Cap.11: Encrucijada.
Todos mis amigos me miraban con un toque de angustia al verme ahí plantada como una estúpida frente a ellos, mis ojos no se separaron de los ojos de él, esos ojos verdes que eran mi perdición. Sentía como mis manos emitían esas descargas entonces algo aun más extraño paso, William se levanto de su asiento y se acerco a mí, poniendo una de sus manos en mi Hombro y las descargas desaparecieron como por arte de magia, mi cuerpo empezó a relajarse pero mi mente aun no volvía a la realidad millones de imágenes pasaban por mi cabeza, el sueño, la primera vez que lo vi en carne y hueso (al menos eso pensaba) , nuestro encuentro en la plazoleta y el beso, aquel espectacular momento en que me había besado. Sentía como William también se tensaba a mi lado entonces por fin rompió el incomodo silencio.

-Leticia él es Vladimir, nuestro hermano.

Mis ojos no paraban de mirarle y de mi boca no salía palabra alguna, él trato de acercarse a mí pero mi voz salió fuerte y segura, casi como si quisiera golpearlo.

-¡Aléjate de mí Vladimir Lazareto!

Me gire bruscamente e intente buscar al único que podía salvarme de aquella situación o al menos al único que me hacía sentir segura dentro de todas mis alucinaciones, Caleb. No estaba por ninguna parte, no lo encontraba, ahora que lo necesitaba el no estaba cerca de mí. Barrí con mi mirada la cafetería mientras intentaba alejarme lo más posible de aquel verdugo de sueños que poco a poco se había ido convirtiendo en el verdugo de mi realidad.

Salí de la cafetería y me dirigía al pasillo principal de las aulas de ultimo año cuando alguien me tomo por el brazo, su piel fría me hiso recordar a la primera vez que me sostuvo el brazo tratando de retenerme pero me había equivocado no era él, era su hermano ese hermano que tanto dolor causo a mi corazón. Lo mire bruscamente y hable.

-¿Qué quieres?

-Una explicación es lo mínimo que puedes darme.

-¿Perdón? ¿Tú estás exigiéndome una explicación? Vienes asiéndote el ofendido cuando debería ser yo quien la debe exigir – conteste mirándolo con rabia.

¿Qué se creía? ¡El príncipe de Inglaterra! ¿Cómo me exigía una explicación a mí? ¿Acaso no se daba cuenta del dolor que me había causado todas estas semanas? Él que había besado a mi enemiga, él que mostro una faceta amigable conmigo para luego dejarme tirada con un millón de preguntas, él que abrazaba a otra mientras yo lo miraba como una idiota tratando de encontrar una explicación razonable, él que me oculto que su maldito hermano estaba aquí en la misma ciudad que yo tratando de volverme loca.

-¡Jamás tendrás una explicación de mis labios! ¡Nunca! ¿Por qué mejor no se la pides a tu querido hermano Vladimir? – le grite

-¿Qué te pasa Leticia? Dímelo ¿Por qué reaccionaste así frente a Vladimir?

-¡Déjame en Paz!

Trate de zafarme de su mano pero no podía, el era más fuerte que yo, trate de que la rabia y el enojo se hicieran más grande para que vinieran esas extrañas descargas que sentían mis palmas, pero nada paso, nada. Me enfurecí y le di un pisotón pero ni eso funciono. Me miro tratando de descifrar algo en mi rostro entonces paso otra vez, igual como la vez que lo trate de retener en mi casa, imágenes de una joven hermosa de ojos marrones como los míos, de cabello negro danzando al viento y el collar de mi familia en su cuello, William y esa joven juntos abrazados, riendo, queriéndose. Ella se parecía a mí o ¿no? podía ver que él la recordaba cuando estaba junto a mí, lo sentía en mi interior aquella joven me resultaba extrañamente familiar pero no podía saber porque, era cierto teníamos un parecido pero solo era eso ¿Por qué sentía como si la conociera?

