Cap.16: Mitad Vampiro, Mitad Humano.
Por extraño que parezca no me altere demasiado al tener ese tipo de revelación ¿Qué podía ser peor? ¿Qué me convirtiera en un maldito chupasangre? – No sería tan malo, sería mejor que estar muerta a miles de metros bajo tierra llena de gusanos – pensé.

-No sabes lo que dices ¿Quieres convertirte en esto? – me gritaba Caleb.

-¿Qué? Pero si no he dicho nada - le grite, acortando la casi nula distancia que me separaba de su cuerpo, quise tocarlo y decirle que todo saldría bien, todo sería igual entre nosotros pero no podía, a fin de cuenta yo simplemente era una humana.

Acorto el poco espacio que quedaba entre nuestros cuerpos con un solo paso lento y sigiloso me tenía a su completa disposición, tenia terror de que olvidara por completo quien era yo y que su deseo de beber mi sangre fuese más poderoso que el deseo de mantenerme con vida, pero lo que más me molestaba era que le deseaba tanto como en algún minuto había deseado a Vladimir ¿Qué me pasa? ¡Es mi mejor amigo! ¡Mantén la calma Leticia, deja de sentir estupideces! – gritaba como una loca en mi interior, realmente tenía una batalla interna peor de la que había tenido con el otro chico de mis pesadillas, ambos eran tan esenciales en mi vida que ya dolía pensar que si alguno de los dos se esfumaran para siempre mi existencia sería inútil.

-Así es, si alguno de los dos te faltase el circulo estaría incompleto y jamás sabrías quien es tu verdadera mitad Leticia, debes escoger con el corazón – La voz otra vez, ya me estaba cansando de su presencia.

-¿A qué te refieres con el círculo estaría incompleto? ¿Cuándo vas a empezar a explicarme las cosas? ¡YA ESTOY CANSADA DE ESTE JUEGO! – respondí mentalmente.

De repente sentí una mirada intensa en mi, fue cuando me percate de que estaba algo ofuscada clavando mis uñas en las palmas de mis manos y mordía intensamente mi labio inferior. Caleb me miraba confuso tratando de descifrar lo que yo pensaba.

-Quieres dejar de hacer eso por favor.

-¿Qué cosa? ¡Acaso ahora no puedo mirarte!

-No puedo leer tus emociones, siento que me excluyes, deja de bloquearme ¡Me fastidias!

-Pues si tanto te fastidio ¡Deja de mirarme como un idiota y empieza a explicarme todo esto! – le grite mientras movía mis manos en el aire como atontada por la situación.

-Vaya jamás pensé que me hablarías así menos sabiendo que soy un vampiro – soltó un bufido y después se hecho a reír como un niño.

¿Qué le parecía tan gracioso? ¿Qué no veía mis reacciones? ¿Por qué todo el mundo se reía de mí, me escondían cosas y luego no me explicaban nada? Lo mire con rabia que después se convirtió en pena, mis ojos delatores como siempre dejaban ver una lagrima que se había escapado, caía intensa por mi mejilla y se perdía en mi boca, baje la mirada y mantuve el labio inferior apretado mientras lo mordía. Lo mordí tan fuerte que de un segundo a otro un pequeño corte se hizo dejando salir pequeños restos de sangre, podía sentir su olor a oxido y sal.

Olvidando por completo que me encontraba frente a un verdadero bebedor de sangre comencé a tocarme la diminuta herida con los dedos dejando su olor impregnado no solo en mi labio sino que también en mis manos.

Mi acompañante se puso rígido de inmediato y trato de alejarse lo suficiente de mí, si ya era malo olerme mucho peor sería que sangrara enfrente de él. Sin pensarlo hice algo estúpido pero con lo cual tenía ganas de experimentar, al menos estando consiente ya que la última vez sacaron litros de sangre de mi cuerpo sin mi consentimiento ¿Cómo sería? ¿Qué sentiría él y yo? ¿Sería igual a como lo habían descrito en los libros que solía leer? ¿Habría algún tipo de conexión?

Me acerque y pose mis dedos con pequeños manchones rojo carmesí cerca de sus labios, sus fosas nasales inmediatamente captaron el perfume de mi sangre hiso un movimiento con su cuello para captar mejor el olor, pose mis labios en los suyos, sentí como succionaba mi labio inferior de una manera tierna saboreando la pequeña cantidad de sangre que salía de aquel corte, de un momento a otro algo punzante rosaba mis labios eran ¿Colmillos? Sin tener pensamiento alguno en mi mente me deje llevar por aquella situación, era irreal y no parecía afectarle demasiado, al menos eso creía yo. Los segundos se hacían intensos mientras él seguía sintiendo el sabor de mi sangre y yo me quedaba inmóvil a su disposición, me sentía tan extraña con ese beso.

El panorama cambio cuando puso sus manos en mi cintura acercando mas nuestros cuerpos y empezaba a besarme con desesperación mi boca se movía conforme a los desaforados labios de Caleb que trataban de llenarse de mi ser, impregnar toda mi esencia en él, de alguna extraña forma aquello no me molestaba es más deseaba que me besara así por siempre. Separe un momento su boca de la mía para tomar aire, estaba jadeando desesperada mientras el bajaba por mi mandíbula hasta mi cuello rozando esos labios que hasta hace unos momentos atrás habían sido míos, rozo sus colmillos en mi cuello y cuando pensé que me mordería el hechizo de frenesí en el que nos hallábamos se esfumo, dejando solo culpabilidad en ambos.

Me aparto de su lado por un momento dejándome confusa y avergonzada por la situación en la que nos envolvimos hace instantes atrás ¿Tan malo fue? ¿Acaso no sintió nada? A fin de cuentas solo éramos amigos, yo no sentía nada por él o ¿sí? Y ¿Por qué me importaba tanto? – Pensare en eso después – me fije por un instante en su mirada, no tenía los ojos inyectados en sangre ahora su mirada era normal sus profundos ojos azules volvían a estar en paz, tan cálidos como los recordaba. Se acerco con paso vigilante y me rodeo con la mirada se puso detrás de mi volviendo a besar mi cuello pero en esta ocasión no era Locura y desenfreno lo que sentíamos, era paz y ternura de una forma tan irreal como lo había sido con el frenesí y el deseo que anteriormente mostro el uno por el otro.

-Nunca podría morderte aunque fuese bajo tu consentimiento – susurro en mi oído.

-Nunca digas nunca, cualquier día podrías caer en tu tentación personal.

-Nunca – volvió a susurrar.

-Lamento haberme comportado así yo no quise hacerte daño, solo tuve un impulso que no pude contener, quería saber que se sentía… -dije ruborizándome otra vez, me voltee para poder mirarlo a esos ojos azules tan profundos y sinceros.

-Y ¿Qué sentiste? – pregunto confuso.

-Sentí… - no podía describirlo con palabras solo una vez había sentido algo parecido y fue cuando
Vladimir me beso en el baile de mascaras ¿Cómo explicarlo? Era una mezcla de peligro y deseo una subida de adrenalina, el corazón latía con fuerza y la mente se queda en blanco ¿Cómo explicarlo?

-Tú ¿sentiste qué? – Volvió a preguntar, en mi mente se atropellaban los pensamientos, los sentimientos florecían por mis poros a pesar de ser una mezcla confusa – Demuéstraselo – pensé. Sentí de nuevo ese impulso desenfrenado.

-Yo… sentí… esto…

Me acerque a él tome su cara entre mis manos y lo bese - ¡Dios que hago! ¡Estoy besando a mi mejor amigo! ¡Y es un Vampiro! ¿No se supone que debería estar aterrada y salir corriendo? – a pesar de mis pensamientos no lo aleje al contrario como era de esperarse el me devolvió el beso, fue tierno y acompasado, me hiso sentir lo mismo que el beso anterior a pesar de que ya no estaba en su forma Vampírica sentí el frenesí, la descarga de adrenalina y tenía claro que eso ya no era un experimento, mis sentimientos por él de alguna extraña e irracional forma cambiaron.

Me aparto de su boca pero no pudo zafarse de mis manos que se colgaban a su cuello.

-¿Qué te pasa? ¿Acaso no te gusto? ¿Tan mal he estado? – las preguntas formuladas en mi mente salieron como dardos por mis labios.

-Leticia creo que no estás en tus cabales asique mejor te llevo a tu casa.

-¿Qué? Si estoy en mis cabales y responde ahora mis preguntas ¿Qué sientes? Antes prácticamente morías por querer besarme y ahora te quedas callado – le dije ofuscada y apartándome de él.

-Ya veo tu “punto” de vista en este asunto, en primer lugar no estás en tus cabales deberías gritar aterrada por saber que no soy humano al menos no en totalidad, segundo ya estarías muerta si no me hubiese controlado y tercero no estoy para tus experimentos asique o me dejas llevarte a tu casa o te quedas encerrada aquí hasta que invente una excusa para no matarte esta noche – se dirigió a mi enojado.

-¡No te tengo miedo!

-Pues deberías – contesto de inmediato.

-¡No he terminado! – le grite - ¿A qué te refieres con que no eres humano en totalidad? ¡Y para que te enteres no estoy experimentando contigo!

-Puedo calmar mi mente, pero no puedo calmar mi sangre ¿Me explico? – Hice un gesto de negación con la cabeza – puedo ser humano y de un minuto a otro cambiar a Vampiro, soy mitad vampiro mitad humano, soy único en mi familia, en todas las generaciones nunca ningún Mondragon fue un Semi-Vampiro ¿Entiendes?

-Entonces tu puedes cambiar a tu antojo ¿Cómo un cambia formas?

-No, es algo un poco más complejo que eso. Puedo permanecer Humano siempre que quiera pero cuando dejo fluir mis instintos de Vampiro me convierto en un abrir y cerrar de ojos sin poder haber efectuado la elección - Hizo una pausa mientras me miraba con esos ojos de diamantes azules y continuo.

-El olor, tu aroma me enloquece y hace que mis instintos fluyan más rápido de lo normal, casi siempre puedo controlarme con el resto de los humanos pero tú… eres tan diferente - alargo su mano y rozo mi mejilla que se encendió como una llama ardiente dejando mi tez de color durazno en un encendido rosa.

-¿Por qué tu eres especial? ¿De veras no hay nadie que haya sido un Semi-Vampiro antes? – las palabras fluían de mis labios tan rápido que no ponía reparo en hacer enfadar a Caleb o no con mis preguntas ¡La necesitaba tanto! Necesitaba respuestas.

-No lo sé, nadie en mi familia se lo explica según mi Hermano puede que alguien en la familia haya traspasado el gen humano en su totalidad a sus hijos, nietos, que a su vez se lo traspasaron a mi madre y lo mismo ocurrió con mi padre, estos al unirse han desarrollado o despertado el gen humano completo y a la vez el gen Vampírico por lo cual yo soy un Semi-Vampiro.

-¡Es increíble! ¡Nunca leí antes de algo parecido! Eres único – se me quedo mirando de una forma extraña e irónica, sin pensarlo demasiado le lance mi próxima pregunta - ¿No existe otro tipo de posibilidad de ser un Semi?

-Sí pero sería imposible ya que ambos padres eran Vampiros.

-¿Por qué imposible? No entiendo.

-Veras, en el caso de que mi madre hubiese sido humana y mi padre un Vampiro existen más posibilidades de que en esa unión salga un Semi-Vampiro ¿Entiendes?

-Claro, no soy idiota – le solté riendo.

-No es gracioso, esta situación no es para tomarse a la ligera Leticia Camile Bertoglia – me lanzo una mirada de enojo del porte de Europa.

-Lo siento, es que todo es tan raro ¡Jamás pensé que mi mejor amigo seria un Semi-Vampiro! Además debo agregarle a eso que quieres matarme, no tengo ni idea porque y los Lazareto también ¡No se qué pensar! ¡No sé si reír o Llorar!

-¿Los Lazareto quieren matarte? – cambio drásticamente el tono de su voz, de enojo paso al asombro. Su cara mostraba incredulidad.

-Sí, al menos eso creo. Por eso vine a verte quería contarte lo que averigüe es todo tan confuso además quería entregarte esto – recordé la daga y la saque de mi pequeño bolso que llevaba cruzado al cuerpo, el pañuelo negro de seda se deslizo entre mis dedos mientras la daga caía al piso haciendo un ruido sordo.

Ambos nos agachamos para recogerla cuando de la nada el puñal se esfumo y en su lugar apareció un cuervo negro que comenzó a darme fuertes picadas en los brazos, las piernas y el rostro. Gritaba por ayuda pero Caleb estaba unos cuantos centímetros más allá retorciéndose de dolor, su piel de color durazno comenzó a ponerse pálida poco a poco se tornaba morada era como si lo estuviesen asfixiando, me ardían las mordeduras que el cuervo me daba cada vez mas fuertes intente juntar todas mis fuerzas y tome una lámpara que se hallaba cerca de mí, me estire lo más que pude para alcanzarla, ya en mis manos le pegue con el objeto al maldito cuervo que estaba tratando de matarme, choco con la pared y a los segundos se esfumo al igual que el puñal. Mi corazón dio un vuelco cuando vi que Caleb ya no se retorcía, ni siquiera su pecho se movía al compas del aire que debía entrar por sus pulmones, apoye mi cabeza en su pecho para ver si aun respiraba y así era, pero muy débilmente podía sentirlo.

¿Qué hago? ¿Cómo le ayudo? ¿Qué necesita? Piensa Leticia, piensa - Sangre – mi mente respondió inmediatamente a las preguntas que me formulaba hace unos segundos atrás. Mis ojos buscaban algo con que poder infringir a mi cuerpo algún tipo de corte para que la sangre saliera a chorros, estaba débil lo sabia pero aun así no dejaría de ayudar a mi amigo aunque eso significara tener que estar recostada en una cama por el resto de mi vida, las heridas marcadas que dejo el cuervo en mi cuerpo dolían bastante eran como quemaduras que se intensificaban cada vez más, me levante despacio para acercarme al escritorio con cada paso que daba se intensificaba más el dolor ya no solo de las “quemaduras” sino que la cabeza me iba a explotar.

