

Por fin me había vuelto a juntar en una clase con Florencia, nos tocaba gimnasia juntas asique hicimos los ejercicios en pareja como había mandado el profesor Lerner. Ella me observaba de manera muy atenta por cualquier dolor o queja que hiciera, estaba segura de que mi madre le había dicho que al más mínimo dolor de uña me llevara a enfermería.

-¿Has visto a los chicos? – pregunte a Florencia en tono despreocupado.

-Sí, hoy me junte con Stefan en la entrada, de lejos pude divisar a Baltasar quien iba con una muchacha muy bonita de la mano y pues… William ahí esta – respondió.

-Ah pues qué bueno que todos ellos se encuentren bien.

-Oh, vamos Lety tu sabes que no estás tan despreocupada como aparentas, conmigo no puedes fingir, soy tu amiga por si no lo recuerdas – dijo algo ofuscada.

-"Amiga" que no me quiso decir nada de William en toda la semana.

-Pero Lety que querías que hiciera, no podía estar pendiente de él todos los días, no con tantas chicas rondándole encima a Stefan.

Su cara revelaba vergüenza por todo lo que me había revelado, yo sabía que a ella le gustaba Stefan pero no pensé que ese sentimiento hubiese crecido tan rápido.

-Tienes razón Flo, lo siento de veras es que esta situación con William me supera peor aun con aquel chico destructivo que no se qué quiere de mí, me anda rondando como un idiota – pegue un suspiro mirando al piso.

-¿Cómo? ¿Qué chico?

Oh dios había hablado demasiado, no podía soltarle todo lo que me había pasado esta mañana de camino al instituto, me tomaría por demente si le volvía a hablar de mi Ángel destructor, aquel endemoniado ser de mis sueños que ahora se había vuelto de carne y hueso. Estaba segura que se alarmaría y le diría a mamá, aparte yo había sido la única que le había visto o tal vez ¿me lo imagine? Hay que lio tenía en mi cabezota.

-Nada, nada. Es solo un chico de primero que me hostiga, solo eso.

-¿Estás segura? – pregunto dudosa.

-Sí por supuesto.

Trate de cambiar rápidamente de tema asique le pregunte de su relación con Stefan, aquello la mantendría entretenida por unos momentos.

-¿Y qué tal vas con Stefan?

-Emmm pues no lo sé.

-¿Cómo que no lo sabes? ¿Te ha besado, te ha pedido ser novios o acaso está ciego que no te ve?

-No lo sé, ni idea, el otro día nos besamos pero hubo un momento en que él se detuvo, dijo que esto no era correcto. Lo hubieses visto, tenía una cara de tortura enorme, de ahí que no nos hemos besado, ni siquiera me toma de la mano.

Florencia hablaba con mucha tristeza en la voz, era horrible escucharla porque yo me había sentido de la misma forma con William a pesar de que no nos habíamos besado ni nada pero me dolía su rechazo, no me importaba que no me quisiera pero lo único que necesitaba saber era si seriamos amigos o me ignoraría por el resto del año escolar. Realmente mi cabeza estaba hecha un lio, primero William, segundo aquel estúpido chico y por último Florencia, me daba una pena enorme tener que verle de esa forma.

-Vamos Florencia, no te desanimes tal vez solo está un poco confundido pero ya verás cómo se le pasa y se da cuenta a la chica que tiene a su lado.

-Ojala sea así – dijo ella en un suspiro.

-No te preocupes, yo me encargo – comente – recuerda que este viernes es el baile de principios de año, asique… mmm… me encargare de que vayas con él.

Reímos juntas y pude ver que la tristeza se le había pasado, por lo menos algo había ayudado hoy a mi amiga. Ahora lo que me quedaba enfrentar era a William esto no sería para nada fácil.