William se acerco, me tomo por la cintura y me beso, fue un beso apasionado lleno de cariño y amor de parte de él, al ver que yo trataba de alejarlo, apretaba más mi cuerpo al de él casi aprisionándolo con cadenas, las imágenes no cesaban al contrario aumentaban, veía cada uno de los pensamientos que él tenía para con ella, sus recuerdos podía hacerlos míos, mi respiración estaba agitada, entonces le mordí para que por fin dejara de besarme pero él lo interpreto mal y siguió besándome con furia y desesperación, tratando de saciar su hambre de ella a través de mí, me apoyo contra la pared del pasillo y aprisiono mis manos como grilletes apretando mis muñecas podía sentir el dolor en mis muñecas, entonces entre tantas imágenes escuche un grito – ¡Sophia NO! – su cuerpo se tenso y dejo de besarme, sentía miedo y un dolor horrible no solo físico sino mental, la sangre empezó a brotar de mi nariz a chorros como si hubiesen abierto una regadera y en vez de agua saliera sangre.

William me miraba horrorizado, No, horrorizado era quedarse corta me miraba con rabia, casi con odio, él aun tenía sus manos en mis muñecas, todo me daba vueltas trate de buscar a alguien con la mirada para que me ayudara a zafarme de las manos de William y a limpiarme el desastre que estaba dejando mi nariz. Caleb estaba de pie a unos metros de distancia mirándonos con Horror y rabia, trate de gritarle de hablarle para que me ayudara pero mi voz no salía, se acerco con furia tiro su mochila al piso y se acerco a William dándole un golpe casi sobrehumano que lo dejo tirado en el piso mirándome a los ojos tratando de pedir disculpas con su mirada.

-¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? ¡Leticia mírame!

-No, no me ha hecho nada. Caleb sácame de aquí ¡sácame de aquí ya!

-Okey pero antes debes presionar tu nariz con algo para que deje de salir sangre por tu nariz.

Se desabotono la camisa, la enrollo y me la paso para que presionara mi nariz, y cesara la hemorragia. El se dio vuelta dirigiéndose a William que se hallaba a unos metros de pie frente a nosotros con la expresión perdida.

-En cuanto a ti, ya me las pagaras Lazareto.

Hablo con furia en la voz y le dedico una sonrisa malévola que me hizo estremecer nunca había visto a Caleb tan molesto, de momento llegue a pensar que él no era mi Caleb, no era el chico apacible que yo había conocido hace unas semanas atrás el que me hacía sentir realmente segura. Se acerco a mí, me ayudo a mantenerme lucida hasta llegar al baño de chicas, entro conmigo sin importarle si había o no alguien dentro y me sentó en el mueble de los lavaderos rápidamente enjuago su camisa para quitarles las manchas de sangre, la estrujo para empezar a limpiar la sangre seca que se apelotonaba en mi cara, mechones de mi cabello, mis hombros y por toda mi blusa. Ambos permanecimos en silencio por un buen rato hasta que el por fin articulo palabra.

-Creo que no deberías volver a clases tienes una pinta horrible – hablo más tranquilo.

-Yo… lamento lo ocurrido Caleb… no sabía que…

-No te preocupes pequeña por suerte no te hiso nada malo ese idiota.

-Perdón por arruinar tu camisa, por haberte metido en un lío con William.

Podía sentir como la desesperación se abalanzaba en mi interior, poco a poco estaba asimilando todo lo ocurrido ¿Quién era esa chica de las imágenes? ¿Por qué William se comporto así? Y lo principal ¿Por qué ninguno de los miembros de su familia me dijo de Vladimir y su llegada? Empecé a temblar de frío y el miedo me consumía, me sentía igual que la noche del baile como si mi vida se extinguiera, el llanto vino a mí en cuestión de segundos ¡Maldición! ¿Qué no podía controlarme?

Caleb se acerco a mí y me abrazo, por fin sentía de nuevo esa seguridad a su lado, todo lo demás quedaba sumido en el olvido, cuando estaba a su lado olvidaba todo lo malo que había a mi alrededor.

-Llora Leticia. Vamos saca todo el dolor de tu interior.

Estuvimos así por unos minutos entonces me di cuenta que el solo llevaba una camiseta puesta.

-¡Oh Caleb! he arruinado tu ropa por segunda vez y peor aún no tienes ninguna otra cosa que ponerte para volver a clases.

-No te preocupes, no regresare, iré a dejarte a casa pequeña.

-Gracias – le dedique mi mejor sonrisa.

