Cap.13: Mentiras y Engaños.
Caí inconsciente por unos minutos pero en ese lapso mi abuela volvió, ella estaba a mi lado hablándome.

Leticia mi pequeño ángel de luz, ahora más que nunca debes ayudar a Emilia tienes que escucharla, hazle saber que en verdad puede confiar en ti… Te quiero Reggaza, jamás lo olvides”

Entonces su voz se esfumo para que la reemplazara la voz de mi hermana, la de la nueva Emilia que yo ni siquiera conocía, si creía haber conocido a la antigua Emilia Bertoglia ahora sabia y tenía claro que esta Emilia sería más difícil de indagar.

-Leticia ¿te encuentras bien? – miraba con preocupación mi hermana.

-¿Emilia? ¿Qué haces aquí? Y… - me quede muda al ver que estaba sosteniendo mi mano,
Vladimir Lazareto tenía el rostro desecho - ¿Qué paso? ¿Y ese tipo?

Ambos se miraron para luego mirarme a mí, no me quedaría sin mi respuesta asique les pregunte otra vez para ver como sus caras se volvían a mortificar.

-¿Quién era ese tipo? ¿De dónde te conocía Vladimir? ¿Emilia que ha sido todo eso que te vi hacer con tus manos? - ¡Respondan! - les grite.

-¿De qué hablas Leticia? Yo no he hecho nada, solo vine aquí a buscarte porque me preocupe muchísimo al ver tu reacción.

No me dio tiempo de contestar porque Vladimir intervino.

-Te has desmayado Leticia.

-¿Ah? – fue lo único que pude articular.

Después de eso ambos me llevaron a casa, nos subimos en el auto de Vladimir, Emilia cada tanto rato le dirigía ciertas miradas de curiosidad a Vladimir, mientras que este también lo hacía cuando ella no lo miraba, esto me hacia revolverme en mi interior ¿Qué se traían ese par? ¿Por qué me había desmayado? ¿Acaso me imagine todo? ¿Y cómo Emilia sabía dónde estaba? Me dolía la cabeza de tanto pensar y formular preguntas que no tenían respuesta, me sentí una completa inútil peor aun me sentía una don nadie, No había obtenido las respuestas de Vladimir por mi estúpido desmayo, mi hermana era una completa desconocida para mí, había soñado con mi abuela y ahora tenía que soportar el que el chico que quería miraba a mi hermana mayor y viceversa - ¡Dios he pensado el chico ¿Que quiero?! ¡Acaso estoy demente! – hablaba una vocecita en mi interior.

La realidad era esa Emilia y Vladimir se miraban con un interés que él nunca había demostrado en mí, esto me hacía sentir celos, debía reconocerlo sentía unos celos enfermizos y solo por esas miradas cómplices que tenían. Como una idiota me puse a sollozar estaba nerviosa y mis sollozos se hacían cada vez mas entrecortados.

-¿Leticia? ¿Pequeña que sucede?

-¡DEJAME EN PAZ EMILIA! – le grite.

Vladimir paró en seco el auto al escuchar mi grito desesperado. Ya habíamos llegado, ni siquiera me había fijado que estábamos en nuestra calle frente a casa.

-¡Leticia basta por favor! – dijo Vladimir con su voz más sutil.

-¿Qué? ¿Basta? ¡Basta ustedes, dejen de mentirme, se que algo ocurrió!

-Leticia no ha ocurrido nada, por favor tranquilízate, mamá y papá se preocuparan si te ven así.

Baje rápidamente del auto y cerré de un golpe la puerta, Salí corriendo en dirección opuesta a casa sabía que no podía entrar allí mis padres me llenarían de preguntas que yo ni siquiera podría responder y por supuesto mi hermana tampoco respondería, Emilia no me diría la verdad y peor aun Vladimir no me daría mis respuestas asique solo me quedaba ir al único sitio que me prometía calor, paz, seguridad solo tenía que llegar a donde Caleb, él mi único amigo. Mientras corría como una loca para que no me alcanzaran choque con alguien, al principio pensé que era un poste o algo porque me había golpeado muy fuerte, pero luego al levantar la vista me di cuenta que era Vladimir.

