Cap.12: Juegos Peligrosos.
Me desperté gritando desesperada, con sudor en mi frente mirando a mi alrededor en una habitación que no era la mía, sentí que alguien abría la puerta encendiendo las luces del cuarto desesperado -¡Qué no me mate! – pensé en esa fracción de segundo. Por fin pude distinguir aquel rostro que me miraba horrorizado y preocupado, me levante rápido de la cama para lanzarme en sus brazos sin pensarlo esto lo tomo desprevenido pero luego me rodeo fuertemente en un abrazo cálido de esos que me hacían sentir completamente a salvo.

Llore como una niña entre sus brazos los sollozos se hacían cada vez más fuertes y entrecortados, podía sentir como se empapaba con mis lagrimas la camiseta de Caleb, tenía miedo, sentía horror al recordar las imágenes de mi sueño ¿Cómo era posible aquello? ¿Por qué mi Sub-consiente había transformado a Caleb en un monstro? ¿Qué hacia Vladimir Lazareto en todo aquello? Y sobre todo ¿Por qué mi corazón se hallaba en una encrucijada? ¿Acaso yo quería a Vladimir de la misma forma en que quería a Caleb? Poco a poco me empecé a calmar en los brazos de mi salvador, porque en eso se había transformado mi amigo en mi salvación el único que podía traer apacibilidad tanto a mi mente como a mi corazón.

-Ya, ya ¿paso cariño? – hablo él con voz preocupada.

-Sí – conteste en un susurro.

-Mi pequeña me diste un buen susto con aquel grito ¿Qué fue lo que sucedió?

-Yo… lo lamento… no quise asustarte…

-Está bien Leticia, pero por favor dime que sucedió.

No sabía cómo empezar, que decirle, si me creería o no, ni siquiera estaba muy segura de lo que en ese instante pasaba por mi cabeza asique trate de ser lo más sincera con él.

-No sé en realidad porque soñé todo eso, las imágenes están agolpadas en mi cabeza estábamos en el instituto vestidos como en la noche del baile yo te veía a un extremo y en el otro estaba el hermano de William, ese Vladimir … él me decía que me alejara de ti pero yo no le hice caso entonces me acercaba a ti pero tú no mostrabas ninguna expresión hasta que estuve lo bastante cerca y te abalanzabas a… mi cuello… - no podía seguir hablando, me creería loca, se hizo el silencio por unos segundos hasta que por fin pude continuar – y …

-¿Y?

-Tú me mordiste… eras un vampiro – le dije en un hilo de voz.

Pude sentir como su cuerpo se tensaba mientras el silencio nos inundaba. Caleb me cargo como un bebe sentándose en la cama y me puso en su regazo acariciando mi cabello esperando el momento adecuado para hablar. Mi corazón estaba inquieto al percibir que él no decía nada, estaba que explotaba de emociones que ni siquiera yo entendía, justo cuando estaba decidida a callar aquel silencio él artículo palabra.

-¿Crees que te hare daño? – pregunto en tono sombrío.

-¡NO! Por supuesto que no.

-Entonces no debes preocuparte de nada Leticia.

-No estoy preocupada por mí… además fue solo un estúpido sueño los vampiros ni siquiera existen, estoy realmente más preocupada por ti en que puedas llegar a alejarte de mi… creo que por eso mi sub-consiente te mostro de esa forma, temo perderte no tengo miedo de la supuesta “mordida” sino que temo el no poder tenerte a mi lado… es que… ¡Vez ya no sé ni lo que digo! – le grite.

-Eres una boba ¿lo sabes? – dijo cambiando su tono de voz.

-Sí, pero aun de esa forma me soportas – le dije riendo.

-Porque Te quiero…

¡Dios! ¿Qué acaso esto no se iba acabar nunca? ¿Por qué Caleb siempre me revelaba sus sentimientos? ¿Por qué yo no podía contarle los míos? Me solté de su abrazo y me plante frente a él con los brazos cruzados lo mire con cara de enojo y él solo sonreía de esa forma tan jovial que me hacia olvidarlo todo.

-¿Sabías que te ves muy chistosa con esa ropa?

-¿Ah?