La puerta del baño de chicas se abrió de golpe, esto me hiso saltar de la impresión y ambos miramos rápido para ver quien se encontraba frente a nosotros, Caleb me abrazaba con más fuerza entonces pude ver que Baltasar estaba ahí junto a mi ángel destructor que me miraba con dolor, bajo la mirada para luego ponerse rígido frente a nosotros. Baltasar como siempre tenía esa mirada de suficiencia.

-Caleb podrías dejarme a solas con Leticia por un momento.

-No – respondí yo en lugar de él y me aferre más a su abrazo.

Caleb era el único en quien en verdad confiaba ahora, William se había convertido en un monstro ante mis ojos y Baltasar ya no inspiraba la misma confianza en mí, no sabiendo que tenía por hermano a ese verdugo que traía sentimientos contradictorios a mi corazón y mente. Mientras Baltasar miraba directamente a los ojos a Caleb, Vladimir me miraba directamente a los ojos a mí tratando de hacerme caer en su hechizo, tratando de hacerme caer en su encrucijada.

-Por favor Leticia solo unos instantes – me dijo Caleb – te prometo que estaré afuera esperándote, nada malo te va a pasar.

Volví a posar mis ojos en él y lo abrase tan fuerte que sentí que se me iba el alma en ese abrazo, escuche un leve bufido delante de nosotros pero no le di importancia. Me dirigí a él, solo a él sin importar que los demás estuvieran ahí.

-Prométeme que no te irás Caleb, prométeme que me esperaras – dije con desesperación casi sintiendo que lo perdería para siempre si me dejara – no me dejes sola.

-Lo prometo – me dedico una de sus sonrisas, salió dejándome con Baltasar y Vladimir.

Rápidamente me baje del lavadero y me plante frente a Baltasar quien sin pensarlo dos veces se abalanzo a mí en un abrazo que me dejo mas helada aun, sabía que él nunca mostraba sus sentimientos ni siquiera con sus hermanos, exceptuando a Eloana claro estaba ¿Qué ocurría ahí? ¿Qué pasaba por la mente desquiciada de aquellos chicos? ¿Por qué Baltasar se preocupaba tanto por mí? ¿Por qué sentía que el trataba de protegerme de algo que yo no entendía? Se alejo rápido como si hubiese oído mis pensamientos o mejor dicho sentido mis sentimientos.

-Perdón Leticia es que con lo que pude percibir al ver a William me alarme aun más de lo que ya estaba esta mañana – contesto en voz pausada.

-Okey no te preocupes estoy bien todo gracias a Caleb.

Vladimir lanzo un bufido, haciendo esto como para recordarme que él estaba ahí.

-¡¿Qué hace él aquí?!

-¿Vladimir? Pues él ha venido a disculparse por todo lo ocurrido en sus clases esta mañana ¿No es así Vladimir? – hablo Baltasar.

-Así es Leticia – me dedico una mirada casi tan misteriosa como la primera vez que lo vi, pude descifrar que él no quería que le dijera nada a Baltasar. Al menos nada de los encuentros que habíamos tenido. De hecho ni siquiera nos vimos en clases asique le había dicho una mentira a su querido hermano pero ¿Por qué?

Le seguí el jueguito ya habría tiempo de que de alguna u otra forma el me lo explicara.

-Disculpas aceptadas. Baltasar por favor sácalo ahora mismo de mi vista si es que en realidad quieres que hablemos, si el permanece en la misma habitación que yo créeme que seré la primera en irme – dije tajante.

-Está bien, Vladimir por favor vete y fíjate que nadie entre mientras nosotros permanezcamos aquí.

-Adiós Leticia no te preocupes que nos volveremos a ver.

Le dedique una mirada envenenada mientras él me dedicaba una sonrisa llena de burla, rápido mire a Baltasar quien me observaba detenidamente. Ahora estábamos solos y podríamos hablar tranquilamente.

-¿Lo estás haciendo no?

-Perdón ¿Qué?

-Estás analizándome con tu poder, me refiero a que estás viendo mi aura… lo recuerdo todo muy bien Baltasar.

-Veo que no eres de las personas que se le olvidan los secretos, te he estado analizando desde la mañana, pude sentirlo Leticia sentí tu aura descontrolada cuando Sam estaba tirada en el piso, también pude sentirlo cuando viste a Vladimir – me contesto – pero no entiendo ¿Cómo lo haces?