-¿A dónde crees que vas?

-A donde no te importa, asique por favor aléjate de mí.

-No te dejare volver allí, es peligroso para ti ¿Qué acaso no te das cuenta Leticia?

-¿Peligroso? Tú me dices que es peligroso, deja de decir estupideces, Caleb es el único que me ha protegido del peligro en estos días, el es maravilloso, no tienes por qué meterte en mis asuntos yo no soy nada tuyo. Además no cumpliste tu promesa asique yo tampoco tengo por qué cumplir con la mía.

-No puedes irte Leticia tú me perteneces – dijo con una voz imponente.

-¿Qué? ¡Ja! tu realmente estas chiflado, yo no te pertenezco, no le pertenezco a nadie y si así fuese créeme que tú no serias el que domine mi vida – le gruñí, ¿Qué se creía? ¡Idiota!

-Bueno si no quieres volver por las buenas, lo harás por las malas.

Mientras hablaba mi sangre se empezó a congelar, sentí frío, mucho frío empezó acercarse mientras yo retrocedía, él mostraba una sonrisa algo divertida pero en sus ojos estaban marcados la decisión de no dejarme ir donde Caleb, había una sola forma en la que él pudiera dominarme y yo la sabia perfectamente, destruiría mi autocontrol, haría todo lo que estuviese a su alcance para que yo cayera rendida a sus pies – ¡Dios sí que tiene razón! – tomo mis muñecas y empezó a recorrer todo mi cuello con su respiración, oliendo mi aroma como si aquello fuese el deseo mas grande, sentía como yo me embriagaba de apoco al sentirlo cerca, tal como en veces anteriores mi corazón latía desaforado y mi respiración era entrecortada, sin mencionar que su piel me quemaba al rozarla con la mía.

-Suéltala en este mismo instante – dijo alguien detrás de nosotros.

-Lo lamento, no quise provocarte – dijo separándose de mí y guiñándome el ojo.

-Leticia ven aquí, aléjate de ese muchacho en este momento – dijo mi padre.

-¿Papá? ¿Qué haces? ¿Cómo sabias donde estaba?

-Emilia me dijo que estabas con un muchacho vagando por ahí, asique Salí a buscarte. Pensé que estarías hablando con tu amigo pero veo que se preparaban para hacer otro tipo de cosas – hablo mi padre enojado.

Genial lo único que me faltaba ahora era que mi padre pensara que estaba haciendo quizás que cosas con un chico en plena calle ¿Qué acaso aquel día no podía ser peor? Y ¿Por qué la bocaza de mi hermana les había ido con el chisme? ¿Qué le importaba a ella?

-Papá de verdad no es lo que parece a mí no me interesa en lo más mínimo este chico…

-Para en este instante, no quiero explicaciones, ya me las darás cuando estemos en casa con tu madre, por cierto estas castigada por una semana y tú jovencito aléjate de mi hija, si te veo de nuevo cerca de ella soy capaz de matarte – hablo mi padre demasiado enojado, jamás lo había visto de esa forma, tan autoritario y lo peor era que me castigo sin siquiera yo tener la culpa, a veces me sentía como una niña de 10 años, por dios si ya era mayor, estaba pronta a cumplir los 18 ¿por qué me hacían la vida de cuadritos?