De pronto cambie el enojo para mirarme y me di cuenta que no llevaba puesta la blusa ensangrentada ni mis Jeans sucios, en su lugar y como única prenda tenía puesta una camisa de color celeste muy grande que me llegaba hasta las rodillas. Podía sentir como mis mejillas se iban encendiendo a cada segundo que pasaba ¡Caleb me había cambiado de ropa! Eso quiere decir que me vio casi desnuda, digo casi porque gracias a dios llevaba una camiseta fina debajo de la blusa, aparte de la ropa intima claro está – pensé. Rápido desvié su mirada y al parecer supo lo que pensaba, entonces agrego:

-No te preocupes en pensar que he sido yo quien te ha cambiado de ropa le pedí el favor a Fabiana… es que pensé… bueno que tal vez querías tu… - hablaba atropelladamente y no termino la frase, él estaba tan avergonzado como yo.

Volví a posar mi mirada en él y ahora vi que no mentía, jamás lo había visto así de nervioso frente a mí, sus ojos azules brillaban intensos revelando picardía mientras que su piel se tornaba de un color rojo carmesí en los pómulos, esta era mi oportunidad para molestarlo y no la desaprovecharía, el ya se había burlado lo suficiente de mi cuando estábamos en la cocina - ¿Por qué yo no? – pensé.

-Caleb tiene vergüenza, Caleb tiene vergüenza… - empecé a canturrear por la habitación como una niña pequeña en Kínder.

-¡No es cierto! – dijo poniéndose más colorado.

-¡Admítelo!

-¡No!

-¡Vamos hazlo! ¿No te gusto molestarme antes? Pues ahora es mi turno – le dije riendo.

Él solo me miro y río de nuevo conmigo, se levanto de la cama acercándose a mí al principio pensé que me molestaría tal y como lo había hecho en la cocina o que me lanzaría una almohada pero no fue así, se acerco a mí para dejarme acorralada en la pared tomo mis manos o mejor dicho mis muñecas y las aprisiono como grilletes con sus manos se acerco a mi oído y hablo.

-No me provoques.

-Si tratas de asustarme Caleb Mondragon te aviso que no lo has logrado – le dije en tono de sarcasmo.

-¿Ah sí?

-Sí – conteste firme.

-Creo que tendré que seguir intentándolo.

Deslizo sus labios desde mi mandíbula hasta mi cuello, mi corazón latía a mil por hora, mi respiración se hacía entrecortada podía sentir su respiración rozar mi cuello, cuando por fin se detuvo puso su rostro a centímetros del mío para mirarme con cara de triunfo.

-¡Gane! – me soltó cuando se separaba de mí.

-¡Hey! No es justo tú has tratado de seducirme, así no vale.

-Tú eres la debilucha que cayó en mi juego.

¡Estúpido chico! ¡Estúpidas Hormonas! Tenía razón yo había sido la boba que cayó en su tonto juego al igual como había caído en el tonto juego de Vladimir, ¡me las pagan, juro que me las pagan!

-Es cierto – dije secamente.

Me miro un poco desconcertado por mi cambio drástico de humor.

-Lo lamento, sé que no debía provocarte de esa manera, lo siento – se disculpo.

Desvié su mirada tratando de hacerme la ofendida, me puse rígida por unos instantes para no reírme en su cara entonces le solté con una carcajada.

-¡Caíste! Creo que gane Yo.

-Eres una boba.

Reímos juntos, con él todo era pura risa y paz siempre molestando, tratando de subirme el ánimo que estaba por el suelo, sus ojos tenían un brillo especial cada vez que sonreía, quería verlos brillar siempre con la misma intensidad; de pronto una tenue luz proveniente de la ventana llamo mi atención, me acerque y vi que estaba amaneciendo esto me alarmo porque ni siquiera recordaba que hora era y tampoco había avisado a mis padres.

-¡Rayos! ¿Qué hora es?

-Son exactamente las 6:30 de la mañana.

-¡¿Qué?! ¿Por qué no me despertaste antes? ¡Quieres que me asesinen en casa!

-Leticia cálmate por favor nadie te va a matar, jamás lo permitiré – hablo como si aquello tuviese un significado especial – para que te enteres ya les llame por teléfono a tus padres.

-¡Ahora sí que estoy segura que me matan! – le grite.

-Eres realmente graciosa, tontita le dije a Lucíos que le explicara la situación a tu padre quien por cierto fue muy amable, aunque tu madre resulto un poco quisquillosa – río.

-¿De veras papá dijo que podía quedarme? – le pregunte sorprendida.

-Claro, siempre y cuando estuviéramos bajo la supervisión de un adulto.

-Típico – conteste riendo.