-Eso es lo que yo te iba a preguntar a ti ¡¿Qué esta pasándome?! ¿Acaso soy un fenómeno?

-Claro que no, además son solo tus humores los que cambian no es que tú en realidad estés cambiando de ser normal a un fenómeno. Algunas personas suelen desarrollar dones especiales.

-Cuéntame más. Por favor ¿Cómo funciona? ¿Por qué Sam se cayó al piso? ¿Por qué me está ocurriendo esto a mí?

Me miro por unos instantes y luego hablo algo ido, con voz autoritaria tratando de no decir algo que no le correspondía.

-Bueno es todo lo que puedo decirte, solo percibo tus humores nada más ¿acaso hay algo que debería saber?

-Por supuesto que no, al menos nada con respecto a lo ocurrido con Sam…

Estaba dudando de contarle o no todo lo que ocurría con su hermano, todo lo que había hecho Vladimir con mi persona, todo lo que jugó con mi mente que realmente estaba desquiciada, pero recordé el collar de la abuela y rápidamente lo recordé por la imagen de esa joven con el collar en su cuello.

-Baltasar ¿Quién es Sophia?

El rostro de este se descompuso apenas nombre a la chica, se puso rígido, se le tenso la mandíbula y trato de que su mirada se relajara, pero no le funciono podía sentir sus sentimientos que eran de dolor, angustia y pena, casi la misma mezcla que tubo William hace unos instantes cuando me había besado.

-¿Dónde escuchaste ese nombre?

-Creo que yo pregunte primero – le conteste desafiante.

-No es algo que te incumba Leticia, por favor olvida ese nombre.

-Pero…

-Es hora de que me valla o llegare tarde a clases, adiós Leticia.

Se dio media vuelta y me dejo ahí con un millón de preguntas dando vueltas en la cabeza ¡Dios! ¿Qué acaso nunca iba a obtener respuestas de estos chicos? Me mire en el espejo y realmente tenía una pinta horrible parecía una novia zombi recién salida del inframundo, mi cabello estaba enredado no quedaba nada de la coleta que me había hecho esta mañana, las ojeras eran aun más pronunciadas que realmente parecían moretones debajo de mi ojos marrones llenos de angustia, la blusa blanca que llevaba estaba totalmente manchada de sangre y los jeans tenían pequeñas pintitas rojas. Rápido saque de mi morral un cepillo de cartera que tenia con fuertes tirones empecé a desenredar la maraña que era mi pelo lo ate de nuevo en una coleta y deje el flequillo hacia adelante me puse unas gafas de sol (gracias a dios que las lleve) para cubrir las ojeras. No podía hacer nada mas con mi ropa, no llevaba nada para cubrir la blusa asique salí del baño de chicas con el morral entre los brazos para tratar de cubrir las manchas quizás de algo serviría.

Caleb estaba apoyado en la pared del pasillo, apenas me vio sonrío de la forma que más me encantaba, le devolví la sonrisa casi con desesperación. Nunca antes necesite tanto a alguien como lo necesitaba a él para sentirme calmada, era como si de cierta forma le necesitara para sobrevivir – también necesitabas al ángel – susurro una vocecita en mi interior, deseche estos pensamientos y me dirigí rápido a su abrazo. Me abrazo con la misma intensidad que yo lo abrase a él.

-¿Lista para ir a casa? – pregunto.

-¡Buh no quiero! ¿Puedo ir a tu casa? – Pregunte – solo si tú quieres- agregue rápidamente, en realidad no sabía muy bien porque le había pedido ir a su casa pero por este día no quería aparecerme en la mía. Además mi madre me exigiría explicaciones primero del porque estaba tan temprano en casa y segundo del porque llegaba con la blusa manchada de sangre.

-Claro que quiero – dijo con voz animada – siempre quiero estar cerca de ti.

Esto hiso que mi corazón latiera desbocado.