-No lo creo señor, por cierto su hija es muy bonita y la verdad no creo que quiera alejarse de mi asique nos vemos mañana Leticia – hablo Vladimir con suspicacia mientras me guiñaba un ojo, después de eso salió en dirección a su coche que estaba fuera de casa, la verdad no estábamos muy lejos de mi casa, como a una cuadra ¿pero cómo había llegado ahí antes que yo? Rápido deje mis pensamientos fuera porque mi padre estaba que echaba chispas mientras me llevaba de un brazo de vuelta a casa. Al entrar a la casa mi madre, nos esperaba en la salita junto a Emilia, ambas muy serias pensé que mi padre rompería el silencio pero fue mi madre quien hablo primero.

-¿A dónde te has metido Leticia Camile Bertoglia?

-Solo he ido a dar un paseo por ahí con un amigo.

-¿Un amigo? ¡Llamas a ese chico tu amigo! Si prácticamente se te lanzaba encima – grito mi
padre – eso no es un amigo, es un demonio ¡Que se ha creído ese chico! ¡Que acaso no tiene moral, respeto por una señorita de casa!

-En eso coincido contigo papá es un demonio – hablo Emilia pero luego se cayó, como si hubiese dado mucha información.

-¡Alto! no les permito que hablen así de él, en primer lugar solo es un compañero de instituto y en segundo lugar no se me lanzo encima – les grite a todos, pero luego me arrepentiría de aquello.

-Desde este mismo momento Leticia Camile Bertoglia tú solo saldrás de esta casa para ir al instituto y volver, si necesitas comprar alguna cosa saldrás con tu madre o tu hermana pero mientras vivas bajo mi techo no quiero a ningún chico en esta casa y menos fuera de ella ¿ha quedado claro?

¿Por qué a veces los padres son tan melodramáticos? Solo era un chico y ni siquiera nos estábamos besando, acaso no se había dado cuenta de que su niña ya era prácticamente una mujer, que les sucede. Esto era una idiotez Emilia había tenido cientos de novios incluso muchos de ellos se quedaban a dormir en su cuarto cuando mamá y papá no estaban ¿Por qué mi padre reaccionaba así? ¿Por qué le ponía tanto dramatismo? Y ¿Por qué la bocaza de mi hermana se encontraba de acuerdo con él? ¿Acaso ella quería que Vladimir formara parte de su colección? –Nunca se lo dejare – pensé.

-¡Los Odio! Yo no he tenido la culpa.

Subí corriendo las escaleras mientras ellos tres se confabulaban en mi contra, mi hermana diciéndole a papá que era lo mejor que tarde o temprano yo lo entendería y por supuesto la histérica de mi madre pensando mil formas de sacar a conversación todo lo que había ocurrido con “ese chico” me sentía totalmente inútil, ninguno de ellos era capaz si quiera de preguntarme qué era lo que en realidad yo pensaba o lo que en verdad “no hice” ¿acaso no creían en mí? Por supuesto ahora la única posibilidad que tenía era tirarme en la cama a reflexionar acerca de “mis malos actos” de ese día, estúpido chico ni siquiera me había dado respuestas, por su culpa me castigaron y peor aún no pude hablar con mi amigo… -¿Caleb? – pensé. Bueno si yo no podía llegar a él encontraría la forma en que el llegara a mí y lo haría en este mismo instante, al diablo las promesas y al diablo con mis padres. Tome el teléfono de mi cuarto y marque su número, estaba segura que me contestaría, sonó una vez, dos, tres, cuatro ya al sexto pitido me empecé a desesperar ¿Qué acaso nadie escuchaba el teléfono? Por fin contestaron.

-¿Hola?

-¿Caleb?

-Sí, ¿Leticia? ¿Eres tú? – su voz sonaba realmente extraña y cansada.

-Sí Caleb soy yo, lamento… siento llamarte a esta hora pero ¿estás muy ocupado?

-No mucho ¿Por qué? ¿Acaso te sucedió algo? ¿Estás bien?

-Claro que estoy bien no te preocupes solo quería… verte… quiero estar contigo… - ¡Diablos! ¿Qué estaba haciendo? ¡Soy un desastre! - ¿podrías venir a casa?