Partimos a las duchas, me duche muy rápido y procedí a salir de ahí para arreglarme, ate mi cabello en una coleta. Salimos de ahí junto con Florencia las dos muy animadas ella porque vería a Stefan y yo porque por fin tendría mi conversación con William O al menos eso esperaba, tenía
toda la tarde para resolverlo.
Cap.6: Leticia.
*Antes de que Lean el Capitulo de Hoy me gustaria aclarar que esta relatado desde el punto de vista de William ... Espero que les guste *

“Sabíamos que esta búsqueda sería difícil pero lo que no teníamos premeditado era que las fuerzas de la oscuridad ya no solo la querían a ella, sino que también a su mitad”

Nuestro primer día en Dover, delaware, el clima no estaba mal para gente como nosotros o mejor dicho inmortales, porque eso éramos. Camile había encontrado una hermosa casa en aquel remoto lugar, era cómoda, espaciosa, esto era necesario para nosotros porque éramos muchos y por sobre todo estaba ubicada en un barrio sencillo. Esto nos facilitaría enormemente las cosas, nadie sospecharía de los nuevos extranjeros y todo marcharía mejor sabiendo que la persona que nos arrendo aquella casa tenía hijos, los cuales nos ayudarían a “adaptarnos”.

-Todo irá bien muchachos ya verán cómo les gusta este lugar – dijo aquella menuda mujer.

-Sí, lo sabemos – respondí.

-Bueno pues mañana pasen a la dirección que les he dado, mi hija Leticia estará encantada en poder ayudarlos.

Ya era martes, estaba recién amaneciendo la noche se me había hecho muy corta, había vuelto a mi naturaleza perturbada desde que ella se había ido, cada noche yo leía todo en su diario, eso hacía que me mantuviese con la esperanza de hallar a la próxima elegida. Habían pasado siglos desde que la esperanza volviese a seres como nosotros pero sabíamos que llegaría, debía llegar.

Llevamos 700 años buscándole era nuestra última esperanza no podría desaparecer, Baltasar había sentido su presencia ya todo estaba premeditado, debíamos encontrarla antes que la orden lo hiciera o peor aun que descubrieran nuestro plan. Sabíamos que su esencia estaba en aquel pueblo pero el problema era cual de aquellas personas era la correcta, sin Vladimir y Eloana el trabajo se nos dificultaba un poco.

-Vámonos-dijo Stefan.

-Está bien pero recuerden que debemos actuar lo más normal posible.

-Lo sabemos William, estamos acostumbrados no te preocupes.

Yo solo podía tratar de confiar en ellos, a pesar de que Baltasar se encontraba absorto en sus pensamientos, sabía que él era más peligroso que Stefan, ambos se descontrolaban muy fácilmente y podrían develar nuestro mas intimo secreto en uno de sus arrebatos de cólera. Debía estar lo más atento posible frente a sus reacciones, mas aun cuando nos encontraríamos con aquella humana.

Llegamos a la calle que nos había dado la madre de la tal Leticia, con cada centímetro que avanzábamos más nerviosos estábamos de levantar sospechas. Yo observaba cada movimiento de mis hermanos cuando aparcamos fuera de la casa de aquella chica, toque la bocina en señal de que estábamos esperando, cuando bajamos del auto. Entonces ella salió y el viento no estuvo de nuestro lado, la brisa movió sus cabellos trayendo consigo no solo el sonido del viento sobre las hojas de los arboles sino que el olor, aquel embriagante olor a orquídeas, lirios y fresas. Su aroma era tan juvenil, exquisito de una forma enfermiza, su cálida esencia quedaba impregnada por todas partes, no solo fui yo quien se asombro por esto sino que Baltasar se puso rígido inmediatamente.

Stefan se apresuro a acercarse a ella y entablo conversación con la joven, yo solo podía sentir su aroma merodeando a mí alrededor, no era capaz siquiera de prestar atención a otra cosa que no fuera su esencia. Mientras más se acercaba, mas me embriagaba, entonces se planto frente a mí y con su dulce voz dio un simple hola, al fijarme en sus facciones se me desgarro el corazón después de siglos de haber dejado de latir, podía sentir como si una estaca lo hubiese atravesado y aquella estaca llevaba nombre… Leticia.

Sus ojos castaños de una profunda sinceridad, eran tan puros que casi podías ver todo sus pensamientos a través de ellos, la piel de durazno se veía tan suave como la seda, unos labios perfectos, tan rojos que parecieran hubiesen acabado recién de comer una fresa y hubiese dejado una tonalidad natural perfecta, el cabello largo de color castaño claro tanto o más parecido al caramelo con risos alborotados y sus sonrojadas mejillas que te hacían perder aun más el control. Leticia, Leticia, Leticia… SOPHIA, SOPHIA, SOPHIA… ¡NO! Me dije a mi mismo, no podría ser ella, jamás seria Sophia, estaba muerta, no podía ser cierto. Ella nos miraba con aquellos profundos ojos castaños ¿preguntándose algo? o ¿era que estaba nerviosa? Esa joven que estaba frente a mi me había desquiciado profundamente, no solo por su aroma embriagador sino que también compartía un cierto parecido a ella, a mi querida Sophia.