Tome unas tijeras que se hallaban en un cajón, volví a duras penas al lado de Caleb y me corte las venas de la muñeca derecha, la sangre salía a borbotones, puse rápido mi muñeca en sus labios, deje que corriera a voluntad hasta que el pudiera ponerse bien, los oídos me pitaban fuerte y la habitación giraba en torno a mí, lentamente sentí como me iba desvaneciendo mientras el volvía a despertar, sentía como su lengua pasaba por la piel de mi brazo, como la sangre salía a chorros de mis venas para perderse en su boca, sus colmillos creciendo por su boca y clavándose en mi muñeca, era un banquete de dioses para él. De alguna forma loca e irracional me gustaba ser yo quien le estuviese dando sangre para beber, no quería que nadie se le acercara, que nadie más que yo le diese a beber de su sangre, quería que Caleb fuese mío y yo de él aunque eso me costase la vida.

Las palabras salieron en un susurro.

-Mío – fue lo último que salió de mis labios para luego desvanecerme dejándome caer en los brazos de Morfeo.

Un sueño hermoso me invadió. Un sueño eterno.

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-¡NO! ¡Leticia! ¡Despierta! – escuchaba a lo lejos, era una voz que yo conocía perfectamente pero la sentía tan lejana, no quería despertar nunca de mi sueño profundo era tan pasivo y bello.

-Te necesito a mi lado ¡Vuelve! ¡No me dejes! ¡Leticia te ordeno que vuelvas ahora! – seguía gritando esa voz melodiosa, se podía sentir el pesar, el miedo, la rabia de su voz pero aun así era hermosa para mí.

-¡Que le has hecho maldito! ¡La has matado! Te matare Caleb Mondragon, lo juro – gritaba de nuevo el chico con voz de Ángel.

¿Caleb? ¡Van a matar a Caleb! Debo ayudarlo, no puedo permitir que lo asesinen, no por mi culpa. Intente abrir mis parpados pero estaban muy pesados, me sentía tan cansada, tenía mucho sueño, lentamente comencé a mover mi cuerpo y lance un suspiro, me tomo algunos segundos volver abrir los ojos.

Todo era muy confuso porque mis ojos no lograban enfocar bien durante los primeros instantes, alguien me tenía entre sus brazos acunándome como un pequeño y frágil bebe, sentía la tensión de su cuerpo, aunque trataba de contener la ira que lo embargaba.

-¡No! Por favor… No – susurre algo histérica al hombre que me sostenía entre sus brazos. Mi voz era rasposa.

Sentí una lagrima caer en mis ojos, luego sus dedos tocaban mis labios sin cesar. Mire bien tratando de enfocar y me encontré con la cara del hombre que lloraba por mi causa, el mismo que gritaba que me aferrara a él, que no lo dejase, que estaba dispuesto a matar a Caleb por mi culpa ese Hombre era Vladimir. Se aferraba tan fuerte a mi cuerpo que me era imposible zafarme, además de sentirme incomoda era muy extraña aquella situación ¿Qué hacia el ahí?

-Despertaste – dijo contento al verme abrir los ojos, el chico que me sostenía en brazos era irreconocible ante mí, no era el frívolo, calculador y exótico chico que conocía – al menos su fachada normal – era un Vladimir completamente diferente por primera vez estaba mostrando debilidad.

-¿Qué haces aquí? – pregunte extrañada, el no contesto. Como siempre guardaba sus secretos.

-¿Y Caleb? ¿Dónde está? ¿Está bien? – la alarma en mi voz lo hiso molestarse y me soltó, dejándome libre para que yo misma inspeccionara como estaba.

Se encontraba en un rincón de la habitación, bastante alejado de mi persona de espaldas a mí.

-¿Caleb? - no respondió a mi llamado – por favor Caleb mírame, perdóname no quise hacerte enfadar, de veras lo siento.

Sabía que debía estar molesto porque le di a beber de mi Sangre, el dijo que aunque yo se lo permitiese jamás querría beber mi sangre. Vladimir grito enojado.

-¿Perdón? ¡Le pides perdón al maldito que casi te mata! ¡Cómo es eso Posible! Abre los ojos Leticia.

-Tú no te metas Vladimir Lazareto, déjame hablar con él – lo corte.

-Caleb por favor, mírame.

Tardo unos minutos en darse la vuelta, sus ojos azules estaban tristes, sumidos en un baño oscuro de lágrimas en un profundo dolor inhumano, la tensión en su cuerpo era evidente tal y como estaba implícita en Vladimir, no aguante más y me lance en sus brazos a llorar. Dolía, dolía tanto verlo de esa manera, el corazón era un estropajo en mi pecho. Antes era él quien siempre alumbraba mis días de tristeza ahora quería ser yo quien lo ayudara a salir de su pena, pena que yo cause con mi estupidez.

-Lo siento tanto, lo siento, lo siento – le dije mientras decía un millón de veces esas mismas palabras en mi mente.

-Debes irte con él, en este mismo instante - por fin pronuncio palabra pero no eran las que mi corazón tanto anhelaba, su voz era fría y monótona ¿Qué le pasaba? ¿Por qué reaccionaba así?

-Pero yo no quiero… tengo tantas preguntas…

-Ahora – dijo mientras me jalaba de un brazo, Vladimir nos seguía.

Abrió la puerta de su habitación y empezó a bajar la escalera para que saliéramos de su casa, no nos dirigió a la salida principal, nos llevo a la puerta de la cocina por la que yo había entrado. Vladimir salió primero, cuando me percate de que sus palabras eran serias me puse a la defensiva.

-Caleb no quiero irme, quiero estar contigo… - iba a seguir reclamando cuando me corto de una vez.

-¡Yo no! ¡Vete y no vuelvas! – me lanzo a los brazos de Vladimir y el portazo estridente que nos dio en la cara dejaba muy en claro que no me quería ahí.

El corazón estaba hundido en mi pecho asiéndose mil pedacitos por el rechazo de mi mejor amigo, ese por el cual había quedado inconsciente hace minutos atrás para que bebiese mi sangre, el mismo con el que tuve la primera – y tal vez única – experiencia de besar a un verdadero bebedor de sangre de forma consciente, el que me había dado el beso más loco y el más tierno, ese mismo ahora me entregaba a los “otros” depredadores para que ellos terminaran el trabajo ¿Tanta repugnancia le causaba estar a mi lado? ¿Por qué me había besado? ¿Acaso era un truco para retenerme ahí y saciar su sed? No, el solo me estaba reteniendo para entregarme a manos de los Lazareto, el era un Traidor.

-No lo es Leticia, el solo hace lo que cree mejor para ti… Ya lo entenderás, todo a su tiempo pequeña… todo a su tiempo –

-¡No tu otra vez! ¡Me vas a terminar volviendo loca! Dime quien eres, por favor necesito saber que no me estoy desequilibrando mentalmente y que te conozco de alguna parte – tenía miedo de que aquella voz fuese creada por mis delirios y por todo lo que me estaba pasando en estos momentos.

-No te alarmes, me conoces pero no de la forma que tú crees… -

-Déjate de rodeos –

Mientras hablaba mentalmente con “la voz” Vladimir solo caminaba a mi lado dándome la mano para guiar mis pasos, estaba demasiado sumergida en mis “conversaciones mentales” que no fui capaz de hacerle las millones de preguntas que quería obtener, deseaba saber la verdad pero antes tenía que resolver mis problemas con mi amiga “consciencia”.

-Me presento Leticia, Mi nombre es Sophia Guliana Bertoglia de Lazareto, soy parte de tu pasado, tu presente y tu futuro –

Me quede helada al instante, mi “consciencia” era Sophia, la chica de la fotografía al lado de William, era con quien compartía un leve parecido, ella era la doble de mi hermana Emilia, tenía mi apellido, formaba parte de mi pasado, Mi dinastía.

Vladimir se me quedo mirando al ver que no seguía caminando y tenía la mirada perdida, tan inmersa en aquella pequeña pero a la vez gran revelación.

-Leticia ¿Estás bien? ¿Qué sucede?

No era capaz de mirarlo a los Ojos y la única audible palabra que salió de mis labios fue…

-Sophia…
Cap.15: La cueva del Lobo.
Realmente los libros que había dejado de leer por tanto tiempo me conducían a todos los indicios de la verdad ¿Cómo no me había dado cuenta antes? ¡Ellos eran extraños! Estaba claro que venían de otra cultura eran “gente de mundo” como dijo mi madre hace algunas semanas atrás, al parecer ella disfrutaba verme rodeada de aquel ambiente pero la realidad era que “ese ambiente” no tenía nada que ver conmigo al menos no con una humana como yo ¿Cómo era posible que hubieran vampiros? Ni siquiera existen, no puede ser, no, no, no – me repetía una y otra vez mientras estaba tirada en esa cómoda cama. Tenía que salir de aquel sitio como fuese, si mis “sospechas” eran ciertas era de locos quedarme en una casa llena de vampiros peor aun sabiendo que yo soy “importante” como según dicen ellos, quizás mi sangre es tentadora o tenga alguna especie de componente, no sé, pero algo tenía que los atraía como imanes.

Ya no podía confiar en ninguno de los Lazareto por más que deseara contarle mis sospechas o secretos a Baltasar sabia que él no me contaría la verdad, además gracias a ellos estaba como estaba por su culpa casi me matan, el chico de los ojos rojos conocía a Vladimir y lo llamo traidor, quizás ellos me buscaban para matarme – No puede ser – pensé - Emilia esta de su lado ¿acaso mi hermana también quiere hacerme daño? Pero recordé el dolor que me había causado saber que Emilia y Frederick no eran mis hermanos, que mis padres no eran sangre de mi sangre, de nuevo los sollozos y ese ardor en mi pecho como si me matasen viva.

Solo una persona podría creer en todo esto no por el hecho de que cada vez que mi corazón se partía el siempre estaba ahí, sino por todo lo ocurrido con Emilia él sabía antes que yo en lo que se había convertido mi hermana, sin pensarlo mucho me levante y me puse la ropa que se encontraba a los pies de la cama ¿Cómo saldré de aquí? – pensé inmediatamente cuando pude ver una pequeña abertura en el techo justo donde estaba instalado el telescopio - ¡Que idiota! Como no se me ocurrió antes, conozco esta casa como la palma de mi mano – hace muchos años atrás, cuando quería estar sola subía hasta el ático para salirme por la pequeña abertura que tenía este, llegaba al techo y bajaba por el gran roble que estaba en el patio trasero de la casa. Recordaba cada uno de mis movimientos cuando hacia esto asique puse en marcha mi plan de escapar a hurtadillas, me colgué al cuello el collar de la abuela, saque el puñal de la cajita azul y lo envolví en un pañuelo de seda negro que encontré en la habitación, lentamente me deslice del techo hasta el árbol.

Cuando caí de rodillas al pasto húmedo por el roció de la mañana me pude dar cuenta que pase la noche entera durmiendo en casa de los Lazareto, tenía un montón de escusas que inventarme cuando volviera a mi casa pero eso lo dejaría para después lo principal en este momento es llegar a casa de Caleb entera y siendo Humana. Recorrí a pie desde la casa de mi abuela hasta el condominio de casas nuevas en donde vivía mi amigo, eran unos 20 minutos en vehículo y 45 minutos a pie, me permití exigirle a mi cuerpo ir lo más rápido posible aunque eso significara llegar casi sin aliento; debo reconocer que era un desastre si se trataba de actividad física.

Llegue a la calle de Caleb los mismos arboles que días atrás encontraba tan hermosos y verdes ahora daban el aspecto de un lugar tétrico como un bosque lleno de naturaleza salvaje, las hojas se movían fieras al compas del frío viento, tratando de empujarme a retroceder, haciéndome temblar.

La casa que estaba frente a mí se hacía cada vez más inmensa ante mis ojos, tétrica, fría, con la mirada ausente camine lento hasta la puerta delantera. Toque una vez, dos veces, tres veces y nadie se dignaba en aparecer, di la vuelta para tratar de meterme por un pequeño pasillo que conectaba la casa con el patio trasero al llegar hasta ese lugar pude darme cuenta que la pequeña puerta de la cocina estaba entreabierta, sin pensármelo dos veces me metí como ladrón en la noche, sabía que Caleb no se molestaría por ello ¿verdad? Todo dentro de la casa se hallaba en penumbra un silencio que me hacía sentir vulnerable, a la penumbra de la habitación principal de la planta baja se distinguía una tenue luz proveniente del pasillo quedaba detrás de la escalera este conducía a las habitaciones de la casa, no recordaba muy bien haber visto ese lugar antes pero era obvio que con la corta estadía pasada en casa de mi mejor amigo no reconocería todo el lugar.

Intuitivamente seguí la tenue luz, quizás allí se hallaba Caleb o algún otro miembro de su familia. Empecé a caminar de puntitas, la sangre retumbaba en mis oídos me sentía como si me fuesen a descubrir en algo malo, cuando me acerque lo suficiente pude darme cuenta que había una puerta entreabierta, la termine de abrir lentamente revelándome una escalera que daba a un tipo de subterráneo, el lugar era húmedo y frío, baje los escalones contándolos uno por uno mientras que mi corazón martilleaba en mi pecho - esto ya me está dando mala espina – cuando llegue abajo me encontré con un pequeño pasillo en donde al final una gran puerta de madera antigua me esperaba para revelarme el peor de mis delirios, del otro lado se escuchaban voces discutiendo un asunto muy importante al parecer.

-El chico lo hará ¿no es cierto Caleb? – una voz desconocida, salvaje, era una mujer.

-Yo… - era la voz de mi amigo, se escuchaba tétrica y misteriosa.