Me tomo de la mano y nos dirigimos a la cocina ahí nos esperaban Lucíos junto a Fabiana quienes al vernos nos dedicaron una sonrisa a ambos, me sonroje al darme cuenta de que aun iba vestida con la camisa de Caleb. Rápidamente Lucíos le dedico una mirada indiscreta a su hermano como queriendo decirle algo sin que yo escuchara, o en este caso me fijara, Caleb solo asintió y los dos anteriores ocupantes se escabulleron a su habitación.

-¿Qué fue eso? – pregunte mientras lo miraba con el ceño fruncido.

-Nada ¿Por qué? ¿Acaso te molesta quedarte a solas conmigo? –hablo desafiante con ese brillo en la mirada.

-Ja, ja, ja muy gracioso.

-Lo siento, ellos solo pensaron en que lo mejor sería dejarnos solos.

-Bueno pues me da igual – dije un poco cortante.

Desayunamos tranquilamente unos ricos panqueques con tostadas y leche, debía reconocer que Caleb me había tratado como una verdadera princesa en mí corta estadía en su casa, de hecho quería quedarme ahí todo el día y si fuese posible toda la vida, pero sabía que no estaba pensando racionalmente me estaba comportando como una niña pequeña que se cobija al lado de su protector al parecer esto no le molestaba es más siempre me seguía la corriente.

Cuando al fin terminamos de desayunar subimos a su habitación, me dejo un momento a solas para que yo pudiera ducharme y cambiarme de ropa, me entrego una toalla limpia junto a mis jeans y una blusa muy bonita de color canela que le había pedido prestada a Fabiana, me metí al cuarto de baño para deslizarme al fin en el agua caliente que relajo mis músculos por completo, no tenía ganas de salir de la tibia ducha para sentir el frío matutino; envolví la toalla en mi cuerpo saliendo de la ducha sentía un poco de frío debido a la corriente de aire que se colaba por la ventana moviendo la cortina de un lado a otro me acerque rápido para cerrarla, al correr la cortina para poner el pestillo al ventanal pude ver que alguien me observaba con los ojos centrados en mi expresión, esa mirada la conocía perfectamente tanto en sueños como en la realidad, esos profundos ojos verdes que hacían a mi corazón estremecer mostraban la rabia y el dolor marcados en su cara, de repente su postura cambio ya no estaba apoyado en el árbol frente a mí, ahora se ocultaba pero ¿Por qué? ¿Qué hacía Vladimir Lazareto ahí? ¿Acaso me vigilaba?

Me aleje del ventanal vistiéndome en un abrir y cerrar de ojos, baje las escaleras como una loca y al mismo tiempo con mis dedos desenredaba mi pelo húmedo, abrí la puerta principal para enfrentarlo de una buena vez ¿Qué se creía ese chico? ¿Por qué me seguía? ¿Acaso lo hacía para asustarme? Fuera cual fuera la razón ya estaba harta de su estúpido juego, lo odiaba con todas mis fuerzas.

-¡Sal de tu escondite cobarde! – le grite pero nadie hablo ni se movió detrás del árbol, me fui acercando a grandes zancadas, realmente estaba furiosa.

Cuando llegue al supuesto lugar donde se ocultaba ese odioso, no había nadie, esto hiso que me enojara aun mas pero no con él sino conmigo misma por haber ido a buscarle, el no se merecía ni un minuto de mi tiempo ni siquiera un poquito de mi atención ¿Por qué me lo imaginaba a cada instante? ¿Acaso mi mente me había jugado un truco? ¿Lo que vi desde la ventana fue otra de mis alucinaciones? – ¡Primero en mis sueños y ahora esto! Dios realmente me volví loca – grite al viento.

-Eso creo – respondió una seductora y burlona voz detrás de mí.

Respire profundamente necesitaba calmar mis nervios que estaban a flor de piel trate de poner cara de póker y me gire para enfrentarlo, pero otra vez mi mente me jugaba una mala pasada ya que no había nadie detrás de mí, lo único que podía ver era la gran casa de tres pisos con la puerta abierta para que yo entrara. Camine derrotada acercándome con cada paso a la única persona que me proporcionaría calidez y paz, cuando estaba a un pie del umbral de la puerta alguien me tomo por los hombros y susurro en mi oído.

-Es de mala educación irse sin despedirse.

Me petrifique, realmente me quede como una estatua de hielo plantada en la entrada de la casa, estaba horrorizada de la impresión hasta que reuní todas mis fuerzas posibles y le hable.