Entonces sus labios se abrieron dejando salir su dulce voz para comenzar a presentarse, pero Stefan tubo que dárselas de galán, haciendo que la bella Leticia se sonrojara.

-No le prestes atención a Stefan el es un tarado de fuerza mayor- le dije tratando de actuar lo más normal posible. Aunque aquellos suponía un gran esfuerzo por mi parte, ese frágil ser había removido el pasado y no me estaba resultando sencillo dejar de recordar.

Entonces ella contesto con su melodiosa voz.

-Oh no te preocupes no le he hecho caso.

-Bueno mejor nos vamos se nos está haciendo tarde- me dirigí a su persona dedicándole una sonrisa.

-Claro, vamos. ¿Dónde me siento? – pregunto ella nerviosa.

-Ve en el asiento del copiloto- dijimos a coro con mi hermano.

Esto la divirtió, se puso a reír como una niña, Stefan y yo reímos junto a ella, no era una risa forzada como muchas veces debíamos hacer para mantener nuestra farsa de seres humanos, era una risa natural, algo simple que brotaba en mi después de muchos años de haber sido enterrada, no había vuelto a reír así desde que ella se había ido. Pero todo se opaco con la mirada de Baltasar, el no reía, más bien se veía absorto en sus pensamientos, sabía que estaba usando su poder, podía sentirlo. Debía hablar con él pero ese no era el momento indicado.

Stefan como siempre dándoselas de gracioso hizo enojar a Baltasar y este respondió con todo el odio que le era posible, si Baltasar se había fijado en Leticia tanto como yo, sabría que me había recordado a Sophia pero lo que no entendía era porque el usaba su poder. Algo raro estaba ocurriendo.

En esos momentos Leticia ocupaba toda mi mente no podía sentir más que su esencia revoloteando dentro del auto, era una persona fascinante y peor aun con un Olor embriagante. Trataba de mostrarse lo más sincera con nosotros, hiso preguntas que le respondimos con total naturalidad al igual como nosotros hacíamos preguntas de la ciudad, el instituto y de ella. Reímos varias veces de camino al instituto del cual seriamos alumnos por este año, Stefan parecía muy intrigado por ella, él siempre había encontrado fascinante a todos los “mortales”, Baltasar era quien me preocupaba, tenía una reacción muy extraña desde que nos habíamos encontrado con la “humana”, usaba su poder, lo sabía, pero no conocía la razón de aquello, menos el porqué de mostrar cierto recelo y repudio hacia aquel frágil ser. ¿Cómo podía ella hacerme sentir así? ¿Qué hechizo había usado en mi persona? Era hermosa de eso no había duda pero ¿Qué la hacía tan importante? De repente Baltasar se dirigió a ella dándole las gracias por habernos guiado, bajo tan rápido del auto que apenas lo note, Stefan se dirigió en su búsqueda y yo… yo me quede con ella, con Leticia. Pronto me encontraba pidiéndole disculpas por la reacción de mi hermano y al siguiente instante ya nos dirigíamos a dirección para recoger mi horario, ella se mostraba de una forma tan cómoda conmigo, me hacía sentir que el tiempo se nos iba volando. Lo único que deseaba era poder volver a estar cerca de ella asique me tome el atrevimiento de pedirle que nos viéramos a la hora de almuerzo en la cafetería.

Entre a mis clases normalmente, todos allí me miraban, los chicos con recelo marcado y las chicas dando suspiros por doquier. Preste atención a todo lo que hablaban los maestros, aunque todo eso ya lo sabía casi de memoria se sorprendería alguno de ellos al saber que era licenciado en leyes, física, bioquímica y geología. Era normal en nuestra familia, todos teníamos grandes títulos, éramos inmortales y el tiempo nos sobraba. Llego la hora de ir a comer, para nosotros no era necesario, debíamos mantener la farsa pero por sobretodo quería verle, quería estar cerca de ella, sentir su aroma embriagador aunque quemase mi garganta, pero le necesitaba. Y ella apareció, con su dulce mirada buscando por todo el lugar ¿con desesperación? ¿Acaso ella quería verme con la misma intensidad que yo?