-Lucíos por favor, tu sabes que Caleb no está preparado para esto – era Fabiana quien hablaba, podía reconocer su voz tan delicada y persuasiva.

-¡No! El chico debe hacerlo tienes claro que si dejamos que los Lazareto sigan acercándose a ella esto se hará más difícil, debemos aprovechar que esa humana confía y quiere a Caleb – era la voz de otro desconocido.

-Theodor tiene razón. Fabiana si dejamos pasar más tiempo esta situación se hará insostenible, no podemos contar con Vladimir por lo que he averiguado el traiciono a la orden al igual que todos los Lazareto pero debemos tener pruebas para desenmascararlos.

-Pero Lucíos ¡el no está listo! – suplicaba Fabiana.

-Caleb sabía que tarde o temprano llegaría su momento de actuar, él será el orgullo de los Mondragon – hubo una pausa en la que todos se quedaron en silencio esperando la respuesta de Lucíos, la expectación podía olerse en el aire – el matara a Leticia, esta noche.

-¿Caleb? – la voz de Fabiana tenía un tono de gran preocupación.

-Lo hare Fabiana, mi destino está escrito – era Caleb, mi amigo había tomado la decisión y mi corazón se removía dentro con dolor. La determinación con la que dio su respuesta hiso que mi cuerpo reaccionara con múltiples escalofríos.

Me lleve las manos inmediatamente a la boca para silenciar mis gritos y sollozos, todo el mundo me buscaba para matarme, primero el chico de ojos rojos y ahora la familia de mi mejor amigo también quería matarme pero ¿Por qué? ¿Caleb? Mi dulce y tierno Caleb terminaría con mi ridícula vida, la persona en quien confiaba derramaría mi sangre, prefería mil veces morir en manos de cualquier otro ser humano a ser asesinada por mi mejor amigo, si tanto les molestaba mi estúpida existencia yo misma lo haría, pero no podía pensar en que lo último que vieran mis ojos seria la cara de mi amigo y sus ojos, esos ojos azul profundo que me ofrecían paz.

Sentía pasos que se acercaban a la puerta, empecé a correr para subir las escaleras lo más rápido posible, si me encontraban allí lo harían sin titubear, me matarían sin siquiera poder despedirme de mi familia o encontrar la forma de sobrevivir. De un minuto a otro estaba jadeando y tratando de llenar mis pulmones con aire cuando alguien me tomo del tobillo, me gire y zamarree mi pierna derecha para que me soltara, mi corazón dio un vuelco de 360° al ver que era Caleb.

-¡¿Qué haces aquí?! – me susurro enojado.

-Yo… yo…

-Debo sacarte de aquí antes de que se enteren ¿Qué acaso estás loca? ¡Estabas firmando tu sentencia de muerte al escucharnos!

¿Qué? ¿Me sacaría de allí? Pero ¿Por qué?

-¿Tú no me mataras? – pregunte con la voz temblorosa.

El me observo por unos instantes con esos ojos azules tan pacíficos y cálidos, demostrando debilidad ante mi presencia, acaricio mi mejilla y yo me sonroje de inmediato, no podía sostener su mirada, por alguna extraña razón ya no era para mí el mismo Caleb. Baje mi mirada a mis zapatillas sucias pero ese lapsus no duro demasiado, levanto mi barbilla y me obligo a mirarle a los ojos, ese mar profundo de secretos.

-¿Deberás crees posible que hay alguna remota posibilidad de que yo acabe con la luz de mi vida? – pronuncio aquella frase con un odio marcado en cada una de sus palabras, su semblante era el de un adulto, un hombre maduro no el del chiquillo de dieciocho años que yo conocía.

-Caleb… - susurre su nombre tan bajito que apenas se escucho entre nosotros, lo abrase fuerte como si me faltara su presencia adentro, el corazón retumbaba en el silencio de aquel estrecho lugar, podía sentir el mío y el suyo juntos en unisonó.

Rápidamente me aparto de su abrazo.

-Ahora tengo que sacarte de aquí antes de que te encuentren.

-Pero… yo… - ¿Cómo se lo digo? ¿Cómo le digo lo que sospechaba de los Lazareto?

-No Leticia en este instante no quiero peros, vendrás a mi habitación por ahora y te explicare
algunas cosas de mi pasado, mi presente y lo que me depara en el futuro.

¿Por qué su frase no me era indiferente? ¿Qué acaso todo el mundo estaba obsesionado con el pasado, el presente y el futuro de la gente? Me tomo de la mano y comenzamos a dirigirnos al piso principal de la casa, mientras íbamos subiendo las escaleras sentía que la mano de Caleb destilaba descargas de electricidad como las que sentía con Vladimir ¿Qué me pasaba? ¿Por qué sentía todo aquello? Sacudí mi cabeza rápido para olvidar mis preguntas y Caleb se sorprendió al verme hacer esto. Sin preguntarme siquiera nos metimos a su cuarto, me sentó en la cama, se aparto muy rápido y quedo de espaldas a mí, pasaron los segundos y minutos, se hacía eterna aquella extraña situación hasta que por fin hable, controle mi voz para no quebrarme o llorar o hacer alguna estupidez.

-Caleb ¿Qué sucede? ¿Por qué no pronuncias palabra?

Mientras él seguía en silencio me levante de la cama para acercarme a él y mirarlo a los ojos. Me aterraba la situación en la que nos encontrábamos y ¿Sí todo era una trampa para retenerme allí? Tal vez el solo me había llevado a su cuarto para terminar con todo esto. Pose mis manos en sus hombros soltando el aire que había estado conteniendo en mis pulmones, apoye mi cabeza en su espalda y le hable otra vez.

-Por favor dime que sucede, me estas asustando.

-Aléjate en este preciso instante – hablo con voz sombría y extrañamente seductora.

-Pero… ¿Caleb? Dime qué te pasa – le grite apartándome unos centímetros de su cuerpo.

-No te das cuenta que me es difícil controlarme con tu Olor, tu aroma embriagador, hueles tan apetitosamente bien, a flores exóticas, no sabes como el Lobo desea matar a Caperucita – soltó un bufido al final de la frase.

-Jaja muy gracioso ya déjate de juegos ¿Quieres?

-No lo entiendes Leticia, te ansió a cada segundo, quisiera desgarrarte el cuello en este preciso instante pero si lo hago morirías y mi poca humanidad se iría contigo, me volvería loco si tu no existieras.

Me quede nula frente a sus palabras idiotas que ya habían comenzado a asustarme. Mientras seguía esperando una explicación razonable él se giro con los ojos cerrados, se veía perfecto, su cara, los labios, su piel no era del color natural que yo le conocía de un minuto a otro se puso pálido ¿Se sentiría mal?

-Caleb ¿te sientes bien? Porque estas tan… - mi frase se corto al instante en que el abrió sus ojos, esos hermosos ojos de color azul cielo que yo conocía se habían convertido en color rojo sangre mostrándome así a un hombre frío, seductor y calculador; mi mejor amigo había quedado atrás y enfrente de mí se hallaba un ser despreciable con el mismo color de ojos que mi asesino.

Me lleve las manos a la boca para no gritar, si el resto de las personas que se hallaban en la casa me escuchaban se darían cuenta que me encontraba allí y peor aun alguno de ellos me mataría antes de yo poder gritar por ayuda, si tenía que morir prefería yo misma desgarrarme la garganta antes de que alguien más o Caleb lo hiciera. Con mis torpes pies empecé a retroceder hasta que choque con la cama y caí sentada. Ninguno de los dos articulo palabras, empezó a acercarse sigilosamente a mi persona cuando lo detuve en seco.

-¿Qué eres? ¿Por qué me tienes aquí? – le solté asustada.

-Yo… Leticia yo… - extendió su mano, casi queriendo tocarme pero la distancia entre nosotros aun era algo grande.

-Por favor si vas a matarme, hazlo rápido ¿Sí? – le solté llorando mientras agachaba la mirada.

Para que seguir retrasando lo inevitable, estaba claro que algún día tendría que morir ¿no? Además mi existencia no importaba, a nadie le afectaría que yo estuviese muerta, mi familia no era mi verdadera familia, mi mejor amigo era un mentiroso y Vladimir un traidor al igual que Emilia, yo no le importaba a nadie.

-¡Que no lo entiendes! Yo no voy a acabar contigo ¡Acaso no te das cuenta! Deja ya de hacerme sentir peor en esta situación, te he dicho que es difícil para mí estar cerca de ti en este estado – me gritaba, Caleb me estaba gritando con una audible desesperación en la voz.

-¿En qué estado? – fue lo único que salió de mis labios.

-Yo soy… un Vampiro.

No tuve ninguna reacción frente a esa revelación ¿Por qué no me extrañaba aquello? ¿Acaso lo sabia inconscientemente? ¿Por qué Caleb? ¿Por qué? Me preguntaba una y otra vez, al mirarlo a los ojos de nuevo y meditar en sus palabras, el tenia razón; Yo era la presa y él era el Lobo o como lo planteo, Yo sería Caperucita y el Lobo malo quería atacarme, esta extraña situación estaba predestinada… Yo me hallaba en la cueva del Lobo.
Cap.14: A escondidas.
¿Cómo tu vida tan común puede cambiar en unos cuantos parpadeos? Yo Leticia Camile Bertoglia había estado en un enfrentamiento sacado de una película, mi hermana mayor estuvo a punto de ser asesinada por mi mejor amigo, la persona en la que más confiaba y con quien me sentía segura - ¡Es un Mondragon! ¡Quieren matarte! – Me gritaba mi interior al recordar las palabras de mi hermana – Son tus enemigos – dijo ella, pero ¿como la persona que me ofrecía protección y paz iba a ser mi propio verdugo? La desesperación que sentía en ese momento era gigante, un hueco enorme estaba en mi corazón.

Los nervios empezaron a atacarme temblaba de pies a cabeza podía sentir mi respiración entrecortada tratando de abarcar todo el aire que me fuese posible, me mire en el espejo y pude ver una chica diferente a la que conocía estaba pálida como el papel y mis ojos se mostraban sigilosos como si esperasen que algo más ocurriera, mientras observaba a la nueva Leticia una voz vino a mi cabeza.

-¿Tienes miedo?-

-¡Ah! – grite desesperada.

Pero en ese mismo instante aquella voz se cayó – debe ser solo que estas asustada – me dije a mi misma, no fue así.

-¿Por qué no le crees a tu hermana? ¿Acaso no confías en tu propia familia? – volvió esa voz.

Me quede presa en el silencio, la habitación me daba vueltas y vueltas, me hacía cada vez más pequeña y el corazón me latía desaforado ¿Qué acaso me iba a venir la crisis de pánico justo en este momento?

-Cálmate, controla tus poderes y controla tu mente-

-¿Quién diablos eres? ¿Qué haces en mi cabeza?

-No me conoces pero tengo mucho que ver contigo, soy parte de tu pasado, de tu presente y de tu futuro Leticia Camile Bertoglia, seré tu guía por ahora –

-¿Qué? ¿Mi guía? ¿Quién eres? ¿Por qué te escucho? ¿De qué poderes hablas? ¿Qué me ocurre? – gritaba en mi cabeza.

-Primero ¡Cálmate! No te revelare quien soy o ellos pueden interponerse entre nuestra conexión, Leticia prepárate para ir al instituto, toma la daga que ha dejado Caleb y ve a verlo, debes protegerle a él también, el forma parte de tu pasado, tu presente y tu futuro al igual que Vladimir debes protegerlos a ambos, es esencial que sigas mis órdenes, no le hables a nadie de mí… lamento dejarte con tantas dudas pero es hora de que me valla… - la voz se empezó a extinguir de apoco hasta que ya no pude sentir más aquella presencia.

¿Qué era todo aquello? ¿Por qué decía esas cosas? ¿Qué sabia de Caleb y Vladimir? ¿Quién era? Pensé lentamente las palabras de mi hermana y luego las de aquella voz, sabía que era necesario hablar con Caleb pero también debía obedecer a Emilia ella sabia cosas que yo no, tal vez daría respuestas a mis preguntas al menos a la mayoría pero ¿Y Caleb? ¿Sería tan fácil apartarme de él? ¿Cómo podría mantenerlo alejado de mí si el prácticamente era mi sustento diario?
Necesitaba verlo y seria en este mismo instante, me vestí como pude dentro del pánico que tenia, tome la daga en un pañuelo y la guarde en mi bolso. Baje corriendo las escaleras.

Cuando abrí la puerta para salir de ahí había alguien plantado en el umbral, era un chico muy extraño sobre él llevaba una capa larga que ocultaba todo su cuerpo tal y como lo recordaba la noche en la que vería a Vladimir, me hablo, era la voz del chico de los ojos rojos que había intentado matarme.

-Hola Leticia, veo que nos hemos vuelto a encontrar esto será como quitarle un dulce a un niño, Que triste – hablo con una voz seductora mientras enredaba sus dedos en un mechón de mi cabello que colgaba en la parte derecha de mi rostro.

Estaba helada, tenía miedo, primero la pelea entre mi mejor amigo y mi hermana, y ahora un chico desquiciado que quien sabe que cosas me haría, me va a cortar las tripas o sacar los órganos para venderlos y obtener dinero – ¡No seas tonta! ¡El solo quiere tu sangre, quiere matarte! –Volvió la voz a mi mente – Coge la daga y clávasela en el pecho, es la única forma que tienes de matarlo, la única Leticia.

Tan rápido como me aleje de aquel chico el me tomo por el cuello y me arrastro hacia la pared de la pequeña salita de mi casa, mientras permanecía acorralada llena de pánico podía sentir su mano recorrer mis muñecas como si estuviera palpando un lugar para clavar algo, después en mi cuello, no tenía ni la menor idea de porque tenía que enterrarle el cuchillo pero lo hice, trate de mover mi mano meterla en mi bolsito y sacar la Daga para enterrársela en el corazón, tenía claro que cualquier humano moriría pero como ya lo percibí, el era peligroso y sobre todo no era humano.