-¡Por supuesto! – su voz cambio rápidamente de un tono cansado y aburrido a uno demasiado alegre.

-Pero por favor que mis padres no se enteren, cuando llegues aquí solo trata de meterte por mi ventana ¿sí?

-¿Pero por qué? ¿Qué pasa Leticia?

-Solo haz lo que te digo – dije con la voz entrecortada gracias a los estúpidos sollozos que se abalanzaban contra mí tratando de delatar mi rabia.

Colgamos al mismo tiempo y me quede un momento tirada en la cama pensando y soñando cosas como una niñata de quince años ¿Qué acaso nunca iba a cambiar? ¿Por qué los chicos eran un problema para mí? O mejor dicho ¿Por qué siempre voy detrás de problemas? Sabía que si metía a Caleb a mi cuarto y mis padres entraban o alguien de casa nos veía ahí se me armaría una grande pero realmente no me importaba, lo necesitaba para estar tranquila el día entero había estado bien pero solo con la llegada de mi hermana todo cambiaba y lo peor es que ella quería a Vladimir, bueno no es que lo haya dicho pero se le nota, lo sé ella quiere algo de él. Bruja – susurre.

¿Qué? ¿Yo había dicho eso? Dios sí que me estaba volviendo loca, todo estaba mal muy, muy mal conmigo, estaba cambiando. De repente el sonido de unos nudillos en mi ventana me sobresaltaron rápido me levante de la cama y fui hasta el ventanal de mi cuarto que daba a la calle y ahí estaba Caleb esperando a que yo le abriera la ventana para refugiarse dentro y yo refugiarme en él. Lo abrí y por fin entro casi como un felino con movimientos gráciles como si aquello fuese lo más normal del mundo, lo abrase tan fuerte que sentía que se escaparía entre los dedos si no lo tenía cerca de mí.

-Valla creo que tendré que dejarte a solas más seguido para que me extrañes y no me sueltes nunca – dijo mientras jugueteaba con mi cabello.

-No seas idiota, que no te das cuenta que te necesito tanto casi como respirar – Ups lo hice de nuevo estaba revelando mucha información, cosa que ni siquiera yo entendía.

-¿Qué pasa Leticia?

-Solo no hablemos y no me hagas preguntas que ni siquiera sé como contestar.

-Creo que es obvio que tenga preguntas si una chica me llama a las una de la madrugada pidiéndome o no mejor dicho suplicándome que valla a su casa pero que no entre por la puerta como debe ser si no que me meta de colado por su ventana – dijo sarcástico.

-No te burles, además no te suplique por cierto se trata de los Lazareto.

-¿Quién?

-¿Importa? Por favor Caleb no quiero saber nada de ellos, no podrías solo quedarte conmigo para que yo pueda dormir tranquila.

-Claro pequeña tus deseos son órdenes – dijo mientras me cargaba y se acostaba en la cama con mi rostro en su hombro.

Permanecimos en silencio mientras yo respiraba lo mas acompasado posible y él acariciaba mi cabello, el era todo lo que una chica podía desear era guapo, con una simpatía increíble, sus ojos azules te invadían de felicidad, te sentías segura y protegida a su lado pero por más que yo quisiera que me gustase tanto o más como él me quería, yo simplemente no podía si sentía esa conexión casi natural entre nosotros pero no me volvía loca como Vladimir Lazareto. Esto me hacía sentir mal, era malvada por que no podía elegir a uno sino que quería tenerlos a ambos en mi vida, a Caleb con su seguridad y protección, mientras que a Vladimir lo quería por lo misterioso y exótico que me resultaba ¿Cómo era posible que aquel chico nunca me revelara nada?

Y así me dormí formulándome un millón de preguntas entre todo lo que me estaba ocurriendo, por que quisiera o no algo me estaba pasando, no era mera coincidencia que Emilia fuese a aquel lugar sin siquiera saberlo ni tampoco era coincidencia que ese tipo que según “ellos” yo me había imaginado. El sueño fue pacifico y tranquilo, después de haber tenido un montón de pesadillas por fin dormía tranquila otra vez.