A penas nos diviso se empezó acercar al lugar en el que esperábamos Stefan y yo, ya que Baltasar no había aparecido en todo el transcurso de la mañana. Entonces ocurrió, mientras ella se dirigía con una sonrisa a nuestro sitio, un joven la tomo con fuerza del brazo, casi con rabia, podía notar la presión que el ejercía en ella, todo se salió de control, ese estúpido humano quería dañarle podía sentirlo, no lo pensé ni dos veces y le dije a Stefan que sacara a la chica que se encontraba al lado de Leticia, que me esperara en el auto en vista de cualquier situación; me dirigí silenciosamente hacia ellos para defenderle de cualquier daño, no soportaba verle sujetarla de esa forma tan posesiva.

-Creo que la señorita quiere que la sueltes.

-Tú no te metas Imbécil – dijo aquel humano.

No sabía con quien se estaba metiendo en realidad, un intento de puñetazo llego a mi rostro pero no me moví ni un centímetro, entonces no aguante mas, sabía que no debíamos llamar la atención por sobretodo sabía que no podía darle caza en aquel sitio lleno de humanos asique recurrí al método que todo chico “normal” hubiese hecho, le plantee un puñetazo que le partió la nariz. Empeoro, cayó al piso sangrando, podía oler la sangre saliendo por su nariz ese estúpido humano tenia buen olor pero sabía que no podía perder el control y al parecer ella también, reacciono y me saco volando del instituto.

Llegamos tomados de la mano al auto, podía sentir su respiración agitada, su piel de color durazno se había tornado de un color rosa por la agitación, su mano tibia tocaba mis fríos dedos, su sangre ¡Oh dios! su sangre, podía sentir cada latido de su acelerado corazón, como bombeaba la sangre a cada centímetro de su cuerpo, no podía parar de mirarle y ella también me miraba con la misma intensidad. Reímos y miramos nuestras manos que se hallaban entrelazadas, me soltó delicadamente pero yo no quería estar lejos de su piel, volví a tomar su mano, la apreté con fuerza para que se diera cuenta que no quería soltarla, sus mejillas se sonrojaron más aun y un brillo asomaba en sus ojos ¿Acaso ella estaba emocionada? La magia se desvaneció en cuanto su amiga hablo.

-Creo que por hoy nos hemos salvado-dijo la otra humana.

-Flo ¿Dónde te habías metido? – pregunto Leticia en tono de reprimenda.

-Yo la rescate- contesto Stefan en tono de burla.

-No es cierto, yo no necesitaba ser rescatada.

Partimos a dejar a las chicas a sus respectivas casas. Leticia me dedico una mirada como de desesperación al ver que debíamos separarnos. Yo solo le dedique mi mejor sonrisa, tratando de no mostrar todos mis dientes.

Me encontraba tan absorto en pensar en Leticia y todo lo que me había hecho recordar, que ni siquiera me percate que Baltasar se había quedado en el instituto. Cuando llegamos a casa ya era bastante tarde, entramos y todos estaban reunidos en el salón; Camile y Alistar, Baltasar y ¿Eloana? ¿Qué hacia ella aquí? ¿Y Vladimir?

-Pequeña has vuelto – dijo Stefan abrazándola.

-Claro hermano, debía volver. Era necesario – dijo ella en tono cortante dirigiendo una mirada perturbada.

Algo no iba bien, Eloana no llegaría hasta dentro de dos a tres semanas más junto a Vladimir.

-No te preocupes William, se que te extraña mi presencia pero Baltasar mando a llamarme debido a la situación que debemos enfrentar, necesita de mi ayuda.

-¿Cómo? ¿A qué te refieres pequeña? – dijo Alistar.

-Bueno mejor será que Baltasar les explique, él es quien ha sentido su presencia, vamos explícales a todos.