En mi intento de apuñalarlo fue como si leyera mis pensamientos y se aparto en el momento exacto que me lanzaba contra él para robarle esa vida miserable que tenía.

-¡Que astuta! Pero no te servirá de nada, todas ustedes, pobres elegidas… todas terminan…
MUERTAS – dijo con la voz fría y calculadora ¿Cómo me había llamado? ¿Todas? ¿Quiénes?

Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, deje caer el puñal y comencé a temblar la habitación giraba una y otra vez, el chico se movía de esquina a esquina acercándose cada instante más a mi cuerpo, a mi cuello, a mi sangre.

Pude sentir cuando me tomo entre sus brazos antes de que callera al suelo y me golpeara la cabeza, sentía su tacto frío como el de Vladimir, su respiración, su aroma de peligro, con sus manos palpaba mi cuello, buscando la mejor parte para clavarme un cuchillo y que me desangrara viva o al menos eso pensaba yo. Le oí susurrarme al oído.

-Qué desperdicio, hubieses sido la mejor en nuestro mundo y en nuestras artes, lástima que Lazareto no te tomo y te hiso suya, lástima que vayas a morir en mis colmillos – dijo mientras besaba mi cuello.

-Leticia despierta, vuelve – sentía esa voz en mi cabeza muy lejana casi en un susurro.

-No puedo, no puedo – susurraba tan bajito que apenas era audible al oído humano.

********

No era capaz de abrir los parpados, un grito resonaba en mi cabeza, era la voz de ¿William? - ¡NO! ¡Ella no! – gritaban pero era demasiado tarde, sentía un roce de algo puntiagudo en mi cuello y de pronto el dolor, un dolor punzante e insoportable, una tortura que no era capaz de experimentar nunca en mi corta vida sentiría un dolor igual la sangre salía a borbotones de mi cuello y yo me desvanecía lentamente en las sombras ahogando mi pánico en el dolor interno, mi cuerpo reaccionaba a ese asido que se extendía por mi cabeza, quemándola, torturándola de pronto deje de sentir ese punzón en mi cuello pero no el dolor, me hallaba tendida en la sala de mi casa gritando, de un momento a otro el dolor había agudizado mis sentidos y era consciente de todo.

Eloana estaba a mí lado apartándome el cabello del rostro mientras William clavaba el puñal que pocos minutos atrás yo había dejado caer tan torpemente interrumpida por mis preguntas, se lo clavo directo en el pecho, el chico cayó al piso y se desvaneció, ya no estaba ¿Cómo era posible que se hubiese desvanecido en un abrir y cerrar de ojos? ¿Quiénes eran ellos realmente? ¿Qué hacían en casa? yo no recuerdo haberlos llamado o ¿sí? El dolor no bajaba de intensidad me sentía como si me quemaran viva. No aguante y grite como una loca.

-Eloana ¡duele! ¡Me quema! Ayúdame – gritaba suplicante.

-William ¿Por qué le duele? ¿Qué le ha hecho? – hablaba Eloana desesperada.

-No lo sé, tal vez dejo fluir el veneno- me miraba confuso - ya sabes que él era uno de ellos, puede que le hayan enseñado algún… - dejo la frase inconclusa y me tomo en brazos – debemos llevarla con Camile ella sabrá que hacer, no tenemos mucho tiempo.

-No te preocupes Leticia, William te ayudara, es su trabajo como protector – hablo de nuevo la voz en mi cabeza – solo aliviare el dolor hasta que el llegue con Camile, relájate y confía.

¿Cómo aliviaría el dolor? ¿Qué diablos pasaba? ¿De dónde conocía el nombre de William y Camile? No podía dejar de pensar en las palabras de Emilia y en Caleb, debía hablar con él como fuese pero ese dolor me mataba y empeoraba cada vez más, me retorcía en los brazos de William, no sabía si íbamos en su auto o no, al parecer llevaban las ventanas del auto abajo porque sentía la brisa en mi rostro, esto hacía que el sudor que empezaba a correr por mi frente desapareciera, de pronto el dolor disminuyo un poco ya no era tan agudo como al principio ¿será que ya me está matando el acido? Caí en las sombras y no fui consciente de lo que me ocurría.

Cuando por fin pude abrir mis parpados los sentía pesados y a mi cuerpo muy agotado, parecía una muñeca de trapo tirada en la cama, la piel pálida, los parpados pesados y con grandes ojeras debajo de mis ojos eran como moretones de lo oscuros que estaban me acomode en la cama demasiado grande para mí, estaba en una habitación muy amplia, las paredes eran de un color azul cielo, la cama en la que estaba se hallaba en el centro de la habitación su cabecera quedaba apoyada en la pared contraria a la ventana con grandes cortinas de color azul oscuro que daban la impresión de estar aun en medianoche, un montón de Cd´s se agolpaban en un mueble que hacía de escritorio, al lado de este se hallaba un librero gigante lleno de ejemplares con cubiertas muy antiguas que parecían de colección, una cámara fotográfica de esas que tienen demasiadas cosas como para saber encenderla se apoyaba en la mesita de noche que se encontraba a un costado, en el fondo de la habitación había un telescopio enorme junto a una mecedora y al lado de esta un pequeño mueble con una cajita muy antigua de color azul, se parecía mucho a la que yo tenía en casa - ¡a la de la abuela! – pensé.

Me levante de un brinco quería acercarme a la cajita que se hallaba al otro extremo de la habitación, me maree de inmediato y casi caigo tirada al piso de no ser porque me apoye del respaldar de la cama, espere a que se me pasara esa sensación de desvanecimiento continuando mi trayectoria a la mecedora, con cada paso que me acercaba mi corazón daba un vuelco inesperado, cuando estuve lo suficientemente cerca me senté en la mecedora y tome el pequeño cofre entre mis manos era igual al que yo tenía en casa, los mismos detalles, el mismo color, eran idénticos.

Me quede ahí meciéndome como una niña pequeña, de pronto mire mis muñecas y me di cuenta que llevaba unas vendas en ambas ¿Qué me ocurría? ¿Dónde estaba? Y principalmente ¿Por qué tenía esas vendas? No tenía ganas de pensar asique en vez de ponerme a formular mil preguntas que como siempre no tenían respuestas trate de abrir el cofrecito azul, al principio no cedía, no había forma de abrirlo, hasta que descubrí una pequeña inscripción a lado de lo que parecía ser un nombre pero solo eran las iníciales… S.G.B. después de ver todo eso fue como si por arte de magia la pequeña cajita cediera a mis forcejeos y se abriera, mientras miraba horrorizada lo que se encontraba dentro mi corazón latía desaforado como si se fuese a salir del pecho, estaba el collar de mi abuela, mi collar, el de mi familia que había estado por generaciones y generaciones se encontraba en las manos de un completo desconocido ¿pero como llego hasta sus manos? ¿Qué hace el con ese collar? Lo tome entre mis manos y deje caer el cofre formulando un ruido que me hiso estremecer, rápidamente me levante de ahí para recoger el cofre y dejarlo en su lugar, me sorprendí al ver más secretos guardados ahí dentro junto al collar estaba una foto muy antigua con una hermosa mujer alta, de cabello negro liso – Emilia – susurre – pero sabía que no era ella, a su lado estaba William Lazareto con un traje formal de caballero como los de la época colonial se les veía felices y bellísimos ¿Cómo era posible que fuese William? ¿O era algún antepasado muy parecido a él? ¿Quién era la joven de la foto? ¿Por qué se parecía a Emilia? La tome para darla vuelta, con letra legible y redondeada estaba escrito:

“Para mi amado William que ha traído Luz de Luna a mi vida, que ha complementado el Hielo y el Fuego…” Siempre Tuya, Sophia.

El corazón me latía a mil por hora era ella, Sophia, la mujer que tanto misterio tenía en la vida de William todos me escondía su procedencia y resulta ser que ella era parte de William y el parte de ella ¿pero cómo era posible todo aquello? ¡Cómo William se había enamorado de ella si se supone que deberían estar muertos, ambos! ¿O acaso era otro William? ¿Alguien muy parecido a él? ¿Algún antepasado? – Puede ser - me solté a mi misma – Ella es muy parecida a Emilia quizás el se parezca a su antepasado y por eso le pusieron su mismo nombre ¿no?

Trataba de encontrarle una explicación razonable a todo aquello pero la cabeza me daba tantas vueltas que no era consiente ni siquiera de donde estaba parada, tome lo último que se hallaba depositado en la caja, el puñal. De inmediato pensé en Caleb y recordé que me dirigía a hablar con él en el momento exacto cuando… -¡Oh dios! ¡William, Eloana, ese chico! – las imágenes se agolpaban en mi cabeza dando giros inesperados, llevándome de un lugar a otro como si fuese una visión, sabía que tenía que hablar con ellos y ahora estaba completamente segura de donde estaba, los buscaría y les pediría una explicación; me aproxime a la puerta entreabriéndola pero rápidamente me aleje al escuchar voces, me quede detrás escuchando aquella discusión que tenia encuentro en el pasillo.

-No podemos decirle la verdad, al menos no por ahora – hablo una voz femenina.

-¡Debemos contárselo! No puede quedarse sin la verdad Camile, ella tiene que saber lo que le ha ocurrido y a quienes se enfrenta ¿no es cierto Alistar? – era William quien hablaba ¿Qué pasaba? ¿Discutían por mi culpa?

Estuve a punto de salir de la habitación para pedirles que dejaran su pequeña discusión pero las palabras de Alistar me detuvieron.

-No William, Camile tiene razón ella no puede saber la verdad ¿Cómo crees que reaccionara? Se asustara y saldrá corriendo de aquí no podemos permitir dejar que se valla sabiendo que la están buscando, además revelaríamos nuestra identidad, haría muchas preguntas.

-¡Por favor! – Bramo William – Ya la han atacado dos veces Alistar ¿Cuánto más tendremos que esperar para decirle la verdad? ¿Cuándo ya este muerta?

Me sorprendió la forma en que lo dijo, no era solo una suposición, más bien sonaba como algo afirmativo ¿realmente querían asesinarme? ¿Por qué? ¿Qué hice para que me quieran matar? La angustia estaba en mi pecho sentía que me iba a desintegrar en cualquier minuto cuando escuche su voz.

-No William no la han atacado dos veces, han sido cuatro – era Vladimir quien decía esto con un
remordimiento enorme.

-¡¿Qué?! – dijeron todos sorprendidos.

-La primera vez fui Yo – dijo arrepentido.

William lo tomo por el cuello y lo arrincono en la pared, dándole un puñetazo enorme en el rostro, mientras que Alistar y Baltasar trataban de separarlos. Sus ojos negros revelaban dolor y sufrimiento.

-¿Sabes porque te perdono? ¡Porque eres sangre de mi sangre! Porque por ti hijo mío di la vida y tu madre también, ahora exijo una explicación Vladimir, en este instante – se separo William de aquel chico alto y fornido de ojos verdes relucientes.

¿Qué Vladimir era qué? ¿William? ¡Que! ¿Cómo? ¿Sangre de su sangre? Otra vez mis pensamientos quedaron interrumpidos cuando Vladimir comenzó a hablar, debía escuchar todo muy atentamente me habían revelado demasiadas cosas algunas que no entendía y otras que apenas y era posible pensar de la increíbles que eran ¿Qué acaso tenían alguna poción de eterna juventud o qué?

-Los Valdrack me hicieron beber de ella antes de yo saber quién era ¿recuerdan el sueño? ¿El ángel que ella nombraba y con el cual desvariaba? Dijeron que tenían una misión para mí, no podían descubrirme asique acepte, juro que yo no sabía quién era ella, no tenía ni idea. Cuando me metieron en su sueño yo la vi y era un ángel, era preciosa, tan frágil y delicada. No quise hacerle daño pero si no lo hacia ellos descubrirían que los estábamos traicionando, luego esta lo del fantasma que pusieron en su casa, yo fui quien lo hiso sabía que ella vendría a Baltasar porque él le creía… -entonces su voz se sumió en el silencio, todos se miraban entre sí y William se acerco y lo abrazo.

Nunca habían mostrado tal debilidad en presencia de nadie, ellos estaban tristes ¿por mí? Ahora sí que nada encajaba en su lugar nadie quería responder a mis preguntas y lo peor es que ellos sabían que me ocurría pero no eran capaces de explicármelo.

-Debemos protegerla ahora más que nunca, no podemos dejarla sola en ningún momento – empezó Alistar.

-Por eso no hay que preocuparse, Emilia nos ayudara –

¿Qué hacia mi hermana metida en todo esto? ¡Debía salir ahora de ahí, en este instante! Tenía que hablar con Caleb, Emilia y si era posible en algún momento con todos ellos pero antes iba a ponerme bien, dejar de comportarme como la damisela en peligro y empezar a ser fuerte.

-No puedes irte Leticia, ellos son los únicos que pueden ayudarte frente a lo que se viene – la voz de nuevo.

-¡Que acaso no puedes callarte por un momento! Esto no te incumbe, ni siquiera me has dicho quien eres asique mejor no me agobies y vete – pensé, me olvidaba de la conversación que tenía lugar en el pasillo por haber puesto atención a aquella voz.

-Ella puede ayudarnos ya es uno de nosotros, sabe cosas que nosotros no, acerca de su familia y los Mondragon ¿Sabían acaso que ellos tienen que ver con la orden? ¡Ese Caleb nunca me dio confianza, sabía que se relacionaban con algunos Valdrack pero no que formaban parte de ellos! ¡Maldito mentiroso!

-Debemos alejarlos – decía William.

-¿Crees que Leticia se los va a permitir? ¡Yo ya lo intente! Y Emilia también pero no nos hace caso, imagínense como reaccionara – dijo Vladimir.