La luz de los primeros rayos del sol se colaba por la ventana y me desperté algo confusa, mi sueño había sido tan placentero que había olvidado por completo quien estaba en mi cama junto a mí, desperté algo sobresaltada al verlo ahí tan cansado estaba con una camiseta delgada y la camisa abierta su cabello castaño le caí alborotado en la frente, reí al verlo así y él se removió en la cama atrayéndome más a él y ahí me quede jugando con un mechón de su cabello, era raro pensar en Caleb como solo un amigo después de todo lo que nos ha pasado y todo lo que nos necesitamos ¿acaso en realidad éramos solo amigos? ¿O no? Entonces golpearon a la puerta muy suavemente pero con determinación.

-Leticia, soy yo Emilia voy a entrar para que hablemos – dijo ella.

Podía sentir el crujir del pestillo mientras en menos de un segundo abría la puerta y se quedaba plantada mirando la situación de “amigos” – Ahora sí que se me va armar una grande – pensé. Pero en vez de correr a contárselo a nuestros progenitores, cerró rápido la puerta y se quedo parada tapándose la boca donde ahogaba una risa extraña, cuando por fin término de reírse en mi cara hablo.

-Valla bastante escondido te tenias el novio que es bastante guapo – lo miraba de pies a cabeza como si se lo comiese con la mirada.

Lo mire a él que aun dormía y rápido le devolví la mirada para contestarle.

-No es mi novio, es solo un amigo – conteste.

-Leticia no tienes porque fingir conmigo soy tu hermana mayor que por cierto no se tragara el cuento de que él es tu “amigo” – puso los dedos como si fuesen comillas – además si fuese tu amigo no estaría en tu cuarto durmiendo casi desnudo y tú en camisón asique no mientas.

-¡Que a ti nadie te enseño a tocar! – le grite pero me arrepentí por que Caleb se despertó con mi gritito.

-¿Pequeña? ¿Qué pasa? – dijo algo adormilado aun.

Devolví mi vista hacia él algo asustada al ver que no tenía como explicarle que nos habían pillado en mi cuarto y precisamente era la odiosa de mi hermana quien podría ir en cualquier momento a contarles a mis padres, tendría que chantajearla muy bien para que no se fuera de bocas o sino ahí sí que pasaba toda la vida castigada por no decir que también me quedaría solterona.

-No pasa nada Caleb, ¿Cómo has dormido? – pregunte casi olvidando que estaba Emilia ahí.

-Bien, fue el sueño más tranquilo que he tenido en días – decía él mientras acariciaba mi mejilla y yo la suya.

¡QUE ME PASA! Gritaba mi interior, pero mis pensamientos se redujeron a polvo cuando Emilia abrió su boca.

-Hay que tiernos, son tan adorables.

-¿Quién es ella Leticia?

-Pues ella… es…

-Soy Emilia hermana mayor de Leticia, encantada de conocerte y ¿tu nombre es?

-Oh lo lamento es que… esta situación, bueno yo soy Caleb… Caleb Mondragon – dijo él con una de sus lindas sonrisas.

Emilia se quedo pasmada durante unos segundos y lo miro intensamente para que luego sus ojos que un día fueron verdes ahora se convirtieran en rojo sangre, adopto una posición casi del todo felina y estaba lista para tirarse a él cuando yo lo lance para que callera al piso y mi hermana sobre mí, me rasguño el rostro y los brazos cuando por fin se dio cuenta de que yo no era su verdadero oponente.

-¡Que hace un Modragon en casa y contigo! – grito desesperada.

-¡Emilia! ¡Emilia! Reacciona soy yo, soy Leticia.