Tanto la cara de Camile, Alistar, Stefan y la mía iban de la curiosidad al temor, sabíamos por las palabras de Eloana que Baltasar había sentido la presencia de la elegida o elegido, debíamos ser cuidadosos, mas aun con alguien que tal vez no conociera su propósito, un simple humano o humana, si Baltasar le había encontrado ¿Por qué no nos había dicho nada? ¿Acaso la había encontrado en el instituto? ¿Por qué no había sentido yo también la presencia de aquel ser? ¿Porque no había sentido el poder de Baltasar cuando este lo había utilizado? Sabia la respuesta, había estado todo el tiempo ahí, ¡como pude ser tan ciego! El había utilizado aquel poder con Leticia lo había sentido todo el tiempo desde que Baltasar la había visto por primera vez, hasta que se había bajado del auto.

-¡¡NO!! – Gruñí mostrando mis colmillos.

-Ya lo entiendes ¿no William? Ella es la elegida, lo he sentido, ahora solo falta confirmarlo.

-¿Qué sucede, quien es la “supuesta elegida”? vamos chicos puede ser falsa alarma – dijo Stefan en tono burlón.

-LETICIA – conteste.

A Stefan se le cayó la cara a pedazos, su expresión era horrenda. Sabía lo mismo que yo, si era ella, nosotros debíamos alejarnos para poder protegerle pero sin que se enterara hasta el momento exacto. Si seguíamos cerca de ella se les haría más fácil a la orden poder encontrarla y matarla, nuestro deber era protegerla con uñas y dientes, con mentiras y traiciones, con sangre y hechizos, con veneno y MUERTE.

-¿Quién es Leticia?- pregunto Camile.

-Es la hija de la mujer que nos ha arrendado la casa – dije en tono sombrío – es la persona más embriagante que existe, también tiene un parecido a SOPHIA.

Todos en la habitación me miraron con rostro sombrío, la tristeza se asomaba en sus ojos, menos en los ojos de Baltasar, el me veía de forma fría, calculadora. Esto me molestaba ya que había visto de la misma forma a Leticia ese día.

-¿Lo entiendes no William?- dijo nuevamente – tu sabes que ella no es Sophia, sabes que ni siquiera se le parece tanto como dices suponer, Leticia es tan diferente a Sophia, su espíritu, su juventud, su esencia, su SANGRE es distinta. No te aferres al pasado William, tal vez tienen cierta similitud en sus ojos de la misma sinceridad y color que la pequeña Sophia, pero son dos personas completamente distintas, dos mundos diferentes. Debes alejarte.

Esto me hizo comprender en su totalidad que yo me había aferrado demasiado al pasado, que mi amarga existencia de 700 años había sido encasillada en un solo ser, Sophia, que desde su muerte nunca le dejaría de querer y ahora aparecía ella, Leticia, tan dulce y juvenil, estaba tan equivocado al pensar que sería mi Sophia, Baltasar tenía razón, eran dos personas totalmente diferentes, Leticia era única, yo había sido el tonto que quería que ella se transformase en Sophia, en mi único amor, eso jamás sucedería. Ahora me daba cuenta de que la única razón, el único motivo de yo querer estar cerca de ella era por el hecho de que quería que fuera otra.

Terminada la discusión y controversia formada por la familia, subí a esperar el amanecer en mi cuarto, pensé demasiado, no tenía ganas de nada, ni siquiera en dormir. A pesar de ser criaturas de la noche, cazadores, inmortales, podíamos dormir pero era más un hábito que algo necesario para nuestro cuerpo. El alba llego pero yo no despertaba de mi pesadilla. Ese día me ausente en el instituto, no podía ir, no quería verle no sabiendo que podría caer rendido a mis recuerdos, dejándome llevar por un viejo sentimiento. El día concurrió muy tranquilamente, pase el mayor tiempo posible con Eloana hablamos de nuevas estrategias para desviar a los rastreadores de la Orden, de Leticia. Me conto de cómo Vladimir está tratando de solucionar las cosas en Italia, del porque de su pronta llegada, aunque eso ya estaba claro para mí.

Ocurrió lo peor aquella tarde, mientras hablaba con Eloana, Camile llego al salón diciendo que tenía una llamada de Leticia. Un dolor insoportable me recorrió.

-Diga.

-¿William? Soy yo, Leticia.

-Lo sé, ¿Qué quieres?- le dije en tono cortante.

-Pues quería saber cómo estabas, que ha sucedido y si podíamos conversar un momento, la verdad… yo… es que te he extrañado.