-Pero es su hermana debe hacerle caso, ella… - Camile dejo la frase inconclusa, por un instante hubo silencio hasta que volvía a hablar - pero si son hermanas entonces ella también puede ser una elegida, quizás Emilia es a quien buscamos y no Leticia.

Todos se quedaron pensando en la habitación y me quede muda mirando esa situación tan fuera de lo común, cuando por fin volvieron a hablar.

-No Camile, Emilia no es a quien hemos estado esperando, de hecho hay algo que tienen que saber … Leticia no es hija de la señora Bertoglia, ella es prima de Emilia en realidad no son hermanas – dijo Vladimir con la voz apagada.

En ese momento pegue un grito de dolor, el corazón se me quebraba en pedacitos las lagrimas salían de mis ojos como en una noche de lluvia intensa ¿mis padres no eran mis padres?
¡¿Entonces quien era yo?! Se sentían unos pasos acercándose al cuarto, me aparte rápido de la puerta y me lance a la cama para hacerme la dormida, cuando se abrió la puerta pude sentir la voz de William y Vladimir.

-Está dormida.

-¿Crees que escucho algo? – pregunto William.

-No, claramente no o si no estaría histérica, creo que lo mejor será dejarla descansar además debemos irnos, quede de llevarte al lado de Emilia para que se conozcan.

-No, lo mejor será que ella venga yo me quedare cuidando a Leticia.

-¡Como quieras! – bramo Vladimir enojado.

Después de que se fueron me senté en la cama para meditar un poco todo aquello, Primero estaba el hecho de que habían situaciones o cosas que no se me han revelado, secretos y misterios que rodean mi vida y lo peor de todo era que todo el mundo lo sabía menos yo, hasta los recién llegados sabían de la existencia de aquellas cosas y ni siquiera eran parte de mi familia, estaba la llegada de mi hermana que era de lo más extraña, ya no era la misma había cambiado no solo físicamente sino intelectualmente intento matar a mi mejor amigo que por cierto al parecer no era ningún santo como yo pensaba el intento matar a mi propia hermana, cosa que no era tan cierta ya que hace unos minutos atrás me entere de que no era hija de los Bertoglia y Emilia no era mi hermana de sangre ¿De dónde provenía yo? ¿Por qué me habían escondido la verdad? Si no era una Bertoglia ¿Quién era en realidad? Y ahora estaba la peor parte hace dos noches atrás había tenido un encuentro con un chico desquiciado que no solo quiso matarme sino que el día de ayer de veras casi lo consigue, empecé a recordar la forma en que se acercaba a mí, como rosaba sus labios en mi cuello de la misma forma en que Vladimir lo había hecho instantáneamente lleve mis manos a mi cuello y tenía una pequeña cicatriz del lado izquierdo, eran como una picadura de mosquito tan diminuta que apenas era posible sentirla pero la verdad era que eran dos pequeñas cicatrices de repente todas las palabras vinieron como un relámpago - ¡El quiere beber tu sangre! ¡Yo bebí de la sangre de ella! ¡Ellos solo quieren matarte! ¡Lástima que Lazareto no te tomo y te hiso suya, lástima que vayas a morir en mis colmillos! - ¿Colmillos? ¡Colmillos! ¡Oh dios! – los temblores no cesaban y mi mente divagaba en los libros que yo leía hace unos años atrás, las historias que me contaba mi abuela, los mitos y leyendas, estaba en blanco, sentía el sudor correr por mi cara, mi respiración se hacía cada vez mas forzada tratando de que llegara aire suficiente a mis pulmones.

Yo estaba tratando con… ¿Vampiros?


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P.d: Sorry por el retraso mis niñas pero ahora sera Capi por dos, al rato les subo el Numero 15, bueno y para quienes vengan siguiendo la historia desde que tenia el otro blog, les haviso que nos acercamos al capi 16 !!
Cap.13: Mentiras y Engaños.
Caí inconsciente por unos minutos pero en ese lapso mi abuela volvió, ella estaba a mi lado hablándome.

Leticia mi pequeño ángel de luz, ahora más que nunca debes ayudar a Emilia tienes que escucharla, hazle saber que en verdad puede confiar en ti… Te quiero Reggaza, jamás lo olvides”

Entonces su voz se esfumo para que la reemplazara la voz de mi hermana, la de la nueva Emilia que yo ni siquiera conocía, si creía haber conocido a la antigua Emilia Bertoglia ahora sabia y tenía claro que esta Emilia sería más difícil de indagar.

-Leticia ¿te encuentras bien? – miraba con preocupación mi hermana.

-¿Emilia? ¿Qué haces aquí? Y… - me quede muda al ver que estaba sosteniendo mi mano,
Vladimir Lazareto tenía el rostro desecho - ¿Qué paso? ¿Y ese tipo?

Ambos se miraron para luego mirarme a mí, no me quedaría sin mi respuesta asique les pregunte otra vez para ver como sus caras se volvían a mortificar.

-¿Quién era ese tipo? ¿De dónde te conocía Vladimir? ¿Emilia que ha sido todo eso que te vi hacer con tus manos? - ¡Respondan! - les grite.

-¿De qué hablas Leticia? Yo no he hecho nada, solo vine aquí a buscarte porque me preocupe muchísimo al ver tu reacción.

No me dio tiempo de contestar porque Vladimir intervino.

-Te has desmayado Leticia.

-¿Ah? – fue lo único que pude articular.

Después de eso ambos me llevaron a casa, nos subimos en el auto de Vladimir, Emilia cada tanto rato le dirigía ciertas miradas de curiosidad a Vladimir, mientras que este también lo hacía cuando ella no lo miraba, esto me hacia revolverme en mi interior ¿Qué se traían ese par? ¿Por qué me había desmayado? ¿Acaso me imagine todo? ¿Y cómo Emilia sabía dónde estaba? Me dolía la cabeza de tanto pensar y formular preguntas que no tenían respuesta, me sentí una completa inútil peor aun me sentía una don nadie, No había obtenido las respuestas de Vladimir por mi estúpido desmayo, mi hermana era una completa desconocida para mí, había soñado con mi abuela y ahora tenía que soportar el que el chico que quería miraba a mi hermana mayor y viceversa - ¡Dios he pensado el chico ¿Que quiero?! ¡Acaso estoy demente! – hablaba una vocecita en mi interior.

La realidad era esa Emilia y Vladimir se miraban con un interés que él nunca había demostrado en mí, esto me hacía sentir celos, debía reconocerlo sentía unos celos enfermizos y solo por esas miradas cómplices que tenían. Como una idiota me puse a sollozar estaba nerviosa y mis sollozos se hacían cada vez mas entrecortados.

-¿Leticia? ¿Pequeña que sucede?

-¡DEJAME EN PAZ EMILIA! – le grite.

Vladimir paró en seco el auto al escuchar mi grito desesperado. Ya habíamos llegado, ni siquiera me había fijado que estábamos en nuestra calle frente a casa.

-¡Leticia basta por favor! – dijo Vladimir con su voz más sutil.

-¿Qué? ¿Basta? ¡Basta ustedes, dejen de mentirme, se que algo ocurrió!

-Leticia no ha ocurrido nada, por favor tranquilízate, mamá y papá se preocuparan si te ven así.

Baje rápidamente del auto y cerré de un golpe la puerta, Salí corriendo en dirección opuesta a casa sabía que no podía entrar allí mis padres me llenarían de preguntas que yo ni siquiera podría responder y por supuesto mi hermana tampoco respondería, Emilia no me diría la verdad y peor aun Vladimir no me daría mis respuestas asique solo me quedaba ir al único sitio que me prometía calor, paz, seguridad solo tenía que llegar a donde Caleb, él mi único amigo. Mientras corría como una loca para que no me alcanzaran choque con alguien, al principio pensé que era un poste o algo porque me había golpeado muy fuerte, pero luego al levantar la vista me di cuenta que era Vladimir.

-¿A dónde crees que vas?

-A donde no te importa, asique por favor aléjate de mí.

-No te dejare volver allí, es peligroso para ti ¿Qué acaso no te das cuenta Leticia?

-¿Peligroso? Tú me dices que es peligroso, deja de decir estupideces, Caleb es el único que me ha protegido del peligro en estos días, el es maravilloso, no tienes por qué meterte en mis asuntos yo no soy nada tuyo. Además no cumpliste tu promesa asique yo tampoco tengo por qué cumplir con la mía.

-No puedes irte Leticia tú me perteneces – dijo con una voz imponente.

-¿Qué? ¡Ja! tu realmente estas chiflado, yo no te pertenezco, no le pertenezco a nadie y si así fuese créeme que tú no serias el que domine mi vida – le gruñí, ¿Qué se creía? ¡Idiota!

-Bueno si no quieres volver por las buenas, lo harás por las malas.

Mientras hablaba mi sangre se empezó a congelar, sentí frío, mucho frío empezó acercarse mientras yo retrocedía, él mostraba una sonrisa algo divertida pero en sus ojos estaban marcados la decisión de no dejarme ir donde Caleb, había una sola forma en la que él pudiera dominarme y yo la sabia perfectamente, destruiría mi autocontrol, haría todo lo que estuviese a su alcance para que yo cayera rendida a sus pies – ¡Dios sí que tiene razón! – tomo mis muñecas y empezó a recorrer todo mi cuello con su respiración, oliendo mi aroma como si aquello fuese el deseo mas grande, sentía como yo me embriagaba de apoco al sentirlo cerca, tal como en veces anteriores mi corazón latía desaforado y mi respiración era entrecortada, sin mencionar que su piel me quemaba al rozarla con la mía.

-Suéltala en este mismo instante – dijo alguien detrás de nosotros.

-Lo lamento, no quise provocarte – dijo separándose de mí y guiñándome el ojo.

-Leticia ven aquí, aléjate de ese muchacho en este momento – dijo mi padre.

-¿Papá? ¿Qué haces? ¿Cómo sabias donde estaba?

-Emilia me dijo que estabas con un muchacho vagando por ahí, asique Salí a buscarte. Pensé que estarías hablando con tu amigo pero veo que se preparaban para hacer otro tipo de cosas – hablo mi padre enojado.

Genial lo único que me faltaba ahora era que mi padre pensara que estaba haciendo quizás que cosas con un chico en plena calle ¿Qué acaso aquel día no podía ser peor? Y ¿Por qué la bocaza de mi hermana les había ido con el chisme? ¿Qué le importaba a ella?

-Papá de verdad no es lo que parece a mí no me interesa en lo más mínimo este chico…

-Para en este instante, no quiero explicaciones, ya me las darás cuando estemos en casa con tu madre, por cierto estas castigada por una semana y tú jovencito aléjate de mi hija, si te veo de nuevo cerca de ella soy capaz de matarte – hablo mi padre demasiado enojado, jamás lo había visto de esa forma, tan autoritario y lo peor era que me castigo sin siquiera yo tener la culpa, a veces me sentía como una niña de 10 años, por dios si ya era mayor, estaba pronta a cumplir los 18 ¿por qué me hacían la vida de cuadritos?

-No lo creo señor, por cierto su hija es muy bonita y la verdad no creo que quiera alejarse de mi asique nos vemos mañana Leticia – hablo Vladimir con suspicacia mientras me guiñaba un ojo, después de eso salió en dirección a su coche que estaba fuera de casa, la verdad no estábamos muy lejos de mi casa, como a una cuadra ¿pero cómo había llegado ahí antes que yo? Rápido deje mis pensamientos fuera porque mi padre estaba que echaba chispas mientras me llevaba de un brazo de vuelta a casa. Al entrar a la casa mi madre, nos esperaba en la salita junto a Emilia, ambas muy serias pensé que mi padre rompería el silencio pero fue mi madre quien hablo primero.

-¿A dónde te has metido Leticia Camile Bertoglia?

-Solo he ido a dar un paseo por ahí con un amigo.

-¿Un amigo? ¡Llamas a ese chico tu amigo! Si prácticamente se te lanzaba encima – grito mi
padre – eso no es un amigo, es un demonio ¡Que se ha creído ese chico! ¡Que acaso no tiene moral, respeto por una señorita de casa!

-En eso coincido contigo papá es un demonio – hablo Emilia pero luego se cayó, como si hubiese dado mucha información.

-¡Alto! no les permito que hablen así de él, en primer lugar solo es un compañero de instituto y en segundo lugar no se me lanzo encima – les grite a todos, pero luego me arrepentiría de aquello.

-Desde este mismo momento Leticia Camile Bertoglia tú solo saldrás de esta casa para ir al instituto y volver, si necesitas comprar alguna cosa saldrás con tu madre o tu hermana pero mientras vivas bajo mi techo no quiero a ningún chico en esta casa y menos fuera de ella ¿ha quedado claro?

¿Por qué a veces los padres son tan melodramáticos? Solo era un chico y ni siquiera nos estábamos besando, acaso no se había dado cuenta de que su niña ya era prácticamente una mujer, que les sucede. Esto era una idiotez Emilia había tenido cientos de novios incluso muchos de ellos se quedaban a dormir en su cuarto cuando mamá y papá no estaban ¿Por qué mi padre reaccionaba así? ¿Por qué le ponía tanto dramatismo? Y ¿Por qué la bocaza de mi hermana se encontraba de acuerdo con él? ¿Acaso ella quería que Vladimir formara parte de su colección? –Nunca se lo dejare – pensé.

-¡Los Odio! Yo no he tenido la culpa.

Subí corriendo las escaleras mientras ellos tres se confabulaban en mi contra, mi hermana diciéndole a papá que era lo mejor que tarde o temprano yo lo entendería y por supuesto la histérica de mi madre pensando mil formas de sacar a conversación todo lo que había ocurrido con “ese chico” me sentía totalmente inútil, ninguno de ellos era capaz si quiera de preguntarme qué era lo que en realidad yo pensaba o lo que en verdad “no hice” ¿acaso no creían en mí? Por supuesto ahora la única posibilidad que tenía era tirarme en la cama a reflexionar acerca de “mis malos actos” de ese día, estúpido chico ni siquiera me había dado respuestas, por su culpa me castigaron y peor aún no pude hablar con mi amigo… -¿Caleb? – pensé. Bueno si yo no podía llegar a él encontraría la forma en que el llegara a mí y lo haría en este mismo instante, al diablo las promesas y al diablo con mis padres. Tome el teléfono de mi cuarto y marque su número, estaba segura que me contestaría, sonó una vez, dos, tres, cuatro ya al sexto pitido me empecé a desesperar ¿Qué acaso nadie escuchaba el teléfono? Por fin contestaron.