-¿Qué diablos haces aquí?

-Te protejo.

-¿De quién? ¡¿De ti?! No, mejor del monstro que sale de debajo de la cama – le dije con sarcasmo aun sin poder girarme para mirarlo a la cara.

-¡Aléjate de los Mondragon! No te convienen – hablo como si fuese una orden no un consejo.

-Tú no eres nadie para decirme lo que me conviene o no, de hecho creo que quien debería alejarse de mí eres tú.

-Jamás lo hare… al menos no por ahora.

Aquello me sorprendió de hecho me encantaba la idea de tenerlo a mi lado por siempre – ¡Basta Leticia! ¿Qué te está pasando? el es un desquiciado – dijo una vocecita en mi interior. Otra vez la parte racional trataba de ganarle a la parte irracional de mis pensamientos y sentimientos, pero era una batalla inútil, siempre que lo veía fuese en sueños o no, Vladimir Lazareto quebrantaba mi autocontrol.

-Hagamos un trato… Yo me alejo de este lugar pero no de Caleb siempre y cuando tú me des
respuestas o si no te veras obligado a montar guardia cada noche fuera de este lugar –le dije desafiante y soltando una sonrisa malévola, aunque él no pudiera verla, pero todo se arruino cuando escuche que Caleb iba gritando mi nombre por toda la casa, me estaba buscando.

-Creo que debo irme, te diré mi respuesta en el instituto –hablo Vladimir mientras rozaba sus dedos entre mi cabello.

Me gire rápido para verlo alejarse pero ya era demasiado tarde, se había esfumado.

-Leticia estabas aquí ¿Qué ocurre? ¿Por qué saliste?

-Yo… bueno… - no podía hablar de la impresión – me sentí algo mareada y decidí tomar un poco de aire fresco – le solté a Caleb mientras trataba de dirigirle mi sonrisa más convincente para ocultar mi mentira.

-Pequeña estas pálida como un papel ¿segura que estas bien?

-Sí, claro solo debe de ser una baja de presión- le dije más calmada, el me miraba tratando de encontrar algo en mi pero sabía que solo estaba preocupado.

-Está bien pero estaré pendiente. Ceo que mejor nos vamos, se está haciendo tarde.

Solo fui capaz de hacer un gesto con mi cabeza dándole a entender que tenía razón, no quería hablar aun estaba asombrada por todo el coraje que había sentido en unos minutos atrás y ahora yo solo me encontraba en calma, era como si uno despertase la furia en mi y el otro me trajera de nuevo a la Paz que necesitaba mi alma. Llegamos al instituto, la mañana transcurrió de forma normal (si puedes llamar normal al hecho de que un chico este contigo en todas tus clases y te vigile con cada milésima de segundo) Vladimir en ningún momento se dirigió hacia mí en todas las clases que teníamos juntos (de hecho estaba en todas) pensaba que me ignoraba pero no era así, su mirada siempre se posaba en mi esto me hacía sentir realmente incomoda. Termino el día horrible en mi cárcel personal y aun no tenia respuesta de Vladimir esto me inquietaba, quería respuestas pero sabía que al entrar en su juego sería muy difícil tratar de persuadirle, era un juego peligroso. Iba de camino a mi casa cuando un chico de primer año me detuvo.

-Oye espera, Hey tú – hablo el chico.

-¿Sí?

-Eres Leticia ¿no?

-Claro ¿necesitas algo? – lo mire un poco enojada.

-Toma esto me lo dio un chico de tu año dijo que era importante para ti.

Me dio una pequeña nota en hoja de cuaderno y se alejo. Al principio dude en abrirla quizás el no me daría las respuestas que yo necesitaba pero al fin y al cabo ¿Qué remedio había? Desdoble lentamente la nota y procedí a leerla.

“Te espero a la hora del crepúsculo en la reserva saliendo del pueblo, no vengas acompañada, seremos solo tú y yo. Obtendrás todas tus respuestas pero debes cumplir tu palabra” Vladimir Lazareto.