Como podía ser que aquella dulce humana sintiese cariño por mí, alguien que realmente le había dedicado sonrisas solo porque pensaba que podría llegar a reemplazar a su único amor. Me había comportado de forma irracional, debía protegerla y por sobre todo tratar de causarle el menor daño, tal vez si era frio con ella entendería que no quería volver a verle.

-Sabes, ahora estoy ocupado quizás en otra ocasión, Adiós.

Corte rápidamente el teléfono, ella entendería ¿no? Después de todo yo no la quería o ¿sí? No entendía lo que me ocurría un profundo hueco se clavaba en mi pero no sabía la razón u motivo de aquella reacción, debía alejarme de ella para protegerla de la orden sería extremadamente peligroso si éramos amigos.

Aquella noche me permití dormir, no tenía ganas de pensar en Leticia y mucho menos en mi Sophia, todo transcurriría más rápido si lo hacía. Amaneció, nos fuimos al instituto junto a Stefan y Baltasar, Eloana aun no podía aparecerse por aquel sitio, debíamos mantener la historia de que nuestra hermanita se encontraba en Italia junto a Vladimir.

Hoy vería a Leticia, tenía que enfrentarla para darle a entender mi verdadera postura, no podía darle ilusión de siquiera ser amigos, de hecho ni siquiera cabía esa opción, tendría que alejarla de nosotros aunque hiriese sus sentimientos. Llegamos al instituto, Stefan se junto con la amiga de Leticia, Florencia al parecer mi hermanito tenia cierto sentimiento hacia ella, Baltasar como siempre con su mal genio a flor de piel se fue a clases sin decirnos nada, yo entre a mis clases normalmente a cada momento, cada segundo, cada minuto de clases se pasaba muy rápido esperaba haber tenido más tiempo, lo único que quería era retrasar aquel encuentro. Llego la hora de almuerzo, Stefan esperaba a Florencia y Baltasar estaba arrimado en la mesa sin dar señal alguna de vida, tuve que pegarle un codazo para recordarle que no estábamos solos.

-Hola chicos – saludo Florencia.

-Hola – respondimos Baltasar y yo de forma monótona.

-¡Oh! Por sus caras supongo que ya se han enterado – dijo al sentarse en nuestra mesa.

-¿De qué? – hablo Stefan.

- De que Leticia está enferma, claro.

-¡¿Qué?! – pregunte exaltado, Baltasar me miro y me pego una patada para que yo no mostrara reacción alguna frente a la noticia, pero ya era tarde, me encontraba demasiado preocupado por lo que le pasaba o no a Leticia.

Florencia me miro con cara perpleja por mi reacción, se había alterado. Entonces me respondió

-Leticia se encuentra enferma, esta mañana he telefoneado a su casa al ver que no había venido al instituto me contesto su madre, dijo que ella se encontraba durmiendo y que no había venido porque había amanecido muy mal, con casi 40° grados de temperatura.

-Iremos a verla – dije autoritariamente. Sabía que si no lo hacía, la culpa y preocupación estarían rondando todo los días hasta que la viese de nuevo.

-Yo también iré, si quieren podemos ir todos juntos después del instituto- dijo su amiga.

Termino aquel día y partimos a casa de Leticia, cuando llegamos pude sentir una fuerza extraña, algo fuera de lo común, camine a zancadas por el jardín toque a la puerta y abrió su madre, nos esperaba con una cálida sonrisa y algo de preocupación en su rostro. Nos hiso pasar, nos sentamos en la salita, era muy acogedora trajo refrescos pero al segundo de haber tomado los refrescos, el ambiente se volvió tenso, distorsionado. Stefan y yo nos miramos, podíamos sentir el frio, el miedo dentro de la casa, alguien estaba usando su poder ahí. Jamás había sentido una descarga tan grande en mis 700 años; ella grito ¡NO! El cuerpo se me hizo añicos. Subimos rápidamente las escaleras su madre adelante, le seguía Florencia y Stefan, al final iba yo. Nos agolpamos en la puerta de su habitación mientras veíamos aquellas imágenes como si fuesen sacadas de una película o mejor dicho de una pesadilla. Ella abrazaba a su madre, se encontraba totalmente fuera de sí, su rostro reflejaba un dolor insoportable.

-Tranquila mi pequeña, no llores, ya paso mi vida- dijo su madre rodeándola en un abrazo.