-¿Hola?

-¿Caleb?

-Sí, ¿Leticia? ¿Eres tú? – su voz sonaba realmente extraña y cansada.

-Sí Caleb soy yo, lamento… siento llamarte a esta hora pero ¿estás muy ocupado?

-No mucho ¿Por qué? ¿Acaso te sucedió algo? ¿Estás bien?

-Claro que estoy bien no te preocupes solo quería… verte… quiero estar contigo… - ¡Diablos! ¿Qué estaba haciendo? ¡Soy un desastre! - ¿podrías venir a casa?

-¡Por supuesto! – su voz cambio rápidamente de un tono cansado y aburrido a uno demasiado alegre.

-Pero por favor que mis padres no se enteren, cuando llegues aquí solo trata de meterte por mi ventana ¿sí?

-¿Pero por qué? ¿Qué pasa Leticia?

-Solo haz lo que te digo – dije con la voz entrecortada gracias a los estúpidos sollozos que se abalanzaban contra mí tratando de delatar mi rabia.

Colgamos al mismo tiempo y me quede un momento tirada en la cama pensando y soñando cosas como una niñata de quince años ¿Qué acaso nunca iba a cambiar? ¿Por qué los chicos eran un problema para mí? O mejor dicho ¿Por qué siempre voy detrás de problemas? Sabía que si metía a Caleb a mi cuarto y mis padres entraban o alguien de casa nos veía ahí se me armaría una grande pero realmente no me importaba, lo necesitaba para estar tranquila el día entero había estado bien pero solo con la llegada de mi hermana todo cambiaba y lo peor es que ella quería a Vladimir, bueno no es que lo haya dicho pero se le nota, lo sé ella quiere algo de él. Bruja – susurre.

¿Qué? ¿Yo había dicho eso? Dios sí que me estaba volviendo loca, todo estaba mal muy, muy mal conmigo, estaba cambiando. De repente el sonido de unos nudillos en mi ventana me sobresaltaron rápido me levante de la cama y fui hasta el ventanal de mi cuarto que daba a la calle y ahí estaba Caleb esperando a que yo le abriera la ventana para refugiarse dentro y yo refugiarme en él. Lo abrí y por fin entro casi como un felino con movimientos gráciles como si aquello fuese lo más normal del mundo, lo abrase tan fuerte que sentía que se escaparía entre los dedos si no lo tenía cerca de mí.

-Valla creo que tendré que dejarte a solas más seguido para que me extrañes y no me sueltes nunca – dijo mientras jugueteaba con mi cabello.

-No seas idiota, que no te das cuenta que te necesito tanto casi como respirar – Ups lo hice de nuevo estaba revelando mucha información, cosa que ni siquiera yo entendía.

-¿Qué pasa Leticia?

-Solo no hablemos y no me hagas preguntas que ni siquiera sé como contestar.

-Creo que es obvio que tenga preguntas si una chica me llama a las una de la madrugada pidiéndome o no mejor dicho suplicándome que valla a su casa pero que no entre por la puerta como debe ser si no que me meta de colado por su ventana – dijo sarcástico.

-No te burles, además no te suplique por cierto se trata de los Lazareto.

-¿Quién?

-¿Importa? Por favor Caleb no quiero saber nada de ellos, no podrías solo quedarte conmigo para que yo pueda dormir tranquila.

-Claro pequeña tus deseos son órdenes – dijo mientras me cargaba y se acostaba en la cama con mi rostro en su hombro.

Permanecimos en silencio mientras yo respiraba lo mas acompasado posible y él acariciaba mi cabello, el era todo lo que una chica podía desear era guapo, con una simpatía increíble, sus ojos azules te invadían de felicidad, te sentías segura y protegida a su lado pero por más que yo quisiera que me gustase tanto o más como él me quería, yo simplemente no podía si sentía esa conexión casi natural entre nosotros pero no me volvía loca como Vladimir Lazareto. Esto me hacía sentir mal, era malvada por que no podía elegir a uno sino que quería tenerlos a ambos en mi vida, a Caleb con su seguridad y protección, mientras que a Vladimir lo quería por lo misterioso y exótico que me resultaba ¿Cómo era posible que aquel chico nunca me revelara nada?

Y así me dormí formulándome un millón de preguntas entre todo lo que me estaba ocurriendo, por que quisiera o no algo me estaba pasando, no era mera coincidencia que Emilia fuese a aquel lugar sin siquiera saberlo ni tampoco era coincidencia que ese tipo que según “ellos” yo me había imaginado. El sueño fue pacifico y tranquilo, después de haber tenido un montón de pesadillas por fin dormía tranquila otra vez.

La luz de los primeros rayos del sol se colaba por la ventana y me desperté algo confusa, mi sueño había sido tan placentero que había olvidado por completo quien estaba en mi cama junto a mí, desperté algo sobresaltada al verlo ahí tan cansado estaba con una camiseta delgada y la camisa abierta su cabello castaño le caí alborotado en la frente, reí al verlo así y él se removió en la cama atrayéndome más a él y ahí me quede jugando con un mechón de su cabello, era raro pensar en Caleb como solo un amigo después de todo lo que nos ha pasado y todo lo que nos necesitamos ¿acaso en realidad éramos solo amigos? ¿O no? Entonces golpearon a la puerta muy suavemente pero con determinación.

-Leticia, soy yo Emilia voy a entrar para que hablemos – dijo ella.

Podía sentir el crujir del pestillo mientras en menos de un segundo abría la puerta y se quedaba plantada mirando la situación de “amigos” – Ahora sí que se me va armar una grande – pensé. Pero en vez de correr a contárselo a nuestros progenitores, cerró rápido la puerta y se quedo parada tapándose la boca donde ahogaba una risa extraña, cuando por fin término de reírse en mi cara hablo.

-Valla bastante escondido te tenias el novio que es bastante guapo – lo miraba de pies a cabeza como si se lo comiese con la mirada.

Lo mire a él que aun dormía y rápido le devolví la mirada para contestarle.

-No es mi novio, es solo un amigo – conteste.

-Leticia no tienes porque fingir conmigo soy tu hermana mayor que por cierto no se tragara el cuento de que él es tu “amigo” – puso los dedos como si fuesen comillas – además si fuese tu amigo no estaría en tu cuarto durmiendo casi desnudo y tú en camisón asique no mientas.

-¡Que a ti nadie te enseño a tocar! – le grite pero me arrepentí por que Caleb se despertó con mi gritito.

-¿Pequeña? ¿Qué pasa? – dijo algo adormilado aun.

Devolví mi vista hacia él algo asustada al ver que no tenía como explicarle que nos habían pillado en mi cuarto y precisamente era la odiosa de mi hermana quien podría ir en cualquier momento a contarles a mis padres, tendría que chantajearla muy bien para que no se fuera de bocas o sino ahí sí que pasaba toda la vida castigada por no decir que también me quedaría solterona.

-No pasa nada Caleb, ¿Cómo has dormido? – pregunte casi olvidando que estaba Emilia ahí.

-Bien, fue el sueño más tranquilo que he tenido en días – decía él mientras acariciaba mi mejilla y yo la suya.

¡QUE ME PASA! Gritaba mi interior, pero mis pensamientos se redujeron a polvo cuando Emilia abrió su boca.

-Hay que tiernos, son tan adorables.

-¿Quién es ella Leticia?

-Pues ella… es…

-Soy Emilia hermana mayor de Leticia, encantada de conocerte y ¿tu nombre es?

-Oh lo lamento es que… esta situación, bueno yo soy Caleb… Caleb Mondragon – dijo él con una de sus lindas sonrisas.

Emilia se quedo pasmada durante unos segundos y lo miro intensamente para que luego sus ojos que un día fueron verdes ahora se convirtieran en rojo sangre, adopto una posición casi del todo felina y estaba lista para tirarse a él cuando yo lo lance para que callera al piso y mi hermana sobre mí, me rasguño el rostro y los brazos cuando por fin se dio cuenta de que yo no era su verdadero oponente.

-¡Que hace un Modragon en casa y contigo! – grito desesperada.

-¡Emilia! ¡Emilia! Reacciona soy yo, soy Leticia.

Pero ella no reaccionaba con nada, parecía una fiera presa en una jaula muy pequeña miro a Caleb que se encontraba junto a mí tratando de atacarla a ella, llevaba en la mano una daga de plata que iba a incrustar en su corazón. Mis ojos se salieron de sus orbitas y me interpuse en medio, justo cuando pensé que Caleb me mataría él se detuvo.

-Leticia aléjate en este instante – hablo firme como si no tuviese 18 años sino siglos de experiencia.

-Caleb ¡qué te pasa! Es mi hermana, que les sucede a ustedes dos por que reaccionan así.

El muchacho dulce y sincero con el que me sentía segura estaba a punto de sacarme de un empujón para matar a la que era mi odiosa hermana mayor, hermana que se había convertido en frente de mis narices en un ser irracional casi animal.

-¡Ella no es lo que parece Leticia, no es la que conociste! ¡Aléjate ya!

-¡No! ¡Ella es mi hermana! ¿De dónde se conocen? ¡Qué sucede! – grite.

Emilia al escuchar estas palabras me abrazo fuerte y sollozo, mientras que al mismo segundo Caleb me apartaba de un empujón dejándome tirada en la cama. Todo eso fue muy confuso ambos luchaban para matarse el uno al otro y todo ocurría frente a mis ojos, en mi cuarto, con las personas que amaba en casa, era una batalla entre mi hermana y mi mejor amigo ¿Qué pasa en mi vida? ¿Por qué sucede todo esto? La desesperación me tenia al borde de la histeria unas esferas blancas como de luz se hallaban en mis manos sin pensármelo dos veces, sin pensar que eran ni lo que podían hacer les lance una a cada uno justo en el instante en que Caleb le clavaba el puñal a mi hermana en una de sus piernas, ambos salieron disparados uno hacia la puerta y el otro a la ventana, Caleb se levanto rápido mientras mi hermana chillaba de dolor tendida en el piso, me tomo de la mano y casi me lanzo en sus brazos para salir por la ventana.

-¡Qué te pasa! Aléjate de mi ¡Mira lo que has hecho!

-Leticia debes alejarte de ella, no es lo que parece por favor ella ya no es tu hermana al menos no la que tu solías conocer, es peligrosa ¡Mira como te ha dejado los brazos y el rostro!

Tenía razón, mi amigo tenía razón en ambas cosas Emilia no era la misma y me había dañado ella
era peligrosa pero acaso ¿el también era peligroso? ¿Por qué la ataco para matarla? ¿Por qué quería matar a mi hermana? ¿Qué sucedía? ¿Y mis manos? ¡Que hice con mis manos! Tenía muchas preguntas que hacer estuve a punto de irme con él, pero recordé el sueño de mi abuela no podía dejar a Emilia sola y menos en esas condiciones, tampoco quería perder a Caleb pero debía ayudar a mi hermana.

-Lo siento Caleb es mi hermana, además tú la atacaste por favor vete ¡ahora! – le grite.

-No puedo dejarte con ella aquí…

-¡Que te vayas maldito Mondragon! ¡No te le vuelvas acercar a mi hermana! ¡Vete maldito!
¡Vete! – gritaba Emilia entre sus dolores.

Caleb la miro con odio y estuvo a punto de abalanzarse a ella de nuevo cuando lo detuve y casi lo tire por la ventana, el solo me dedico una mirada de preocupación y salió rápido de mi cuarto, lo mire alejarse casi como un rayo corriendo en dirección opuesta a la calle que lo llevaba hasta su casa ¿A dónde irá? - me pregunte.

-Leticia por favor acércate, ayúdame – dijo mi hermana suplicante.

-Claro, que debo hacer dime.

-Solo saca la daga de mi pierna, por favor.

Hice lo que me pidió, la sangre que era de un color oscuro casi negro salía a montones, mi hermana se veía muy mal, casi de un color transparente su piel se veía tan frágil y debilitada.

-¿Qué más? Dime Emilia – le hable asustada.

-Saca del bolsillo de mi pantalón una bolsita de color canela y esparce el polvo en la herida.

Después de unos minutos la herida se cerró por completo sin dejar ni una sola cicatriz, la sangre desapareció y mi hermana tenía otra vez el semblante de una persona normal, si podíamos llamar normal a alguien con tez casi tan blanca como la tiza y que hace unos minutos atrás había tratado de matar a mi mejor amigo. Emilia se puso de pie, tomo mis hombros y me hablo.

-Debes prometer que lo que ocurrió aquí se quedara en estas cuatro paredes y que nunca volverás a juntarte con un maldito Mondragon.

-Yo… no…

-Leticia promételo ¡Debes hacerlo!

-Yo… no puedo, lo siento Emilia pero Caleb es mi amigo ¿además porque debo alejarme de él?

-¿Amigo? llamas a un Mondragon tu amigo, aléjate de ellos Leticia no vuelvas a acercárteles.

-Lo siento pero tú no eres quien para decidir por mí.

-Aléjate de ellos, tarde o temprano te mataran.

Esas palabras me dejaron congelada ¿A qué se refería? ¿Por qué hablaba con tanta frialdad?

-¿Qué sucede? ¿Por qué está pasando esto? ¿Qué ocurre en nuestras vidas? Emilia dímelo – le grite entre sollozos.