Pero ella no reaccionaba con nada, parecía una fiera presa en una jaula muy pequeña miro a Caleb que se encontraba junto a mí tratando de atacarla a ella, llevaba en la mano una daga de plata que iba a incrustar en su corazón. Mis ojos se salieron de sus orbitas y me interpuse en medio, justo cuando pensé que Caleb me mataría él se detuvo.

-Leticia aléjate en este instante – hablo firme como si no tuviese 18 años sino siglos de experiencia.

-Caleb ¡qué te pasa! Es mi hermana, que les sucede a ustedes dos por que reaccionan así.

El muchacho dulce y sincero con el que me sentía segura estaba a punto de sacarme de un empujón para matar a la que era mi odiosa hermana mayor, hermana que se había convertido en frente de mis narices en un ser irracional casi animal.

-¡Ella no es lo que parece Leticia, no es la que conociste! ¡Aléjate ya!

-¡No! ¡Ella es mi hermana! ¿De dónde se conocen? ¡Qué sucede! – grite.

Emilia al escuchar estas palabras me abrazo fuerte y sollozo, mientras que al mismo segundo Caleb me apartaba de un empujón dejándome tirada en la cama. Todo eso fue muy confuso ambos luchaban para matarse el uno al otro y todo ocurría frente a mis ojos, en mi cuarto, con las personas que amaba en casa, era una batalla entre mi hermana y mi mejor amigo ¿Qué pasa en mi vida? ¿Por qué sucede todo esto? La desesperación me tenia al borde de la histeria unas esferas blancas como de luz se hallaban en mis manos sin pensármelo dos veces, sin pensar que eran ni lo que podían hacer les lance una a cada uno justo en el instante en que Caleb le clavaba el puñal a mi hermana en una de sus piernas, ambos salieron disparados uno hacia la puerta y el otro a la ventana, Caleb se levanto rápido mientras mi hermana chillaba de dolor tendida en el piso, me tomo de la mano y casi me lanzo en sus brazos para salir por la ventana.

-¡Qué te pasa! Aléjate de mi ¡Mira lo que has hecho!

-Leticia debes alejarte de ella, no es lo que parece por favor ella ya no es tu hermana al menos no la que tu solías conocer, es peligrosa ¡Mira como te ha dejado los brazos y el rostro!

Tenía razón, mi amigo tenía razón en ambas cosas Emilia no era la misma y me había dañado ella
era peligrosa pero acaso ¿el también era peligroso? ¿Por qué la ataco para matarla? ¿Por qué quería matar a mi hermana? ¿Qué sucedía? ¿Y mis manos? ¡Que hice con mis manos! Tenía muchas preguntas que hacer estuve a punto de irme con él, pero recordé el sueño de mi abuela no podía dejar a Emilia sola y menos en esas condiciones, tampoco quería perder a Caleb pero debía ayudar a mi hermana.

-Lo siento Caleb es mi hermana, además tú la atacaste por favor vete ¡ahora! – le grite.

-No puedo dejarte con ella aquí…

-¡Que te vayas maldito Mondragon! ¡No te le vuelvas acercar a mi hermana! ¡Vete maldito!
¡Vete! – gritaba Emilia entre sus dolores.

Caleb la miro con odio y estuvo a punto de abalanzarse a ella de nuevo cuando lo detuve y casi lo tire por la ventana, el solo me dedico una mirada de preocupación y salió rápido de mi cuarto, lo mire alejarse casi como un rayo corriendo en dirección opuesta a la calle que lo llevaba hasta su casa ¿A dónde irá? - me pregunte.

-Leticia por favor acércate, ayúdame – dijo mi hermana suplicante.

-Claro, que debo hacer dime.

-Solo saca la daga de mi pierna, por favor.

Hice lo que me pidió, la sangre que era de un color oscuro casi negro salía a montones, mi hermana se veía muy mal, casi de un color transparente su piel se veía tan frágil y debilitada.

-¿Qué más? Dime Emilia – le hable asustada.