-Mamá… has que vuelva, dile al ángel que vuelva, por favor – hablo Leticia entre sollozos.

-Cariño solo fue un sueño.

-¡NO! No mamá el vino y me trajo orquídeas, es hermoso, ha mordido mi cuello, mira.

-Mi vida solo ha sido un mal sueño- repetía su madre con horror en la voz. Podía ver que tenía miedo.

-Está aquí, yo lo vi, mira la marca que dejo en mi cuello.

Ella se levanto, se dirigió al espejo que había en su cuarto, saco su cabello que caía ocultando aquel fino cuello, tocaba desesperadamente, buscando, hurgando para comprobar que aquel Demonio de sus sueños le había mordido. Fue inútil porque no encontró nada, se hallaba muy pálida, sus mejillas no tenían el mismo color y cayó de rodillas al suelo frente aquel espejo sollozando.

-Mi vida olvídalo solo fue una horrible pesadilla- hablo su madre abrazándola para tranquilizarla.

-¡¡NO!! ¡Mamá has que vuelva! Te lo ruego – dijo llorando otra vez.

Entonces Florencia hablo, su voz y su expresión eran de horror.

-Esta delirando, hay que llevarla a un medico la fiebre la ha hecho ver alucinaciones.

Leticia nos quedo mirando muy desconcertada, por sus ojos pasaba la pena, el dolor, la rabia ¿acaso yo sería el causante de esto? ¿Ella estaba triste por mi culpa? Cuando se me quedo mirando con la duda en el rostro lo comprendí, yo había sido el causante de todos sus sentimientos.

-¿Qué haces tú aquí? – me dijo con rabia.

Yo la miraba con terror por lo que había dicho anteriormente y sobre todo porque yo era el causante de cierto dolor que ella sentía.

-Yo… pues yo… - no podía articular palabra, mi mente estaba desconectada de mi cuerpo.

-¿Sí? ¿Tú qué?- dijo con tristeza.

-Yo… ¡NADA!

Baje las escaleras y procedía a salir de ahí, debía buscar a Alistar o Baltasar, ellos debían saber lo que estaba ocurriendo en esa casa, tendrían que ir a inspeccionar para saber qué tipo de poder era aquel, yo sabía que nadie de la orden podía ser, ningún descendiente directo, ya que no quedaba ninguno con sangre pura, por no decir veneno. Todo ocurrió tan deprisa. Podía sentir sus pasos detrás de mí, pero no iba a permitirle que me alcanzara. Tomo mi brazo por unos instantes y la vio, vio a Sophia, ¿Cómo lo hiso? ¿Cómo pudo ver mis recuerdos? ¿Acaso su poder se había desarrollado? ¿Qué le pasaba a Leticia? Solté rápido su mano de la mía.

-Espera, no te vayas - dijo suplicante.

-Debo…

-No William, no te vayas, escúchame… ¡Lo siento!

¿Por qué se disculpaba? ¿De qué? Yo había sido el causante de ello, ella no tenia porque disculparse.

-Debo irme, no puedo hablar ahora.

Su mirada de tristeza me helo, en un abrir y cerrar de ojos ella se hallaba tirada en el piso con cortes por todas partes, debido a que se había roto un objeto de cristal el cual había tirado al desmayarse. La sangre salía a chorros por todos los cortes, podía sentir su olor, aquel olor embriagante, quería beber de ella, lo deseaba pero entonces sentí el grito que pego su madre y me devolvió a la realidad. Trate de no respirar para que las ganas de quitarle la vida a nuestra última esperanza desaparecieran. Stefan bajo a ayudarme para subirla a su cuarto, debimos hacerlo con mucho cuidado, no solo por los cortes que ella tenía sino porque debíamos protegerla de nosotros mismos, los cazadores.

Estaba perdiendo sangre y no ayudaba el hecho de que sus defensas estaban bajas. Esta situación era horrible, por suerte el doctor llego rápido la examino y curo sus cortes, Stefan y yo esperábamos fuera.

-Has sentido aquel poder al entrar en la casa – dijo Stefan afirmando mi teoría.

-Sí, lo he sentido, algo no anda bien Stefan nadie puede ejercer aquel tipo de fuerza, al menos no alguien de la orden, ninguno ni siquiera los jefes pueden, porque no son de sangre pura. No como Leticia, solo ella podría ejercerlo.