Mi corazón se acelero ante la perspectiva de tenerlo solo para mí, me fui eufórica a casa sin siquiera recordar que no había dormido ahí y posiblemente mi madre estaría histérica por mi falta de la noche anterior. Entre con la sonrisa pegada en los labios pero rápidamente se iría esfumando frente a todo lo que me esperaba en casa, estaban todos sentados en el living mamá, papá hasta Frederick entonces mis ojos se posaron en una mujer que estaba de pie mirando por la ventana, era hermosa se le veía la piel pálida y el cabello negro largo brillante, su figura resaltaba por todas partes era simplemente perfecta, algo en aquella mujer se me hacia familiar pero no sabía qué hasta que se giro y quedo plantada frente a mí. Era ella había vuelto, pero era distinta a como la recordaba, era Emilia. Corrí a sus brazos sin pensármelo dos veces, sabía que nunca habíamos sido unidas pero en serio la extrañaba.

-¡Emilia! – grite eufórica mientras la abrazaba. Era una especie de niña pequeña que abraza a su mamá después de haberse perdido, mis lagrimas brotaron como nunca pero eran lagrimas de felicidad - ¿Cuándo has llegado? Dios estas tan cambiada, estas hermosa.

Nadie hablaba ni siquiera ella respondió a mis preguntas, entonces sentí los sollozos de mi madre detrás de mí, quien abrazaba a mi padre, Frederick permanecía en silencio perdido en sus pensamientos ¿Qué sucedía? ¿Acaso no estaban contentos porque ella había vuelto a casa?

-Leticia pequeña estas tan linda – hablo ella con una voz melodiosa que nunca le había escuchado.

-Emi ¿Que sucede? ¿Por qué llora mamá?

-Creo que lo mejor será que hablemos arriba ¿te parece? Esto será difícil de escuchar – hablo dirigiéndole una mirada llena de dolor a nuestros padres.

-Está bien ¿Tu cuarto o el mío?

-Vamos al tuyo.

Nos dirigimos escaleras arriba para encerrarnos en mi cuarto, al principio nadie hablo las dos permanecimos de pie una junto a la otra mirándonos, podía sentir el aura de Emilia, estaba tensa y alerta esto me extrañaba ya que no era la misma de hace dos años. Mi hermana estaba cambiada desde ambas perspectivas, física y psicológicamente no era la misma, los rasgos de la joven que fue ya no estaban en su lugar se veía a una mujer, hermosa por cierto, su pelo negro, liso caía a un lado de su hombro derecho, las pestañas llegaban hasta el cielo, sus ojos ¡Oh dios, Sus ojos!

-Emilia ¿Qué te sucede? ¿Por qué tienes los ojos de ese color? – pregunte asustada al darme cuenta que sus ojos de color verdes ahora tenían una tonalidad grises, casi negros como la medianoche.

-No te asustes ¿sí? Ya bastante mal ha sido ver la reacción de nuestros padres, no quiero que tú también me rechaces.

-Nunca haría eso pero por favor dime ¿Qué está sucediendo?

-Leticia yo… - dejo la frase inconclusa y me guio hasta mi cama donde me sentó – estoy enferma, yo voy a morir.

-¡¿Qué?! No tú no te puedes morir no ahora, no puedes – empecé a gritar como una loca por todo el cuarto.

-Leticia por favor escúchame, necesito que hablemos no quiero que este poco tiempo que pasaremos juntas lo arruinemos, eres mi hermanita tienes que confiar en mi ¿sí?

-Para eso has vuelto ¿no? ¡Para hacernos la vida de cuadritos! ¡Porque! ¡Porque tú! Porque ahora que es cuando más te necesito, nunca me quisiste… - hablaba entre llantos, ya no sabía ni lo que decía ¿Por qué reaccionaba de esa forma? ¿Qué sucedía? ¿Por qué rechazaba a mi hermana? Tenía rabia, pena, dolor, ganas de saciar mi rabia, podía sentirlo, sentir esas mismas descargas en mis dedos. Debía salir de casa y tenía que ser ahora mismo.

-¡NO PUEDO QUEDARME AQUÍ! ¡DEBO IRME! – grite histérica tomando un bolsito en el cual tenía dinero suficiente para salir al menos de casa ir al centro comercial, la plaza o algún maldito lugar, entonces recordé mi cita con Vladimir él estaría esperándome y yo quería respuestas.

-Leticia por favor espera es necesario que hablemos – me grito desde la escalera, pero no la escuche en vez de eso Salí corriendo de casa con los ojos anegados en lagrimas.