-Nuestra vida Leticia no es lo que parece, nuestra familia, nuestro mundo tan feliz, nuestra historia todo es una mentira la realidad es otra, mi vida ya cambio y no hay como repararla o devolvérmela, solo estoy tratando de protegerte y de que tú hagas la elección correcta no que te obliguen, debes decidir Leticia muy pronto llegara el momento, pero hasta que ese momento llegue tendré que mantenerte alejada de tus enemigos y también de los extraños. Promete que lo harás y yo te explicare todo en unos días, solo dame tiempo.

-Pero Emilia… yo… no puedo alejarme de Caleb, es mi mejor amigo… -dije con voz suplicante mientras ella pensaba.

-Entonces mantente a una distancia prudente, solo véanse en el instituto. Leticia esto es vital por favor confía en mí, hazme caso mantén tu distancia con aquel muchacho prometo que te explicare todo en unos días. Nuestra vida está rodeada de mentiras y engaños.

-Está bien mantendré mi distancia… pero…

Me cortó rápido y se despidió con un beso en la frente.

-Lo siento pequeña ahora debo irme, volveré para el amanecer, promete que harás lo que te pedí y si él te pregunta algo de lo ocurrido, solo dile que no recuerdas nada, solo dile eso.

Salió disparada por la puerta de mi cuarto y yo me quede sentada en el piso pensando en sus palabras ¿mi vida era construida a bases de mentiras y engaños?
Thank´s !!

Premio MORGANVILLE, Dedicado a todas los/las que sueñan en vivir un amor peligroso, junto al hombre que te hace sentir los deseos mas ocultos y ser parte un mundo que jamas soñaste que existira.

1° nombrar a el blog que me lo entregó:http://letrasdelullaby.blogspot.com/ Gracias Linda me encantaron los premiesillos :) !!

2° ¿Quién es tu amante prohibido?
No se cuenta... pero les dejo las Iniciales E.B

3° ¿Con que vampiros o no vampiros te escaparías?
Uff es una lista muy larga pero mmm... Edward Cullen, con Jacob Black (BABA), Stefan Salvatore, JACE WAYLAND!, Thomas(de la historia de lyseth), Kartik por supuesto, Ariel (de la historia de may), Dereck, Sammuel, con E.B, Alexander, STARK !! , Lucas (aaaa mi Lucas... como te extraño) ...! Bueno y aun me falta un monton pero no las aburrire con mi lista de novios imaginarios XD!
4°¿A quién le entregas estos premios?
A Lara :)
A andrea :)
A May :)
A Vale :)
A una amiga :)


DISFRUTEN SUS PREMIOS!! :)


P.D: Gente al rato les subo capi... denme un momento de recuperacion porke estoy mala de la panzaa... me gruñe cada cinco segundos XD!
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Cap.12: Juegos Peligrosos.
Me desperté gritando desesperada, con sudor en mi frente mirando a mi alrededor en una habitación que no era la mía, sentí que alguien abría la puerta encendiendo las luces del cuarto desesperado -¡Qué no me mate! – pensé en esa fracción de segundo. Por fin pude distinguir aquel rostro que me miraba horrorizado y preocupado, me levante rápido de la cama para lanzarme en sus brazos sin pensarlo esto lo tomo desprevenido pero luego me rodeo fuertemente en un abrazo cálido de esos que me hacían sentir completamente a salvo.

Llore como una niña entre sus brazos los sollozos se hacían cada vez más fuertes y entrecortados, podía sentir como se empapaba con mis lagrimas la camiseta de Caleb, tenía miedo, sentía horror al recordar las imágenes de mi sueño ¿Cómo era posible aquello? ¿Por qué mi Sub-consiente había transformado a Caleb en un monstro? ¿Qué hacia Vladimir Lazareto en todo aquello? Y sobre todo ¿Por qué mi corazón se hallaba en una encrucijada? ¿Acaso yo quería a Vladimir de la misma forma en que quería a Caleb? Poco a poco me empecé a calmar en los brazos de mi salvador, porque en eso se había transformado mi amigo en mi salvación el único que podía traer apacibilidad tanto a mi mente como a mi corazón.

-Ya, ya ¿paso cariño? – hablo él con voz preocupada.

-Sí – conteste en un susurro.

-Mi pequeña me diste un buen susto con aquel grito ¿Qué fue lo que sucedió?

-Yo… lo lamento… no quise asustarte…

-Está bien Leticia, pero por favor dime que sucedió.

No sabía cómo empezar, que decirle, si me creería o no, ni siquiera estaba muy segura de lo que en ese instante pasaba por mi cabeza asique trate de ser lo más sincera con él.

-No sé en realidad porque soñé todo eso, las imágenes están agolpadas en mi cabeza estábamos en el instituto vestidos como en la noche del baile yo te veía a un extremo y en el otro estaba el hermano de William, ese Vladimir … él me decía que me alejara de ti pero yo no le hice caso entonces me acercaba a ti pero tú no mostrabas ninguna expresión hasta que estuve lo bastante cerca y te abalanzabas a… mi cuello… - no podía seguir hablando, me creería loca, se hizo el silencio por unos segundos hasta que por fin pude continuar – y …

-¿Y?

-Tú me mordiste… eras un vampiro – le dije en un hilo de voz.

Pude sentir como su cuerpo se tensaba mientras el silencio nos inundaba. Caleb me cargo como un bebe sentándose en la cama y me puso en su regazo acariciando mi cabello esperando el momento adecuado para hablar. Mi corazón estaba inquieto al percibir que él no decía nada, estaba que explotaba de emociones que ni siquiera yo entendía, justo cuando estaba decidida a callar aquel silencio él artículo palabra.

-¿Crees que te hare daño? – pregunto en tono sombrío.

-¡NO! Por supuesto que no.

-Entonces no debes preocuparte de nada Leticia.

-No estoy preocupada por mí… además fue solo un estúpido sueño los vampiros ni siquiera existen, estoy realmente más preocupada por ti en que puedas llegar a alejarte de mi… creo que por eso mi sub-consiente te mostro de esa forma, temo perderte no tengo miedo de la supuesta “mordida” sino que temo el no poder tenerte a mi lado… es que… ¡Vez ya no sé ni lo que digo! – le grite.

-Eres una boba ¿lo sabes? – dijo cambiando su tono de voz.

-Sí, pero aun de esa forma me soportas – le dije riendo.

-Porque Te quiero…

¡Dios! ¿Qué acaso esto no se iba acabar nunca? ¿Por qué Caleb siempre me revelaba sus sentimientos? ¿Por qué yo no podía contarle los míos? Me solté de su abrazo y me plante frente a él con los brazos cruzados lo mire con cara de enojo y él solo sonreía de esa forma tan jovial que me hacia olvidarlo todo.

-¿Sabías que te ves muy chistosa con esa ropa?

-¿Ah?

De pronto cambie el enojo para mirarme y me di cuenta que no llevaba puesta la blusa ensangrentada ni mis Jeans sucios, en su lugar y como única prenda tenía puesta una camisa de color celeste muy grande que me llegaba hasta las rodillas. Podía sentir como mis mejillas se iban encendiendo a cada segundo que pasaba ¡Caleb me había cambiado de ropa! Eso quiere decir que me vio casi desnuda, digo casi porque gracias a dios llevaba una camiseta fina debajo de la blusa, aparte de la ropa intima claro está – pensé. Rápido desvié su mirada y al parecer supo lo que pensaba, entonces agrego:

-No te preocupes en pensar que he sido yo quien te ha cambiado de ropa le pedí el favor a Fabiana… es que pensé… bueno que tal vez querías tu… - hablaba atropelladamente y no termino la frase, él estaba tan avergonzado como yo.

Volví a posar mi mirada en él y ahora vi que no mentía, jamás lo había visto así de nervioso frente a mí, sus ojos azules brillaban intensos revelando picardía mientras que su piel se tornaba de un color rojo carmesí en los pómulos, esta era mi oportunidad para molestarlo y no la desaprovecharía, el ya se había burlado lo suficiente de mi cuando estábamos en la cocina - ¿Por qué yo no? – pensé.

-Caleb tiene vergüenza, Caleb tiene vergüenza… - empecé a canturrear por la habitación como una niña pequeña en Kínder.

-¡No es cierto! – dijo poniéndose más colorado.

-¡Admítelo!

-¡No!

-¡Vamos hazlo! ¿No te gusto molestarme antes? Pues ahora es mi turno – le dije riendo.

Él solo me miro y río de nuevo conmigo, se levanto de la cama acercándose a mí al principio pensé que me molestaría tal y como lo había hecho en la cocina o que me lanzaría una almohada pero no fue así, se acerco a mí para dejarme acorralada en la pared tomo mis manos o mejor dicho mis muñecas y las aprisiono como grilletes con sus manos se acerco a mi oído y hablo.

-No me provoques.

-Si tratas de asustarme Caleb Mondragon te aviso que no lo has logrado – le dije en tono de sarcasmo.

-¿Ah sí?

-Sí – conteste firme.

-Creo que tendré que seguir intentándolo.

Deslizo sus labios desde mi mandíbula hasta mi cuello, mi corazón latía a mil por hora, mi respiración se hacía entrecortada podía sentir su respiración rozar mi cuello, cuando por fin se detuvo puso su rostro a centímetros del mío para mirarme con cara de triunfo.

-¡Gane! – me soltó cuando se separaba de mí.

-¡Hey! No es justo tú has tratado de seducirme, así no vale.

-Tú eres la debilucha que cayó en mi juego.

¡Estúpido chico! ¡Estúpidas Hormonas! Tenía razón yo había sido la boba que cayó en su tonto juego al igual como había caído en el tonto juego de Vladimir, ¡me las pagan, juro que me las pagan!

-Es cierto – dije secamente.

Me miro un poco desconcertado por mi cambio drástico de humor.

-Lo lamento, sé que no debía provocarte de esa manera, lo siento – se disculpo.

Desvié su mirada tratando de hacerme la ofendida, me puse rígida por unos instantes para no reírme en su cara entonces le solté con una carcajada.

-¡Caíste! Creo que gane Yo.

-Eres una boba.

Reímos juntos, con él todo era pura risa y paz siempre molestando, tratando de subirme el ánimo que estaba por el suelo, sus ojos tenían un brillo especial cada vez que sonreía, quería verlos brillar siempre con la misma intensidad; de pronto una tenue luz proveniente de la ventana llamo mi atención, me acerque y vi que estaba amaneciendo esto me alarmo porque ni siquiera recordaba que hora era y tampoco había avisado a mis padres.

-¡Rayos! ¿Qué hora es?

-Son exactamente las 6:30 de la mañana.

-¡¿Qué?! ¿Por qué no me despertaste antes? ¡Quieres que me asesinen en casa!

-Leticia cálmate por favor nadie te va a matar, jamás lo permitiré – hablo como si aquello tuviese un significado especial – para que te enteres ya les llame por teléfono a tus padres.

-¡Ahora sí que estoy segura que me matan! – le grite.

-Eres realmente graciosa, tontita le dije a Lucíos que le explicara la situación a tu padre quien por cierto fue muy amable, aunque tu madre resulto un poco quisquillosa – río.

-¿De veras papá dijo que podía quedarme? – le pregunte sorprendida.

-Claro, siempre y cuando estuviéramos bajo la supervisión de un adulto.

-Típico – conteste riendo.

Me tomo de la mano y nos dirigimos a la cocina ahí nos esperaban Lucíos junto a Fabiana quienes al vernos nos dedicaron una sonrisa a ambos, me sonroje al darme cuenta de que aun iba vestida con la camisa de Caleb. Rápidamente Lucíos le dedico una mirada indiscreta a su hermano como queriendo decirle algo sin que yo escuchara, o en este caso me fijara, Caleb solo asintió y los dos anteriores ocupantes se escabulleron a su habitación.

-¿Qué fue eso? – pregunte mientras lo miraba con el ceño fruncido.

-Nada ¿Por qué? ¿Acaso te molesta quedarte a solas conmigo? –hablo desafiante con ese brillo en la mirada.

-Ja, ja, ja muy gracioso.

-Lo siento, ellos solo pensaron en que lo mejor sería dejarnos solos.

-Bueno pues me da igual – dije un poco cortante.

Desayunamos tranquilamente unos ricos panqueques con tostadas y leche, debía reconocer que Caleb me había tratado como una verdadera princesa en mí corta estadía en su casa, de hecho quería quedarme ahí todo el día y si fuese posible toda la vida, pero sabía que no estaba pensando racionalmente me estaba comportando como una niña pequeña que se cobija al lado de su protector al parecer esto no le molestaba es más siempre me seguía la corriente.

Cuando al fin terminamos de desayunar subimos a su habitación, me dejo un momento a solas para que yo pudiera ducharme y cambiarme de ropa, me entrego una toalla limpia junto a mis jeans y una blusa muy bonita de color canela que le había pedido prestada a Fabiana, me metí al cuarto de baño para deslizarme al fin en el agua caliente que relajo mis músculos por completo, no tenía ganas de salir de la tibia ducha para sentir el frío matutino; envolví la toalla en mi cuerpo saliendo de la ducha sentía un poco de frío debido a la corriente de aire que se colaba por la ventana moviendo la cortina de un lado a otro me acerque rápido para cerrarla, al correr la cortina para poner el pestillo al ventanal pude ver que alguien me observaba con los ojos centrados en mi expresión, esa mirada la conocía perfectamente tanto en sueños como en la realidad, esos profundos ojos verdes que hacían a mi corazón estremecer mostraban la rabia y el dolor marcados en su cara, de repente su postura cambio ya no estaba apoyado en el árbol frente a mí, ahora se ocultaba pero ¿Por qué? ¿Qué hacía Vladimir Lazareto ahí? ¿Acaso me vigilaba?