-¿Cómo? – dijo Stefan extrañado.

-Te lo explicare luego, ahora debemos preocuparnos por qué este bien y luego iremos a casa a hablar con los demás.

Cuando por fin salió el médico de su habitación decidimos marcharnos, Florencia se quedo con la madre de Leticia para ayudarle. Al llegar a casa Stefan los reunió a todos en el salón para poder hablar de lo ocurrido y pedir consejo a Alistar, después de todo el era el líder de nuestra familia.

-¿Qué pasa? ¿William? ¿Cariño por que tienes esa cara? – Camile estaba asustada lo veía en su rostro.

-William, Stefan, hablen de una vez por favor – dijo Alistar perdiendo los estribos.

-Leticia esta herida. Ha sido todo muy extraño, hoy fuimos a su casa porque su amiga dijo que se encontraba enferma, pensando que solo sería algo pasajero decidimos ir a inspeccionar, al llegar a aquel lugar sentí una descarga de poder inmensa. Pregúntenle a Stefan si no lo creen.

-Es cierto, yo también pude sentirlo, lo peor de todo no era eso sino que Leticia ha visto a alguien en sueños, en ese sueño aquel ser bebía su SANGRE. – dijo mi hermano.

-Un demonio querrás decir ¡MALDITO! – grite ofuscado.

-Calma William, debes mantenerte tranquilo, la prioridad ahora es tratar de descubrir quien proyecto aquellas fuerzas – contesto Alistar - Creo que nadie de la orden podría hacerlo, todos allí no son descendientes directos, ninguno lleva sangre pura.

-Todos menos Leticia – dije en tono apremiante.

-No es posible, por lo que me ha dicho tu hermano Baltasar su esencia no se ha desarrollado completamente, además ella no sabe aun la verdad.

Todos nos miramos desconcertados, sabíamos que algo malo estaba pasando pero no podíamos descifrar ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? Y el ¿Por qué?

-Tal vez la orden encontró una forma. Una forma de poder ejercer esas fuerzas para llegara a ella- dijo Eloana.

-¿Cómo? – pregunto camile.

-No lo tengo claro, pero mientras Vladimir y yo estábamos en Italia encontramos varias pistas y no solo eso, sino que había gente que había sido mordida en sueños. Como le ocurrió a Leticia. Lo hacen para sacar información, fuerzas vitales o simplemente cuando la persona tiene algún tipo de conexión con el ser que se aparece en sus sueños.

Todos nos miramos extrañados por aquello pero ahora solo teníamos una prioridad y esa era proteger a Leticia. Debíamos vigilarle de cerca, para que nadie volviera a acercarse a ella.

-Llamare a Vladimir para que averigüe más acerca de estos sueños – dijo Eloana.

-Camile, Stefan y yo trataremos de buscar pistas – dijo Alistar - William tu deberías quedarte aquí, ya ha sido bastante para ti hijo.

-Yo iré a cuidar de ella – dijo Baltasar en tono sombrío – soy el único que puede detectar su nivel de fuerza. Tal vez de con la otra fuerza que se encuentra rondando su casa.

Y así pasaron los días, todos vivíamos pendientes de ella, de mi pequeña Leticia, Baltasar era quien pasaba más tiempo rondando su casa o en otro caso cuando no estaba fuera, se encontraba dentro de la casa con la madre de Leticia. Y así llego el sábado, cuando ella por fin despertó, según Baltasar sus recuerdos habían sido removidos y estaban borrosos para ella, aquello sería más difícil porque si no recordaba a aquel demonio de sus sueños, no podríamos hallarlo tan rápido.

Era miércoles por la mañana me preparaba para ir al instituto con mis hermanos, hoy la vería y podría hablar con ella, sabía que su actitud seria fría porque yo no había contestado ninguna de sus llamadas desde el sábado hasta ahora, ni siquiera había ido a verla, los chicos eran quienes me traían noticias de Leticia. Y entonces sucedió, mi cuerpo reacciono a una descarga de poder que se había hecho muy cerca de ahí, caí al piso y me desplome. Solo podía verle a ella a Leticia, estaban jugando con mi mente, el panorama cambio y quien ocupaba el lugar de Leticia ahora era Sophia.
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