Llegue al primer lugar que se me ocurrió, la plazoleta, definitivamente ese era mi refugio frente a todos mis problemas, me tire en el pasto y llore como si me torturasen, era una pena tremenda y no estaba muy segura porque era en realidad. Faltaba poco tiempo para el crepúsculo cuando me decidí a levantarme, debía apurarme si quería llegar antes que Vladimir, sabía que solo un autobús llegaba hasta ese lugar era el numero 13 de la calle Pratt estaba a solo un par de cuadras asique camine y espere a que pasara por mí para llevarme a mi destino. Me subí sin novedad alguna, todo estaba muy quieto y yo solo tenía cabeza para pensar en Emilia, como era posible que de un momento a otro tu vida cambiase en segundos.

Al bajarme del autobús vi que no había nadie alrededor, me dio un poco de angustia ver que estaba completamente sola pero rápidamente me dedique a pensar en cómo empezaría mi conversación con Vladimir ¿Qué le preguntaría primero? ¿Le diría acerca de lo que pensaba de él? ¿Podría ser capaz de revelarle mis sentimientos? Me senté debajo del árbol más cercano a esperar a Vladimir que claramente se estaba retrasando, mire hacia el cielo y podía ver como se acercaba el crepúsculo, las hojas de los arboles bailaban al compas de la suave brisa me encantaba sentirme en paz al menos por unos momentos, desde que había abandonado a Caleb en el instituto este día no había tenido ningún remanso de paz. De repente todo se volvió muy frío, el vello de mi brazo se puso tenso hasta que se me puso la piel de gallina, un escalofrió recorrió mi columna entonces las hojas de los arboles no se movían con la suave brisa, ahora se movían como ráfagas con el viento helado que provenía de lo alto del cielo, se podía sentir el silbido del viento susurrando, rápido me levante de el lugar en donde estaba y empecé a mirar a mi alrededor sentía como si alguien me observaba muy de cerca, de entre las sombras apareció de la nada la figura de un hombre con una larga capa aun no podía distinguirlo.

-¿Vladimir? ¿Eres tú?

-Grrr…- fue lo único que salió de sus labios y pude escuchar por sobre el sonido del viento.

Fue ahí cuando me di cuenta que no era Vladimir ya que este se encontraba a unos pasos detrás de aquel hombre con la cara de horror marcada, sus ojos estaban vigilantes y ausentes. Entonces grito:

-¡Leticia corre!

No podía moverme ni un centímetro estaba helada, petrificada por el miedo, mi mente enviaba señales a mi cuerpo para que corriera, que hiciera algo pero mi cuerpo no reaccionaba no era capaz de mover un solo musculo en esa fracción de segundo. Ese hombre empezó a acercarse a mí, era como si flotara en el aire cuando me tomo del cuello y me levanto por fin se saco la capucha que le ocultaba el rostro, era un joven de unos 25 años con ojos rojos y una sonrisa malévola que mostraba unos perfectos dientes, entonces algo ocurrió sentí un impacto atroz me hallaba en el suelo tirada media inconsciente y aquel hombre estaba de pie a mi lado lanzando un ¿gruñido? A ¿Emilia?

Por fin pude incorporarme y vi que mi hermana estaba de pie, plantada frente a él, imponente, con su escultural figura, Vladimir estaba a su lado en la misma posición mirando a aquel hombre, cuando este se iba a abalanzar hacia Vladimir él lo esquivo cayendo al suelo entonces le grito.

-¡Nos has traicionado! ¡Morirás Vladimir Lazareto!

Me miro a mí y luego a Emilia entonces mostro un perfecto par de colmillos. ¡Dios eran colmillos! Se abalanzo al cuello de mi hermana mientras yo gritaba - ¡No! - Pero Emilia le lanzo una esfera brillante que provenía de sus manos y este cayó al piso muerto.

-Emilia… - dije en un susurro y caí en las sombras.
3 Responses
  1. Anónimo Says:

    muchas gracias por subir dos capitulos, la historia esta muy buena y estaba ansiosa por saber mas.......


  2. Andre*a Says:

    angels grax por scribir mas
    me encanta tu blog, es tan misteriosa este blog.
    :D
    stare ansiosa de leer mas
    cuidat


  3. Andre*a Says:

    en realidad quien es caleb?¿ por que soño con él?
    que va a pasarle a emilia?¿
    aaaaa
    quiero saber massssss
    mas
    mas
    mas
    mas
    ahora stare despierta asta el siguiente capitulo.
    espero que la relacion de leticia y willian se mejoree!!!
    cuidat.
    y grax por el premio!!!


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