Nos apresuramos a salir del instituto sin que nadie nos pillara en nuestro intento de fuga además si nos agarraban le reportarían a mis padres todas mis faltas a clases de este día, asique salimos a lo misión imposible del instituto. Cuando ya por fin estábamos a unas cuadras fuera del instituto nos relajamos, el tomo de mi mano y nos fuimos hasta su casa que quedaba a unos 10 minutos de ahí. Al pasar por las calles todas las chicas que nos veían lo miraban extrañadas en primer lugar porque solo iba con una camiseta, dejando su torso semidesnudo y en segundo porque realmente lo hacía verse muy guapo, me sonroje de solo pensarlo. Una de las chicas que andaba por ahí con sus amigas le dedico una mirada de coqueteo y lo detuvo para entregarle un papelito que tenía su teléfono, esto me hiso enojar pero no se lo hice saber de hecho ni yo misma entendía el porqué de mi enojo.

Llegamos a una calle muy tranquila con grandes árboles decorando la entrada a un pequeño condominio recién establecido (eran casas construidas hace solo unos años atrás) nos adentramos en ese lugar me preguntaba cual sería la casa de Caleb. Llegamos hasta el final de la calle y ahí estaba una gran casa de color damasco con tres pisos, el último se notaba que había sido añadido ya que era la única casa de tres pisos, me apretó la mano y nos dirigimos a la entrada. Saco una llave que guardaba en su mochila y entramos a su pequeño castillo. Era una casa hermosa, gigante, muy bien decorada y espaciosa; la sala era muy amplia con sillones de cuero blanco y una mesa de cristal en el centro adornada con extrañas figuras que jamás en la vida había visto, en el fondo se hallaba colgado un gran cuadro con un paisaje hermoso, lo que más me llamo la atención fueron los dos chicos que se hallaban de espaldas observando el bosque. Después estaba el comedor conectado a la cocina, era gigante de hecho era más grande que el de mi casa. Caleb me tomo de las caderas y me sentó en el mesón de la cocina, ambos reímos cuando nuestras miradas se cruzaron, abrió el refrigerador de donde saco jugo, huevos, tomate y pan de molde.

-Creo que debes comer algo, no quiero que pienses que soy un mal anfitrión.

-¡Tonto! Jamás pensaría eso de ti.

Reímos como dos niños por cada insignificancia, comimos pan de molde con huevo y tomate, hablamos de lo ocurrido hoy en el instituto y de la pinta que traía cada uno. Entonces yo saque a la conversación a la chica que le entrego ese insignificante papelito que tanto enojo me hiso sentir.

-Por lo menos uno de nosotros obtuvo algo bueno de todo este teatro.

-¿Por qué dices eso?

-Oh vamos Caleb acaso no te gusto que aquella linda chica te diera su teléfono – trate de sonar graciosa pero al parecer no me resulto.

-¿Estás celosa? – dijo él con un brillo en esos ojos azules como el cielo.

-¡Claro que no!

-¡Dios si estas celosa! Leticia esta celosa, Leticia esta celosa – empezó a canturrear como un niño del kínder.

-¡No es Cierto! – le grite ofuscada mientras él seguía canturreando como un niño, acaso ¿estaba celosa realmente? Entonces los canturreos pararon y se hiso el silencio por unos segundos.

-Sí lo estas – dijo con una voz segura mientras miraba directamente a mis ojos.

Se empezó a acercar tal y como lo había hecho en situaciones anteriores, mi respiración se hacía cada vez mas entrecortada, el corazón me latía desbocado ¡Dios! ¿Qué me pasaba? ¿Por qué reaccionaba así? Caleb era mi amigo, no podía gustarme o ¿Acaso si me gustaba Caleb? ¿Pero y Vladimir? ¡¿Qué ocurría conmigo?! Sentía su respiración tan cerca de la mía e igual de entrecortada, puso su mano en mi mejilla y con la otra aparto un mechón de mi cabello que se soltó de mi coleta y cubría mi rostro.

-Ejem… ejem… - sentí un carraspeo detrás de nosotros.

-Creo Caleb que antes de besar a tu pequeña invitada deberías presentarnos ¿no crees? – hablo aquella voz.

Rápidamente nos apartamos y yo me baje de un salto del mesón para ponerme al lado de Caleb, el ni siquiera se preocupo de mantener la distancia entre nosotros tomándome de la cintura sin apartarse de mí esto hiso que me sonrojara.