-Saca del bolsillo de mi pantalón una bolsita de color canela y esparce el polvo en la herida.

Después de unos minutos la herida se cerró por completo sin dejar ni una sola cicatriz, la sangre desapareció y mi hermana tenía otra vez el semblante de una persona normal, si podíamos llamar normal a alguien con tez casi tan blanca como la tiza y que hace unos minutos atrás había tratado de matar a mi mejor amigo. Emilia se puso de pie, tomo mis hombros y me hablo.

-Debes prometer que lo que ocurrió aquí se quedara en estas cuatro paredes y que nunca volverás a juntarte con un maldito Mondragon.

-Yo… no…

-Leticia promételo ¡Debes hacerlo!

-Yo… no puedo, lo siento Emilia pero Caleb es mi amigo ¿además porque debo alejarme de él?

-¿Amigo? llamas a un Mondragon tu amigo, aléjate de ellos Leticia no vuelvas a acercárteles.

-Lo siento pero tú no eres quien para decidir por mí.

-Aléjate de ellos, tarde o temprano te mataran.

Esas palabras me dejaron congelada ¿A qué se refería? ¿Por qué hablaba con tanta frialdad?

-¿Qué sucede? ¿Por qué está pasando esto? ¿Qué ocurre en nuestras vidas? Emilia dímelo – le grite entre sollozos.

-Nuestra vida Leticia no es lo que parece, nuestra familia, nuestro mundo tan feliz, nuestra historia todo es una mentira la realidad es otra, mi vida ya cambio y no hay como repararla o devolvérmela, solo estoy tratando de protegerte y de que tú hagas la elección correcta no que te obliguen, debes decidir Leticia muy pronto llegara el momento, pero hasta que ese momento llegue tendré que mantenerte alejada de tus enemigos y también de los extraños. Promete que lo harás y yo te explicare todo en unos días, solo dame tiempo.

-Pero Emilia… yo… no puedo alejarme de Caleb, es mi mejor amigo… -dije con voz suplicante mientras ella pensaba.

-Entonces mantente a una distancia prudente, solo véanse en el instituto. Leticia esto es vital por favor confía en mí, hazme caso mantén tu distancia con aquel muchacho prometo que te explicare todo en unos días. Nuestra vida está rodeada de mentiras y engaños.

-Está bien mantendré mi distancia… pero…

Me cortó rápido y se despidió con un beso en la frente.

-Lo siento pequeña ahora debo irme, volveré para el amanecer, promete que harás lo que te pedí y si él te pregunta algo de lo ocurrido, solo dile que no recuerdas nada, solo dile eso.

Salió disparada por la puerta de mi cuarto y yo me quede sentada en el piso pensando en sus palabras ¿mi vida era construida a bases de mentiras y engaños?
4 Responses
  1. Andre*a Says:

    OLA!!!
    ANGELS ME ENCANTA TU CAPITULO AUNKE ES UN POKO TRISTE POR LO DE CALEB Y EMILIA.
    BUENO ESPERO LA SIGUENTE ENTRADA.
    ME ENCANTAA
    HEHEH CUIDAT


  2. Lesly Says:

    Hola Angels, me encanta tu historia, aunque pobre de Leticia, está super ocnfundida, nadie le explica nada. Esperaré el siguiente capitulo


  3. Anónimo Says:

    ola
    q tal
    angels
    soi itzel xD
    I me nknta tu historia
    ncerioo
    dsd la semana pasada la comenze a leer i me nkntooo muxoteee i e estado pasando diario haber si ya publicaste otro cap pero no buuu u.u q mal pero vale la pena esperar cn tu nove por que es GENIAL i original bno me voii bye bye


  4. Andre*a Says:

    Angels llevo noches y noches en vela esperando un nuevo capitulo!!!
    jejej
    escribe pronto por fa.
    k misterio tan romantoco...
    cuidate


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