Me aleje del ventanal vistiéndome en un abrir y cerrar de ojos, baje las escaleras como una loca y al mismo tiempo con mis dedos desenredaba mi pelo húmedo, abrí la puerta principal para enfrentarlo de una buena vez ¿Qué se creía ese chico? ¿Por qué me seguía? ¿Acaso lo hacía para asustarme? Fuera cual fuera la razón ya estaba harta de su estúpido juego, lo odiaba con todas mis fuerzas.

-¡Sal de tu escondite cobarde! – le grite pero nadie hablo ni se movió detrás del árbol, me fui acercando a grandes zancadas, realmente estaba furiosa.

Cuando llegue al supuesto lugar donde se ocultaba ese odioso, no había nadie, esto hiso que me enojara aun mas pero no con él sino conmigo misma por haber ido a buscarle, el no se merecía ni un minuto de mi tiempo ni siquiera un poquito de mi atención ¿Por qué me lo imaginaba a cada instante? ¿Acaso mi mente me había jugado un truco? ¿Lo que vi desde la ventana fue otra de mis alucinaciones? – ¡Primero en mis sueños y ahora esto! Dios realmente me volví loca – grite al viento.

-Eso creo – respondió una seductora y burlona voz detrás de mí.

Respire profundamente necesitaba calmar mis nervios que estaban a flor de piel trate de poner cara de póker y me gire para enfrentarlo, pero otra vez mi mente me jugaba una mala pasada ya que no había nadie detrás de mí, lo único que podía ver era la gran casa de tres pisos con la puerta abierta para que yo entrara. Camine derrotada acercándome con cada paso a la única persona que me proporcionaría calidez y paz, cuando estaba a un pie del umbral de la puerta alguien me tomo por los hombros y susurro en mi oído.

-Es de mala educación irse sin despedirse.

Me petrifique, realmente me quede como una estatua de hielo plantada en la entrada de la casa, estaba horrorizada de la impresión hasta que reuní todas mis fuerzas posibles y le hable.

-¿Qué diablos haces aquí?

-Te protejo.

-¿De quién? ¡¿De ti?! No, mejor del monstro que sale de debajo de la cama – le dije con sarcasmo aun sin poder girarme para mirarlo a la cara.

-¡Aléjate de los Mondragon! No te convienen – hablo como si fuese una orden no un consejo.

-Tú no eres nadie para decirme lo que me conviene o no, de hecho creo que quien debería alejarse de mí eres tú.

-Jamás lo hare… al menos no por ahora.

Aquello me sorprendió de hecho me encantaba la idea de tenerlo a mi lado por siempre – ¡Basta Leticia! ¿Qué te está pasando? el es un desquiciado – dijo una vocecita en mi interior. Otra vez la parte racional trataba de ganarle a la parte irracional de mis pensamientos y sentimientos, pero era una batalla inútil, siempre que lo veía fuese en sueños o no, Vladimir Lazareto quebrantaba mi autocontrol.

-Hagamos un trato… Yo me alejo de este lugar pero no de Caleb siempre y cuando tú me des
respuestas o si no te veras obligado a montar guardia cada noche fuera de este lugar –le dije desafiante y soltando una sonrisa malévola, aunque él no pudiera verla, pero todo se arruino cuando escuche que Caleb iba gritando mi nombre por toda la casa, me estaba buscando.

-Creo que debo irme, te diré mi respuesta en el instituto –hablo Vladimir mientras rozaba sus dedos entre mi cabello.

Me gire rápido para verlo alejarse pero ya era demasiado tarde, se había esfumado.

-Leticia estabas aquí ¿Qué ocurre? ¿Por qué saliste?

-Yo… bueno… - no podía hablar de la impresión – me sentí algo mareada y decidí tomar un poco de aire fresco – le solté a Caleb mientras trataba de dirigirle mi sonrisa más convincente para ocultar mi mentira.

-Pequeña estas pálida como un papel ¿segura que estas bien?

-Sí, claro solo debe de ser una baja de presión- le dije más calmada, el me miraba tratando de encontrar algo en mi pero sabía que solo estaba preocupado.

-Está bien pero estaré pendiente. Ceo que mejor nos vamos, se está haciendo tarde.

Solo fui capaz de hacer un gesto con mi cabeza dándole a entender que tenía razón, no quería hablar aun estaba asombrada por todo el coraje que había sentido en unos minutos atrás y ahora yo solo me encontraba en calma, era como si uno despertase la furia en mi y el otro me trajera de nuevo a la Paz que necesitaba mi alma. Llegamos al instituto, la mañana transcurrió de forma normal (si puedes llamar normal al hecho de que un chico este contigo en todas tus clases y te vigile con cada milésima de segundo) Vladimir en ningún momento se dirigió hacia mí en todas las clases que teníamos juntos (de hecho estaba en todas) pensaba que me ignoraba pero no era así, su mirada siempre se posaba en mi esto me hacía sentir realmente incomoda. Termino el día horrible en mi cárcel personal y aun no tenia respuesta de Vladimir esto me inquietaba, quería respuestas pero sabía que al entrar en su juego sería muy difícil tratar de persuadirle, era un juego peligroso. Iba de camino a mi casa cuando un chico de primer año me detuvo.

-Oye espera, Hey tú – hablo el chico.

-¿Sí?

-Eres Leticia ¿no?

-Claro ¿necesitas algo? – lo mire un poco enojada.

-Toma esto me lo dio un chico de tu año dijo que era importante para ti.

Me dio una pequeña nota en hoja de cuaderno y se alejo. Al principio dude en abrirla quizás el no me daría las respuestas que yo necesitaba pero al fin y al cabo ¿Qué remedio había? Desdoble lentamente la nota y procedí a leerla.

“Te espero a la hora del crepúsculo en la reserva saliendo del pueblo, no vengas acompañada, seremos solo tú y yo. Obtendrás todas tus respuestas pero debes cumplir tu palabra” Vladimir Lazareto.

Mi corazón se acelero ante la perspectiva de tenerlo solo para mí, me fui eufórica a casa sin siquiera recordar que no había dormido ahí y posiblemente mi madre estaría histérica por mi falta de la noche anterior. Entre con la sonrisa pegada en los labios pero rápidamente se iría esfumando frente a todo lo que me esperaba en casa, estaban todos sentados en el living mamá, papá hasta Frederick entonces mis ojos se posaron en una mujer que estaba de pie mirando por la ventana, era hermosa se le veía la piel pálida y el cabello negro largo brillante, su figura resaltaba por todas partes era simplemente perfecta, algo en aquella mujer se me hacia familiar pero no sabía qué hasta que se giro y quedo plantada frente a mí. Era ella había vuelto, pero era distinta a como la recordaba, era Emilia. Corrí a sus brazos sin pensármelo dos veces, sabía que nunca habíamos sido unidas pero en serio la extrañaba.

-¡Emilia! – grite eufórica mientras la abrazaba. Era una especie de niña pequeña que abraza a su mamá después de haberse perdido, mis lagrimas brotaron como nunca pero eran lagrimas de felicidad - ¿Cuándo has llegado? Dios estas tan cambiada, estas hermosa.

Nadie hablaba ni siquiera ella respondió a mis preguntas, entonces sentí los sollozos de mi madre detrás de mí, quien abrazaba a mi padre, Frederick permanecía en silencio perdido en sus pensamientos ¿Qué sucedía? ¿Acaso no estaban contentos porque ella había vuelto a casa?

-Leticia pequeña estas tan linda – hablo ella con una voz melodiosa que nunca le había escuchado.

-Emi ¿Que sucede? ¿Por qué llora mamá?

-Creo que lo mejor será que hablemos arriba ¿te parece? Esto será difícil de escuchar – hablo dirigiéndole una mirada llena de dolor a nuestros padres.

-Está bien ¿Tu cuarto o el mío?

-Vamos al tuyo.

Nos dirigimos escaleras arriba para encerrarnos en mi cuarto, al principio nadie hablo las dos permanecimos de pie una junto a la otra mirándonos, podía sentir el aura de Emilia, estaba tensa y alerta esto me extrañaba ya que no era la misma de hace dos años. Mi hermana estaba cambiada desde ambas perspectivas, física y psicológicamente no era la misma, los rasgos de la joven que fue ya no estaban en su lugar se veía a una mujer, hermosa por cierto, su pelo negro, liso caía a un lado de su hombro derecho, las pestañas llegaban hasta el cielo, sus ojos ¡Oh dios, Sus ojos!

-Emilia ¿Qué te sucede? ¿Por qué tienes los ojos de ese color? – pregunte asustada al darme cuenta que sus ojos de color verdes ahora tenían una tonalidad grises, casi negros como la medianoche.

-No te asustes ¿sí? Ya bastante mal ha sido ver la reacción de nuestros padres, no quiero que tú también me rechaces.

-Nunca haría eso pero por favor dime ¿Qué está sucediendo?

-Leticia yo… - dejo la frase inconclusa y me guio hasta mi cama donde me sentó – estoy enferma, yo voy a morir.

-¡¿Qué?! No tú no te puedes morir no ahora, no puedes – empecé a gritar como una loca por todo el cuarto.

-Leticia por favor escúchame, necesito que hablemos no quiero que este poco tiempo que pasaremos juntas lo arruinemos, eres mi hermanita tienes que confiar en mi ¿sí?

-Para eso has vuelto ¿no? ¡Para hacernos la vida de cuadritos! ¡Porque! ¡Porque tú! Porque ahora que es cuando más te necesito, nunca me quisiste… - hablaba entre llantos, ya no sabía ni lo que decía ¿Por qué reaccionaba de esa forma? ¿Qué sucedía? ¿Por qué rechazaba a mi hermana? Tenía rabia, pena, dolor, ganas de saciar mi rabia, podía sentirlo, sentir esas mismas descargas en mis dedos. Debía salir de casa y tenía que ser ahora mismo.

-¡NO PUEDO QUEDARME AQUÍ! ¡DEBO IRME! – grite histérica tomando un bolsito en el cual tenía dinero suficiente para salir al menos de casa ir al centro comercial, la plaza o algún maldito lugar, entonces recordé mi cita con Vladimir él estaría esperándome y yo quería respuestas.

-Leticia por favor espera es necesario que hablemos – me grito desde la escalera, pero no la escuche en vez de eso Salí corriendo de casa con los ojos anegados en lagrimas.

Llegue al primer lugar que se me ocurrió, la plazoleta, definitivamente ese era mi refugio frente a todos mis problemas, me tire en el pasto y llore como si me torturasen, era una pena tremenda y no estaba muy segura porque era en realidad. Faltaba poco tiempo para el crepúsculo cuando me decidí a levantarme, debía apurarme si quería llegar antes que Vladimir, sabía que solo un autobús llegaba hasta ese lugar era el numero 13 de la calle Pratt estaba a solo un par de cuadras asique camine y espere a que pasara por mí para llevarme a mi destino. Me subí sin novedad alguna, todo estaba muy quieto y yo solo tenía cabeza para pensar en Emilia, como era posible que de un momento a otro tu vida cambiase en segundos.

Al bajarme del autobús vi que no había nadie alrededor, me dio un poco de angustia ver que estaba completamente sola pero rápidamente me dedique a pensar en cómo empezaría mi conversación con Vladimir ¿Qué le preguntaría primero? ¿Le diría acerca de lo que pensaba de él? ¿Podría ser capaz de revelarle mis sentimientos? Me senté debajo del árbol más cercano a esperar a Vladimir que claramente se estaba retrasando, mire hacia el cielo y podía ver como se acercaba el crepúsculo, las hojas de los arboles bailaban al compas de la suave brisa me encantaba sentirme en paz al menos por unos momentos, desde que había abandonado a Caleb en el instituto este día no había tenido ningún remanso de paz. De repente todo se volvió muy frío, el vello de mi brazo se puso tenso hasta que se me puso la piel de gallina, un escalofrió recorrió mi columna entonces las hojas de los arboles no se movían con la suave brisa, ahora se movían como ráfagas con el viento helado que provenía de lo alto del cielo, se podía sentir el silbido del viento susurrando, rápido me levante de el lugar en donde estaba y empecé a mirar a mi alrededor sentía como si alguien me observaba muy de cerca, de entre las sombras apareció de la nada la figura de un hombre con una larga capa aun no podía distinguirlo.

-¿Vladimir? ¿Eres tú?

-Grrr…- fue lo único que salió de sus labios y pude escuchar por sobre el sonido del viento.

Fue ahí cuando me di cuenta que no era Vladimir ya que este se encontraba a unos pasos detrás de aquel hombre con la cara de horror marcada, sus ojos estaban vigilantes y ausentes. Entonces grito:

-¡Leticia corre!

No podía moverme ni un centímetro estaba helada, petrificada por el miedo, mi mente enviaba señales a mi cuerpo para que corriera, que hiciera algo pero mi cuerpo no reaccionaba no era capaz de mover un solo musculo en esa fracción de segundo. Ese hombre empezó a acercarse a mí, era como si flotara en el aire cuando me tomo del cuello y me levanto por fin se saco la capucha que le ocultaba el rostro, era un joven de unos 25 años con ojos rojos y una sonrisa malévola que mostraba unos perfectos dientes, entonces algo ocurrió sentí un impacto atroz me hallaba en el suelo tirada media inconsciente y aquel hombre estaba de pie a mi lado lanzando un ¿gruñido? A ¿Emilia?

Por fin pude incorporarme y vi que mi hermana estaba de pie, plantada frente a él, imponente, con su escultural figura, Vladimir estaba a su lado en la misma posición mirando a aquel hombre, cuando este se iba a abalanzar hacia Vladimir él lo esquivo cayendo al suelo entonces le grito.

-¡Nos has traicionado! ¡Morirás Vladimir Lazareto!

Me miro a mí y luego a Emilia entonces mostro un perfecto par de colmillos. ¡Dios eran colmillos! Se abalanzo al cuello de mi hermana mientras yo gritaba - ¡No! - Pero Emilia le lanzo una esfera brillante que provenía de sus manos y este cayó al piso muerto.

-Emilia… - dije en un susurro y caí en las sombras.
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