-Lo siento Lucíos. Bueno ella es Leticia una amiga del instituto.

-Gusto en conocerte al fin Leticia, pensaba que Caleb te imaginaba – hablo otra voz proveniente de detrás de Lucíos, era una mujer menuda muy hermosa.

-Leticia ella es mi esposa Fabiana. Yo soy Lucíos hermano mayor de Caleb, soy quien tiene su tutela.

-Mucho gusto Sr. Lucíos y Sra. Fabiana – dije algo extrañada por aquella situación.

¿Acaso Caleb vivía solo con su hermano y su cuñada? ¿Qué ocurría con sus padres? Mientras analizaba esto me di cuenta que en realidad nunca se lo había preguntado de hecho nunca tuve la intensión siquiera de saber más de él, siempre era él quien llegaba a rescatarme y me cuidaba.
Me sentí fatal por eso, nunca demostré el más mínimo interés en la historia de Caleb.

-Por favor dime Lucíos y estoy seguro de que a Fabiana le encantara que la llames por su Nombre, nos haces sentir muy mayores al decirnos Sr. Y Sra. Solo tenemos unos años mas que tú – hablo él con una voz muy autoritaria pero relajante.

-Así es Leticia no te preocupes en usar términos tan educados además siempre serás bienvenida en nuestro hogar.

-Gracias por su hospitalidad – conteste algo nerviosa y sonrojada.

-Creo que mejor los dejamos solos Lucíos estamos interrumpiendo – hablo Fabiana dirigiendo una mirada coqueta hacia nosotros.

-Sí es mejor que nos retiremos, ya habrá otro momento para hablar siéntete como en casa Leticia.

Solo asentí y vi como esos dos espectaculares jóvenes subían la escalera, eran jóvenes en apariencia pero parecían muy maduros, perdí el hilo de mis pensamientos cuando Caleb se me acerco a la altura del cuello y susurro algo solo para que yo le escuchara.

-¿En qué quedamos?

-Caleb creo que esto no está bien – le dije tratando de sonar convincente.

-Lo sé y por eso me gustas cada vez más.

¡QUE DIABLOS! ¿Qué le pasaba? ¿Porque trataba de provocarme? ¿Acaso se había dado cuenta de que él me gustaba? ALTO ¿realmente me gustaba o solo estaba alucinando? Lo aleje de mi y le mire algo ofuscada tratando de esconder mis sentimientos entonces él me dedico una de esas sonrisas que alegraban a mi corazón.

-Lo lamento Leticia – se disculpo - ¿quieres descansar?

-La verdad sí, estoy muerta tengo demasiado sueño no sé si aguante hasta llegar a mi casa.

-Pues puedes dormir en mi cuarto, te prometo que no me acercare ni un centímetro.

-Está bien.

Me tomo en brazos como un bebe y yo apoye mi cabeza en su pecho, mientras subíamos las escaleras para llegar a su habitación me sumí en un sueño tranquilo, no podía sentir nada a mi alrededor. Al menos eso creía.

“Me hallaba en el baile con mi vestido hermoso reluciendo a la luz de la luna que se colaba por la ventana de uno de los pasillos, me acercaba rápidamente al umbral de una puerta buscando a alguien para no sentirme tan sola. Me sentía sola, vacía, entonces una presencia familiar me observaba, detrás de mí se encontraba un joven, era Caleb. Al girarme para acercarme a él sentí un grito.

-¡NO!

Me volví al lugar de donde provenía y ahí estaba mi verdugo de sueños, mi ángel destructor, gritando para que me alejara de Caleb pero ¿Por qué? Mi corazón no sabía a quién hacerle caso, si acercarme a mi amigo o acercarme al ángel de mis pesadillas. Entonces empecé a acercarme con paso firme a Caleb quien solo me observaba sin mostrar emoción alguna, de repente cuando estaba en frente de él me dedico una sonrisa malévola revelándome así un perfecto juego de dientes de los cuales relucían unos colmillos feroces. Ya era demasiado tarde, el me tomo por la cintura, aparto mi cabello de mi cuello y me mordió. Podía sentir el clamor de dolor y furia del ángel mientras que Caleb me hacia retorcerme de dolor”

Me hallaba en una verdadera Encrucijada.
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